El 20 de enero del 2020 los dibujos de tebeos más famosos en España y con gran repercusión en el resto del mundo cumplían 62 años, y al enterarme me parecía de mal gusto no dedicarles un post cuando se me pasó hacerlo hace dos.
Y es que si hay un dibujante que nos ha hecho sonreír a muchas generaciones, que nos ha empujado a leer cuando no sabíamos para comprender mejor esas viñetas y nos ha enriquecido nuestro vocabulario con palabros que hoy en día están en desuso y que de vez en cuando teníamos que recurrir al diccionario para entenderlos, ese es Francisco (Paco) Ibáñez, que camino a los 84 años sigue trabajando sin parar en su mesa de diseño de su casa para seguir deleitándonos.
Además de hablar un poco de su vida como dibujante, tocaremos el mal trago que supuso en su día las malas decisiones de su antigua y principal editorial, de esos dibujantes que los suplantaron cuando le privaron de sus creaciones y que todos pensamos que seguían firmando él, o de sus principales creaciones e incluso plagios para poder servir su trabajo en los plazos pactados, y es que, una mente tan brillante tampoco puede seguir un ritmo tan endemoniado que las editoriales imponen cuando venden miles de ejemplares con sus trabajos.
1) FRANCISCO IBÁÑEZ, SUS INICIOS COMO DIBUJANTE
Francisco Ibáñez Talavera nació en Barcelona el 15 de mayo de 1936, de padre alicantino, madre andaluza que tuvieron otros tres hijos.
Desde pequeño sintió predilección por los tebeos y el cine cómico mudo que provenía de Estados Unidos. El primer dibujo que Ibáñez hizo, o al menos recuerda, teniendo uso de razón fue un pequeño ratón en la esquina del periódico que compraba su padre. Su progenitor al verlo, recortó el trozo de papel y llevó el dibujo de su hijo en la cartera el resto de su vida, enterándose de este suceso la familia al registrar sus enseres años después de su fallecimiento. Quizás fue el primer fan de sus dibujos pero en vida Francisco nunca lo supo.
Tras acabar la primaría en las Escuelas Guimerá, estudió contabilidad, banca y peritaje mercantil, entrando en 1950 como botones en el Banco Español de crédito y mientras con el paso de los años iba ascendiendo en la empresa, se dedicaba de manera ociosa a publicar viñetas en diferentes revistas de la época. Saliendo de esa etapa sus primeras invenciones "Kokolo" (un negrito africano cuyo dibujo hoy consideraríamos racista, 1952), Melenas (un león vestido como un humano, 1954), Don Usura (un tipo avaro, 1955) y Haciendo el Indio (1955).
Hubo un momento en que pensó en trabajar a jornada completa en las viñetas y dejar el banco, ganando inclusive más dinero que lo que percibía como ayudante de banca en 1957. Firmó de manera exclusiva para la Editorial Bruguera desde el 20 de enero de 1958, cuna de los mejores dibujantes de comics de la época, con viñetas para varias revistas y comics de la época como DDT, Pulgarcito o Tio Vivo
Todas sus obras tienen las mismas características: sin guión no hay dibujo (primero la historia y después plasmarla en viñetas), los niños aprenden los bichos negros con los tebeos (si a un niño le atrae lo que dibujas, querrá saber lo que pone en los bocadillos, así que culturízalos con palabras y que aprendan de tus comics), llamar la atención con pequeños detalles díscolos en las viñetas y adaptarse a los tiempos que corren con historias que la gente acepte como ironías de la vida real.
"Mi idea no es coger un tema y desarrollarlo. No, no. Lo que he hecho en cada uno de estos tebeos es encadenar cientos de gags, de situaciones cómicas. Es lo que pasaba en las películas antiguas, las de Harold Lloyd o del Gordo y el Flaco, en donde el tema en sí no tenía mayor importancia, pero iban ocurriendo cosas, una detrás de otra, que sí tenían importancia y la gente en el cine se reía. Yo también me reía y pensé que eso, trasladado al papel, quedaría magnífico. Eso es lo que he hecho siempre: trasladar esa comicidad del celuloide rancio al papel. Y ha dado resultado, desde luego".
