En prácticamente la antesala de las navidades, desde el blog de lacestitadelbebe.es vamos a dedicar este artículo a la importancia de una buena disciplina y educación para combatir la creciente ingesta de alcohol entre nuestros jóvenes. Ya que la educación empieza desde niños para que de mayores no empiecen a consumirlo a una edad inadecuada y sin ningún tipo de control, recordando que son drogas.
Hace varías décadas atrás era muy díficil que un menor tomará y pudiera adquirir alcohol, que es otro de los grandes problema. Se trata de un hábito poco saludable que se está convirtiendo en un problema por la celeridad y prontitud a la que se lleva a cabo, un problema que viene desde la década de los 80 y 90. La edad de iniciarse en esta especie de ritual llevada a cabo por los menores es cada vez menor y ya en los 12 y trece años comienzan con esto. Son datos cuanto menos preocupantes y alarmantes. Un verdadero motivo de preocupación para las madres y padres que ven como sus pequeños crecen y puedan estar influenciados ante estos malos hábitos. Nosotros somos papás y mamás de dos niños pequeños, que aunque tenga 6 años el mayor, es de vital importancia ir educandoles poco a poco e inculcando buenos hábitos ya desde pequeños.
De esta forma la educación es muy importante y que tengan claro lo que es bueno y no, se trata del mejor modo de prevenir el consumo del alcohol, ya que no vamos a poder estar con ellos. No nos queda otra que tener claro que nosotros somos su espejo y para ello debemos predicar con el ejemplo y evitar excedernos con el alcohol delante de ellos. Es muy importante siempre hablar sobre todo sin tabúes y enseñarles los problemas que ocasionan las malas decisiones en la vida.
Educando a nuestros pequeñ@s
Como hemos comentado debemos predicar con el ejemplo y educar al igual que cuando tienen responsabilidades, hábitos y rutinas que deben cumplir. Siempre es sabido que cuando los los hij@s van creciendo van pasando por ciertas etapas, conforme crecen muchas veces todo lo que viene por nuestra parte “les acaba dando tirria”. Tenemos que concentrar nuestros esfuerzos en que sepan y entiendan que lo les estamos pidiendo es razonable y al ser por su bien lo acaben entendiendo. Son etapas llenas de cambios y miedos, los padres tenemos que estar ahí presentes para todo lo que necesiten y afrontarlos juntos para superar estos nuevos retos. Aunque muchas veces no les guste o protesten.
Una buena disciplina, el deporte
Por todos es conocido que el deporte es un hábito de vida saludable y no enseña muchas cosas buenas para la vida. Ya que practicándolo con regularidad nos mantiene fuertes y sanos, además implica valores como la constancia, genera disciplina y aboga por la responsabilidad. Por ejemplo los chicos que tienen un partido el sábado o el domingo saben que no es compatible con estar pasando la noche de juerga y bebiendo. Aquí se muestra un sentido de integridad, pertenencia y responsabilidad con el resto del esquipo. Pero este tipo de aprendizaje no sólo es con el fútbol, de hecho, se puede aplicar con todos los deportes o la inmensa mayoría de ellos.
Esta férrea disciplina les hace pensar en que ahora no toca consumir nada de alcohol y además aprenden a ser responsables con su consumo cuando si pueden, teniendo en cuenta lo que implica en su salud si se exceden.
Rutinas saludables
- Debemos generar una ambiente de confianza siendo libres y teniendo total confianza en hablar y discutir sobre el alcohol. De esta forma se sentirán libres de participar y preguntar o incluso contar miedos o problemas relacionados. Siempre escuchando y mostrando tolerancia sin juzgar, pero mostrando la realidad de forma asertiva.
- Debemos animarles a decir No y que no tengan miedo a hacerlo frente a otras personas, amigos o grupos. De esta forma irán adquiriendo el valor de personas asertivas y no titubean a la hora de negar el consumo en grupo. Esta es una de las situaciones más delicadas, ya que muchas veces la voluntad del grupo tiende a anular la individual y nos dejamos llevar sin pensar en las consecuencias.
- Hay que gestionar el tiempo de ocio, como hemos comentado antes practicar deporte muchas veces hace que no sea compatible con la ingesta de alcohol y además les enseña unos valores importantes para afrontar la vida de forma más positiva.
