En la primera, ese animal está agonizando después de ser pescado por afición y acabará sus días en una sartén, acompañado de una pizca de sal y pimienta. En la segunda, ese mismo animal, que de haber seguido en el río estaría desovando más de 4000 huevos que conseguirían aliviar en parte su inexorable declive.
Ahora cierra los ojos e imagínate que es un urogallo, un águila imperial, un lince o un oso.