Y así en su primer año de trabajo como dibujante a tiempo completo creó su mejor obra...
2) MORTADELO Y FILEMÓN (1958)
"Me preguntaban si me volví loco para encontrar esos nombres, y yo les decía que me pasé semanas, meses, borrando y pintando. Qué va, todo mentira. A última hora es el personaje el que hace al nombre y no el nombre al personaje. En aquella época estaban de moda los títulos de las historietas con una especie de versito: Mortadelo y Filemón, agencia de información; Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio... Recordaban un poco a aquellas cosas que se hacían en la tele, en el llamado celuloide rancio. También dese cuenta que soy de la época de la posguerra y se pasaba mucha hambre, así que igual el subconsciente me hizo pensar en la mortadela o en un buen filete".
Ibáñez había propuesto "Mr. Cloro y Mr. Yesca, agencia detectivesca", "Ocarino y Pernales, agentes especiales" y "Lentejo y Fideíno, detectives finos", pero al final se decidió por los que todos conocemos: "Mortadelo y Filemón, agencia de información". Las historietas empezaron a publicarse en la revista Pulgarcito desde el 20 de enero de 1958, con Francisco recién llegado a la editorial.
Los personajes cuentan con tres etapas bien diferenciadas con el paso del tiempo:
1) La etapa primitiva (1958-1968), la idea era hacer una especie de parodia de Sherlock Holmes (Filemón) con chaqueta y sombrero de felpa e incluso fumaba en pipa y el Dr. Watson (Mortadelo), pudiendo este disfrazarse de lo que quisiera a para poder investigar el caso, sacando todo lo necesario de un bombín. Historietas de una sola página en blanco y negro con seis filas de viñetas y con final cerrado. Con el paso del tiempo el físico de los personajes fue evolucionando, el blanco y negro pasó a color y también sus vestimentas con el traje clásico de Filemón con pantalón rojo , camisa blanca y pajarita y un Mortadelo que perdería el bombín , con cambios mágicos de disfraz de una escena a otra y dejando el paraguas que siempre le acompañaba.
2) La etapa madura, que a su vez se divide en dos: La clásica (1969-1979), donde empiezan a haber historias de 44 páginas de 5 filas de viñetas, pasan de publicarse en Gran Pulgarcito al nuevo comic Mortadelo y a la colección Olé. Hay diversos gags cómicos más complicados como el juego de palabras, bromas visuales disparatadas, parodias y mucho más humor absurdo y los personajes pasan de ser detectives privados a trabajar para la C.I.A como agentes secretos, introduciendo al Super a Ofelia o al profesor Bacterio y la moderna (1979-1989) donde se pasa de 5 filas de viñetas a cuatro, las tramas van más acorde con la realidad o lo que sucede en España o en el mundo, empiezan a salir las historietas dibujadas por negros en vez de Ibáñez e incluso hay una etapa entre el 85 al 88 donde el propio dibujante está censurado al irse de la compañía y sus obras están hechas por otros: "los negros de Ibáñez).
3) La etapa contemporánea que abarca del 90 a la actualidad, cuando Ibáñez recupera el derecho sobre sus dibujos elimina a personajes como la secretaria Irma, hay menos historietas de negros, las cuales se terminan eliminando por orden de Julia Galán, que las considera de baja calidad con respecto las originales y los personajes están muchísimo más involucrados con la realidad, tanto como que personajes de carne y hueso empiezan a salir en las caricaturas. En 1996 los tebeos como tal desaparecen y empiezan a editarse en formato álbum mejorando considerablemente los aspectos gráficos de estos con muchos más detalles y color tanto de los personajes como de los escenarios.