- Además debemos mostrarles que para obtener privilegios y beneficios tienen que ganárselos. De esta forma ellos quieren crecer rápidamente para tener una serie de libertades y autonomía que anhelan. Pero tenemos que mostrarles que tienen que ganárselos y que en esta vida todo conlleva responsabilidades. Por ejemplo podemos dejarles ir a la fiesta que les gusta, siempre que cumplan con sus obligaciones en los estudios. Esto es educar en el sentido de la responsabilidad para que valoren la responsabilidad, ya que es fundamental para evitar el exceso o el hábito de consumo de alcohol.
Mejor hablarlo antes que tarde
Cuanto antes se hable del tema mejor, pero evidentemente tendrán que ser lo suficiente mayores para poder comprenderlo. Lo más acertado es introducir el tema en estos tipos de situaciones, atendiendo y respondiendo las dudas que se puedan ir planteando. Para prevenir es necesario de un ambiente claro y cercano de comunicación en casa, permitiendo que puedan expresarse libremente y siempre sin enfadarnos ni lanzar prohibiciones así como así. De esta forma el menor podrá ir concienciándose y obteniendo valiosas herramientas frente a las situaciones que se plantearán cuando este por ahí sólo con otros amigos y amigas. Siempre se pueden buscar otras alternativas de ocio e incluso amigos si los menores no se encuentran cómodos aun mostrándose asertivos en negación a la ingesta del alcohol.
Muchas veces prohibir hacer algo es incitar a hacerlo dándole atractivo a los ojos de los menores para que lo hagan. Debemos buscar otras estrategias más de amigo para ganarnos su respecto y confianza, para de esta forma, poder ver los problemas a los que se enfrentan cuando salen de fiesta desde su perspectiva.
¿Qué pasa si aun así vuelven ebrios?
Desde el punto de vista de la experiencia y por mucha educación que les hayamos inculcado alguna vez llegarán con signos de embriaguez. Si no es muy excesivo es normal, porque siempre tendrán la tentación de probar y a veces se dejarán llevar por alguna situación que les haga ver que es favorable el consumo de alcohol.
Cuando esto ocurre y nos enteramos, lo más normal es perder los nervios y cometer el error de pensar que prohibir gritando de males maneras va a solucionar el problema. Como hemos comentado la prohibición en este caso no es una herramienta que por sí sola nos lleve a cambiar o mejorar el comportamiento. Lo más eficaz es hablar y escuchar que ha pasado y porque se ha generado esta situación, haciendo hincapié y halando los puntos positivos, pero mostrándonos comprensivos pero asertivos y pudiendo aplicar un castigo. De esta forma mostramos nuestro interés por ellos y lo que han hecho bien y evitamos el pensamiento “da igual lo que haga me van a castigar de todos modos”, así evitamos este pensamiento que al final puede echar por tierra y conseguir el objetivo contrario al que deseamos. En estas ocasiones podemos mostrar el castigo en forma de pérdida de algún beneficio como paga, móvil, salir, etc. A cambio de que vuelvan a recuperar nuestra confianza en ellos y hagan tareas pendientes como recoger sus cosas, ordenar su cuarto, etc.
Somos su espejo
Es de vital importancia que seamos su ejemplo a seguir y por lo tanto tener en cuenta que ellos tienden a imitar todos nuestros actos. Tener presente que actualmente el ocio social en muchas ocasiones va acompañado por el consumo de alcohol. Este hábito se suele intensificar en fechas y épocas de festejos como la navidad y todo tipo de celebración. Así que lo mejor es que nos moderemos en el consumo de las bebidas espirituosas cuando los peques estén presentes. Ellos verán que los adultos realizan un consumo responsable haciéndoles pasar un buen momento de ocio y de socialización. Ya que los excesos acaban mal y dando mala imagen a todos.
Amistades peligrosas
Como bien hemos aconsejado anteriormente, una prohibición de malas maneras puede acabar haciendo atractivo lo que queremos erradicar y de esta forma conseguir el objetivo contrario al deseado. Lo mejor es buscar soluciones y alternativas a las quedadas del botellón, donde lo único que se busca es consumir alcohol de forma desmedida. Si esta es la situación se deben cambiar las amistades o juntarse con otras que no lleven a cabo estas acciones. Además estos amigos podrán ir juntos a recreativos, practicar deporte, amigos del cole o el cine. Estás actividades a menudo suelen unir más que el simple hecho de reunirse para tomar alcohol. Además siempre pueden conocer amigos nuevos en el cole, instituto o en la práctica de deportes cuya calidad para salir de forma sana sea la idónea.
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