Vida silvestre en Estados Unidos

Publicado el 21 enero 2015 por Jamesnava123

La política siempre ha sido un factor de amenaza y salvación de la vida silvestre en Estados Unidos, según cómo ha sido utilizada a lo largo del tiempo. La política del presidente Richard Nixon hizo posible la aprobación de la Ley de especies en peligro de extinción, que preserva cerca de 1.500 plantas y animales amenazadas o en peligro de extinción, mediante la protección de sus hábitats naturales, y que es probablemente el mayor logro conservacionista en materia ecológica en todo el mundo. Al firmar la Ley, Nixon declaró con enorme acierto: “Nada es más preciado y más digno que la preservación de la rica variedad de vida animal con que nuestro país ha sido bendecido”. Sus palabras siguen resonando en la historia y nos marcan el camino a seguir.
La Ley de especies en peligro de extinción (ESA) ha ayudado a salvar de la extinción especies emblemáticas y de enorme valor biológico, como el halcón peregrino, la cigüeña de madera, la curruca de Kirtland, el cóndor de California, el Ncnc (ganso hawaiano), el águila calva, el lobo gris, el oso negro de Luisiana o el hurón de patas negras, entre otros muchos.
Hoy más que nunca la legislación de ESA es necesaria y el tiempo y los estudios científicos que se han realizado en Estados Unidos y sus aguas costeras, demuestran que alrededor de las 1.500 plantas y animales añadidos a la lista federal de especies amenazadas o en peligro de extinción se han salvado de extinguirse o se ha mejorado notablemente su supervivencia. Una llama de esperanza en medio de la crisis de extinción global que vivimos.

La ley ESA salvaguarda plantas y animales mediante la protección real de sus hábitats naturales, ayudando a prevenir la extinción del 99 por ciento de las plantas y los animales que ampara, incluyendo especies irreemplazables, a veces muy conocidas, otras no tanto, pero que son vitales para ciertos ecosistemas, como la serpiente de agua del lago Erie, por poner un ejemplo.
Cuando los políticos dejan que ESA funcione, entonces se pone en marcha el mecanismo de protección para el que fue originalmente concebida, demostrando una altísima eficacia.
Lamentablemente, la política muchas veces socaba la ESA con diferentes argumentos de índole económico o eliminando especies y sus hábitats de la lista a proteger con el objetivo de conseguir ganancias a corto plazo. Son estas medidas políticas interesadas las que han retirado fondos a ESA para impedir su ejecución, que lleva a cabo de forma admirable el U.S. Fish & Wildlife Service (Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU. y el Servicio Nacional de Pesca).
También durante la Administración Obama se han producido recortes a esta financiación de ESA y medidas poco acertadas para incluir o sacar especies de la lista, dejando fuera de la protección a especies en una situación desesperada por contar con medidas de conservación, tales como el pollo menor de las praderas, la alondra cornuda rayada, el cuco de pico amarillo occidental, con una población en solo dos estados, los urogallos, y el búho manchado del norte.

Varios proyectos que circulan por el Congreso podrían destruir la eficacia probada de ESA, y esto sería un drama. Cuando la toma de decisiones biológicas y ecológicas queda en manos de decisiones políticas, entonces vamos por mal camino y hay que frenar esa tendencia.
Los cambios son buenos siempre que sean para mejor, pero algunos de los que se proponen últimamente podrían deshacer parte del buen trabajo realizado desde 1973 hasta ahora. Eso es algo que no podemos tolerar, de ahí la trascendencia de defender la Ley ESA en su concepción original.
Hace más de cuarenta años, Richard Nixon denominó a la vida silvestre como “Un multifacético tesoro, de valor para los estudiosos, científicos y amantes de la naturaleza, y forma una parte vital del patrimonio de todos los estadounidenses”.
Corresponde a todos nosotros defender ese patrimonio con nuestras mejores armas, argumentos y valor frente a quienes quieren degradarlo o destruirlo. Hacerlo es un acto patriótico bien entendido en defensa de lo más importante: nuestra naturaleza.