"Creo que todo el mundo ha crecido con mis historias. No te puedo decir exactamente cuántas generaciones han pasado en tantos años, pero fíjate, cuando yo empezaba con esto e iba a firmar ejemplares a lo largo y ancho del país, el público era eminentemente infantil. Pero luego ha ido cambiando, se ha ido haciendo más adulto y ahora tengo seguidores de todas las edades; desde el chiquillo que está empezando a leer, para lo cual Mortadelo le va la mar de bien para perder el pánico a esos bichitos negros que se llaman letras, hasta el adulto. Y no me refiero a los de 40, sino también a los de 70, 80 o los 90 años. Hay gente que me dice que me ha seguido toda la vida y que todavía lo sigue haciendo, lo que es una verdadera satisfacción. Cuando alguien me dice: "Oye, tú tendrás muchos premios, ¿no?". Pues yo contesto: "Mira, no, oficial no tengo ninguno ni puñetera falta que me hace", bueno alguno ya ha caído (risas) pero no tiene importancia, "pero, ahora, de los otros tengo miles, cada vez que voy a firmar por ahí y veo esa cola que me asusto y me dan ganas de dar media vuelta y empezar a correr. Cien, doscientas personas, una hora antes ya con su álbum debajo del brazo. Ese es el premio de verdad, lo demás son tonterías".
3) 13 RUE DEL PERCEBE (1961)
La revista Tio Vivo que en su día era para adultos fue absorbida en 1961 por la Editorial Bruguera buscando que de nuevo los dibujos se centrasen en los jóvenes, contratando a un joven Ibáñez que cumpliría los 25 años el mismo mes de su primera publicación de "13 Rue del Percebe" el 6 de marzo.
Esta singular casa fue uno de los alicientes más significativos para el nuevo público y el título de la singular localización proviene de un film norteamericano de suspense de 1946 "13 Rue Madeleine".
Aunque pareciese una novedad hacer una caricatura de una sola página con una casa sin fachada en donde cada vecino representaba un pequeño gag, esto ya lo habían hecho con anterioridad otros dibujantes como Joaquín Xaudaró a principios del S.XX en "Una casa en Nochebuena", Will Eisner en "School of girls" en su revista The Spirit o Manuel Vázquez en "Un día en villa Pulgarcito" donde concentraba a todos sus dibujos.
La serie de duró hasta el 26 de marzo de 1970, con 341 páginas de Ibáñez, 64 de Joan Barnet Toledano y una del Extra de verano de ese año creada por Juan Martínez Osete. A partir de ahí son reediciones de esos dibujos lo aparecido en distintos sitios, incluido en la revista Tio Vivo que siguió publicándolas repetidas hasta su cierre en 1981.
Los vecinos:
Planta baja Izquierda: Es una tienda de ultramarinos llamada "el Colmado Senén", su dueño Don Senén siempre tima a los clientes.
Planta baja derecha: La portería, donde habita la cotilla de la portera, atenta a los chismorreos de la casa o lo que hace Don Hurón, un vecino que vive debajo de la alcantarilla de la calle.
Primero izquierda: Es un veterinario cuyo nombre se desconoce, siempre le llaman doctor, que las arma pardas con los animales que debe de curar.
Primero derecha: La dueña se llama Rita, una mujer rubia con pelo corto rizado y sobrepeso que alquila su piso en forma de pensión, intentando meter a cuanta más gente variopinta mejor.
Segundo izquierda: Una anciana de nombre desconocido, amante de los animales y cuyas mascotas suelen ser poco habituales o la arman parda.
Segundo derecha: El único lugar que ha tenido varios dueños, empezando por una especie de Doctor Frankenstein que daba vida a monstruos. En 1964 la censura, por orden expresa de Franco, ordenó que desapareciese a la orden de "sólo Dios puede crear vida", así que durante varias viñetas fue un piso vacío que la portera quería vender y nadie compraba hasta que un sastre, o mejor dicho "de sastre", se hizo con él confeccionando a sus clientes ropa muy atípica.
Tercero izquierda: El dueño es un ladrón llamado Ceferino Raffles que nunca conseguirá ganarse el pan porque roba cosas inútiles y al que su mujer le reprocha lo inútil que es, que está basado en el caco Bonifacio del dibujante Enrich que trabajaba también en la revista.
Tercero derecha: Ocupada por una madre soltera y sus trillizos incorregibles que no paran de hacer gamberradas. En las primeras viñetas acompañados por una hermana mayor que buscaba novio para independizarse pero todos sus pretendientes huían por las gamberradas de sus hermanos.
La buhardilla: De la que pende el cartel con la dirección de la casa y donde vive el pintor Manolo acuciado por las deudas y al que persiguen sus acreedores.
Otros personajes son el gato y el ratón, que siempre se las hace pasar canutas, el ascensor del que siempre sale alguna voz o le pasa algo, una araña que se disfraza y algún invitado especial como Mortadelo y Filemón o Rompetechos. Ibáñez décadas después publicó "7 rebolling street", un refrito de estas historietas con nuevos personajes en la editorial Grijalbo mientras no podía dibujar sus creaciones.
"Lo tuve que dejar... En un personaje corriente haces tres o cuatro gags por página y ya está. Aquí había que hacer 28 gags por página. A veces me decía a mí mismo: "¿Qué coño pongo aquí?". Pero a la gente le gustaba, yo creo que porque aquello tenía que ver mucho con la realidad de la vida. Lo único que cambiaría de toda mi producción es el 13, Rue del Percebe. Aquella casa hoy no tendría sentido tal y como estaba hecha, habría actualizarla un poco. Hoy en vez de mercadito tendría que poner un supercentro, en lugar de un alquilado un okupa, y en vez de deudores sería el hacedor del banco".
4) EL BOTONES SACARINO (1963)
Según el crítico, editor y guionista de historieta Toni Guiral: "el influjo del creador belga Franquin sobre Ibáñez, que siempre fue reconocido por el humorista catalán, ya evidente en las primeras páginas de El botones Sacarino, cobró a partir de entonces más fuerza, remarcándose el evidente "homenaje" que suponía la serie a dos personajes realizados por Franquin y publicados en la revista Spirou: el botones Spirou y Gastón Lagaffe."
Aunque los seguidores de este personaje y a los fans de Ibáñez entienden que esta crítica es una verdad a medias.
"El botones Sacarino del Aullido Vespertino" fue creado por Ibáñez como una historieta secundaria a modo de pequeños gags para la revista DDT en mayo de 1963 y generalmente no ocupaba más que la parte de una página de la misma.
El dibujante creó su personaje a partir de las viñetas de su colega francés André Franquin, Gastón Lagaffe (1957), conocido alguna década después en España como "Tomás el gafe", un aprendiz de oficinista esquivo de sentido común y que dedicaba sus horas de trabajo en pasar el tiempo sin pegar ni chapa. La fisionomía del personaje, el concepto e incluso muchas de las tiras cómicas eran copiadas por Ibáñez para su botones novato que también trabajaba para una revista haciendo los encargos más simples y a su vez, volviéndolos en mucho más complicados donde generalmente acababa mal para otras personas sin darse él por enterado.
Otro guiño (o copia) a André Franquin es su personaje Spirou (1938), un botones de un hotel que no para de vivir aventuras junto a su compañero de piso Fantasio. A diferencia de éste, Sacarino solo le copió la vestimenta y el trabajo, nuestro botones no tiene nada de espabilado y jamás se embarcaría en las aventuras de su colega galo. Aunque Ibáñez de jovencito estuvo trabajando de botones durante un año en un hotel...
Por otro lado la imagen de Sacarino se empezó a desligar de las historias de Gastón en 1966 cuando Ibáñez introduce la figura de "El Dire", en referencia al director de la revista, que con el pasó de los años pasó de llamarse "El aullido vespertino" a trabajar para la propia DDT donde salían sus caricaturas.
El Dire coge especial relevancia al ser la persona que sufre todas las desgracias que acompañan a las decisiones de Sacarino. Al principio Ibáñez caricaturizó a su propio jefe Rafael González, en quien se inspiró para crear al personaje, un señor que estaba siempre de mala leche y que exprimía al máximo sus trabajadores mientras lamía las botas de sus superiores.
A Rafael le dejó de hacer gracia la ironía y si bien no quiso cargarse el personaje por la relevancia que había cogido con el paso de los meses, le pidió a Ibáñez que le cambiase de apariencia al personaje porque mucha gente se estaba dando cuenta que se estaba burlando de él a la cara.
"El cómic franco-belga, a mí me ha gustado siempre mucho. Al "dire" de la antigua editorial también le gustaban mucho, y como siempre quería tener esa producción tremenda, cuando yo le decía que ya no podía más, me decía: "Pero fíjese en esto que hacen los franceses, y saque de ahí lo que pueda". A mí me gustan muchos autores franceses. Estaba Franquin, que me gustaba horrores y al que le había copiado un montón. El Peyo, que hacía este, cómo se llamaba, lo que aquí se llamaron Los Pitufos. Eran autores que a mí me gustaban horrores. El Sacarino es un personaje que recuerda mucho al de Franquin. A mí me gustaba mucho aquella gente. Pero todo aquello ya desapareció. Ha pasado como con lo nuestro. Los grandes genios, a los que yo admiraba siempre: el Cifré, Peña, Conti... estos ya han desaparecido. Qué vamos a hacerle. Yo procuraba parecerme más a lo que hacía esta gente de fuera que no a lo que habíamos hecho toda la vida aquí. Lo que se había hecho toda la vida aquí ya sabemos lo que es: la historieta de una página, el gag. Pero fuera solían hacer álbumes. Así que junté la forma de trabajar de esta gente de fuera y los temas nuestros, con lo que estaba ocurriendo en nuestro país, y pensé que podría quedar bien".
Otra vez vuelvo a tirar de las palabras de Toni Guiral para la descripción, que en el prólogo de los dos especiales del personaje en el 2003 decía lo siguiente: "Rompetechos se convirtió en uno de esos señores solteros, huraños, vestidos implacablemente de negro, que abundaban en la vida cotidiana de los años sesenta. Un hombre de principios morales y éticos rígidos que, condicionados por sus problemas de visión, acaba por poner en solfa las reglas más convencionales de la convivencia, entrando de lleno en el caos... es una de las series más gamberras, burlonas y, en su momento, más políticamente incorrectas"
Ibáñez también nos ayuda a conocer su origen en una entrevista del mismo año: "El dueño de Bruguera vio una película americana con un piloto alto y delgado al que llamaban Rompetechos y me obligó a bautizar así al personaje. Obedecí, pero lo cambié totalmente" . La película era una producción alemana de 1941 titulada "Quax, Der Bruschpilot"(Quax, el piloto rompetechos) en los que la incompetencia del piloto le hacía destrozar techos de varias casas . Y de ahí el apodo de "Rompetechos".
De nuevo para la revista Tio Vivo debutó en el número 161 de la segunda era (la dedicada a los niños y no a los adultos) en el año 1964. Aunque el dueño de Bruguera esperaba una fisionomía parecida al del personaje de la película, Ibáñez tiro de ironía incluso con el nombre del personaje, que además de excesivamente miope es enano.
Curiosamente es el personaje que más críticas le ha supuesto a Ibáñez, sobre todo venidas de gente con problemas de vista que consideran que Ibáñez se está riendo de sus defectos de forma descarada y grosera. A estos lectores Ibáñez siempre les respondía lo mismo, al propio autor, dibujante y guionista del comic le quitas las gafas y le pasa exactamente lo mismo.
También existe el problema fuera de nuestras fronteras, porque si bien las historias de otros personajes se pueden traducir a diferentes idiomas, con las de Rompetechos, la mayoría de gags pierden la gracia, al leer letreros o escritos de diferente forma a lo que significan y adentrando esto a problemas más gordos del personaje. Esos chistes son difíciles de concebir si los traduces, perdiendo su esencia o el sentido de los mismos.
A partir de 1975, año en el que Bruguera fichó a uno de los "negros" de Francisco Ibáñez, Casanyes, a los que ya hemos hecho referencia con Mortadelo y Filemón y posteriormente le regalaremos un apartado en este post, bastantes historias de Rompetechos sin firmar están dibujados y guionizados por esta "sombra" de Francisco Ibáñez que por aquel entonces no se podía hacer cargo de tanto trabajo y simplemente en bocetar viñetas, caras, manos y pies, para que posteriormente sus ayudantes los acabaran, tampoco les daba...
Así que no todo lo que has leído de Mortadelo y Filemón, ni de Rompetechos son de su creador, ni los dibujos, ni los guiones, aunque Bruguera nos lo vendiese como tal.
"Rompetechos me gusta horrores. Ten en cuenta que mis personajes son siempre por parejas o por tríos, pero Rompetechos era uno solo, y además chiquitajo. Cundía mucho, te ventilabas la historieta en un momento. Ha sido siempre mi personaje favorito"
6) PEPE GOTERA Y OTILIO (1966)
"Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio" apareció por primera vez el 2 de abril de 1966 en el número 269 de la revista Tio Vivo (2ª época) de la Editorial Bruguera, siendo un éxito casi inmediato entre los lectores. Sus viñetas solían ocupar la parte central del tebeo con historias a doble página, aunque con el paso del tiempo pasaron a ser de 4 páginas numeradas con las letras A, B,C y D, tan típico de Ibáñez.
El jefe Pepe Gotera, es un capataz que no da palo al agua y que por ganar dinero cierra tratos que sabe que no puede cumplir y su ayudante Otilio, es el arquetipo de obrero español, un mandado que sólo piensa en llenar la barriga (es capaz de comerse animales de grandes dimensiones en bocadillo) y que de manitas tiene bien poco pues su forma de actuar es todo lo contrario a lo que haría un profesional, representando la chapuza que todos conocemos en España y algunas veces hemos llegado a sufrir.
Lo suyo siempre acaba de la misma manera, aceptando trabajos que siempre acaban de la peor forma posible, cosa que hizo gracia a los lectores desde el primer momento porque de alguna forma se sentían identificados, quizás por ser unas profesiones más cercanas con la realidad que agentes secretos, una casa con inquilinos surrealistas, un botones de un diario o un señor cegato que no sabemos que trabajo tiene pero nunca pide dinero...
Además el esquema a seguir en la historia siempre es parecido a las historias de Mortadelo y Filemón, perseguidos por los perjudicados en la historieta que los quieren matar o apalear y el jefe (Pepe Gotera o Filemón) queriendo hacer lo mismo con Mortadelo u Otilio a los que consideran responsables de los desastres, aunque nunca lo hayan hecho con mala fe. De hecho durante la historia, los que suelen sufrir más desdichas son los jefes, llevándose todos los golpes que sus infortunados compañeros tienden a provocar.
En la época en la que Ibáñez no podía dibujar a todos sus personajes y después de marcharse, Juan Martínez Osete fue el encargado de sus historias.
"Creé esos dos personajes por tocar un tema de actualidad. Resulta que yo tengo una casita de campo y un día vino un fontanero a ponerme unas tuberías nuevas y cuando aquello lo probó y lo puso en marcha, parecía las fuentes de Montjuic, con todo el agua y luz que salía. Como recuerdo de esta experiencia, me decidí a hacer aquella historieta."
En 1985, la editorial Bruguera estaba al borde de la quiebra y para mantenerse crecían los despidos de la gente más prescindible y el látigo para los primeros espada tanto dibujantes como guionistas, a los que pedían mucha más producción y trabajos.
Llego un momento que Ibáñez, una persona que le gustaba trabajar sólo en sus proyectos y a lo sumo había pedido ayuda para acabar ciertas viñetas de un trabajo y este llegase a tiempo, se encontraba que no podía más: "Ni trabajando mis 25 horas al día llegaba a lo que querían. No solo 24 horas. A las 12 tenía que poner el reloj en la hora de Canarias para así tener más tiempo y trabajar hasta la hora 25 [risas]. Era un disparate." (40 páginas semanales centrándose sólo en sus personajes de Mortadelo y Filemón, del resto, si no podía se encargaba la compañía).
La empresa llevaba haciendo esto desde 1978 con Ibáñez en plantilla, publicando ciertos trabajos creados por Ramón María Casanyes para diferentes comics y revistas sin el consentimiento ni la aprobación del autor, eximiendo que sus personajes les pertenecían.
Las discusiones eran habituales y los jefes de Bruguera para calmarle y ejercer su superioridad siempre le decían lo mismo, si te quieres ir, vete, tus personajes se quedan aquí porque tenemos sus derechos y creamos un equipo creativo con guionistas y dibujantes para dar a basto con todo lo que queremos hacer.
Casanyes e Ibáñez nunca coincidieron, ni se pusieron de acuerdo a la hora de crear comics de Mortadelo y Filemón o Rompetechos. Incluso a veces, le hacían crear a Ibáñez portadas de un trabajo realizado por Ramón sin saber de qué iba y se las hacían firmar como "El caso de las criaturas de cera vivientes" y "El caso de los párvulos" de 1982.
Tras ello Casanyes fue despedido, decidiendo la dirección de Bruguera que para ahorrar costes era mejor tener al original que a la copia en nómina y que éste trabajase por dos.
En una de esas, Ibáñez cogió la puerta: "No era solo el problema mío con Bruguera, sino el de todos los colaboradores con Bruguera. Decían que los personajes eran una especie de herramientas que prestaban a los dibujantes para que trabajaran, pero que las herramientas eran suyas. Nunca se llegó a un acuerdo, y al final cuando yo marché de Bruguera ya estaban de capa caída".
Ibáñez ya no estaba en la empresa, pero sus personajes seguían teniendo historietas cada mes, en especial Mortadelo y Filemón y Rompetechos que aparecían en diferentes revistas y comics con el sello de la editorial.
¿Y cómo se consiguió esto? Creando el Bruguera Equip, con diferentes guionistas y dibujantes que tenían en nómina: Jesús de Cos, Jaume Ribera y Francisco Pérez Navarro (que hacían las historietas de Sacarino y alguna cosa de Mortadelo y Filemón), Juan Martínez Osete (encargado de Pepe Gotera y Otilio y alguna cosa de Mortadelo y Filemón), Sagasty (creador de todas las portadas del Super Humor y Olé), Miguel Ratera (ayudante de algunos Mortadelos) y sobre todo recontratando a Ramón María Casanyes (que se ocupó de la mayoría de las historias de Mortadelo y Filemón y de Rompetechos).
Curioso, porque en ese trienio fuera de la empresa (1982-1985) había dibujado un comic de 4 páginas en una de las revistas que le tenía subcontratado titulado "Mortalelo", donde Filemón practicaba sexo con Ofelia y posteriormente le hacían un tristrás por detrás un maleante, al que Mortadelo se cargaba de un disparo con escena muy gore incluida de desparramiento de sesos y todos los protagonistas sufrían una cruel muerte al final del mismo.
Estos a su vez se las ingeniaban para que aprendices les ayudaran en casa para adelantar trabajo, pintando viñetas o realizando trazos fáciles, realizando entre todos un volumen de dibujos que el propio Ibáñez no podría hacer en lustros.
Ramón María Casanyes se convirtió en el negro oficial de Ibáñez creando las historias que el propio autor no podía hacer porque le habían secuestrado sus creaciones y se encontraba en Grijalbo inventando nuevos personajes como "Chicha, Tato y Clodoveo, de profesión sin empleo" o el "7 rebolling street", una copia de su 13 rue del percebe.
Al final Bruguera fue absorbida en 1986 por el Grupo Zeta y mantuvo esta estructura cambiando su nombre de Bruguera Equip a Ediciones B. Es cuando Ibáñez vio la oportunidad de demandarles, porque la nueva empresa no tenía porque tener los derechos de sus personajes, los cuales quería recuperar a toda costa. En 1988, gracias a la nueva ley de propiedad intelectual, Ibáñez ganaba el juicio y recuperaba a sus personajes... ¿y qué hizo el grupo Zeta tras perder? Contratarle.
Es por ello que Ibáñez siempre saca pecho que en su trabajo nunca ha necesitado ayudantes ni a su avanzada edad, y a lo mucho en sus obras le han ayudado a colorear viñetas para ser entregadas a tiempo en momentos donde el trabajo le acuciaba. Pero a su vez, es verdad que ha tenido "negros" especialmente Casanyes, que ha hecho muchos trabajos entre el 75 y el 86 que habremos leído pensando que son de Ibáñez. Que fue el creador de Paco Tecla y Lafayette, muchos consideran del gran dibujante y que en la actualidad su obra más famosa es el conejo mascota de Nesquick, Quicky.
Aunque este post esté dedicado a sus personajes más famosos, son muchísimos más los que se quedan sin explicar. En total 45 creaciones han salido del cerebro y la mano de Ibáñez, algunas conocidas por muchos que leáis este post, y otras muchas que se quedaron en el tintero al no triunfar, os dejo la lista completa y el año de primera publicación de cada una.