Vida y pecados de Eugenio Astrugància

Por Rodrigojocilesferrer @jocilesferrer

Un virtuoso del vicio. Esteve Sort Potrony y Ramón de Fussimanya

Salí en busca del tiempo perdido Siguiendo el rastro de un amanecer Y me junte con gente sin medida De la que nadie quiere conocer

(Dorian)

O más bien un profesional de la juerga diría yo. Otros muchos hemos experimentado noches largas y locas y hasta partes de día, pero la mayoría, cuando llega el domingo por la tarde, volvíamos a nuestras vidas normales, a nuestros trabajos el lunes o a nuestros estudios y también con nuestros amigos y familias también normales, no sólo los que compartían con nosotros esa actividad de la juerga, que para mí era una afición más, como el deporte, la lectura, la música, la escritura, el rol, los viajes... Eugenio Astrugància (suerte o fortuna en catalán), Perdulari de segundo apellido no regresaba nunca a eses mundo cotidiano para la mayoría, salvo quizá para dormir y eso sería implícito en esta anti hagiografía novelada.

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Y más que vida y pecados yo diría vida y milagros, porque a menudo realizó o le ocurrieron auténticos milagros, esos que sólo suceden a los que tienen todo perdido o el temor a las consecuencias no están entre sus prioridades a la hora de actuar. Aunque lo cierto es que no era un perdido absoluto, tenía una serie de líneas rojas que no cruzó y eso le permitió volver con vida, de todo aquello y poder contarlo.

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Conocí al autor, Ramón de Fussimanya, al relator en un entorno bien diferente, el de la investigación y el amor por la Iberia antigua, sobre lo que normalmente el escribe.

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Volviendo al libro que nos ocupa, Ramón aquí también describe de manera muy interesante una Iberia, la del mundo de la juerga totalmente desfasada y la delincuencia en torno a la droga desde las postrimerías de la dictadura al inicio del siglo actual.

Para los que hemos conocido ese mundo sólo lateralmente y por referencias de un primo de un amigo y que lo hemos pasado bien cuando éramos jóvenes, pero sin pasarnos nunca de la raya que conduce a la autodestrucción física, mental, profesional, económica o legal resulta bastante interesante. Y esto también es conocimiento del mundo en que vivimos.

El Perdulari no es una mala persona, ni un criminal (el que va por ahí causando daño a los demás por gusto y/o egoísmo), aunque sí un delincuente (el que hace cosas ilegales). Moralmente, para mi gusto, sólo le echaría en cara el haber abandonado a su mujer (con la que se casó) y por tanto a su hijo, para irse a vivir con otra novia temporal.

La novelita es la más de las veces divertida, a ratos triste (según los traumas de cada uno), en todo curiosa, si os preguntáis cómo funciona el mundo de la producción, tráfico, mercadeo y consumición de droga y otras diversiones extremas. El autor me lo regaló y creo que buscaba la crítica temprana de un amigo, aunque ya estaba publicado y en el mercado, cosa que le agradezco.

Era una opinión que tenía bastante fundada pero después de leer esto me he reafirmado en ella, la mayor parte de la mierda que hay alrededor de las drogas y esto en todo el planeta es por su tratamiento legal perverso, donde se ilegaliza su producción y venta pero no su consumo. De manera que su precio se dispara, con lo que queda reservada a los ricos o aboca a la delincuencia a los consumidores que no lo son en el primer mundo, su calidad sanitaria (dentro de lo que son) queda totalmente en el aire y ofrece una salida muy atractiva en el tercer mundo y en las capas de tercer mundo dentro del primero, para gentes que de otra manera vivirían en la miseria, convirtiéndoles en delincuentes y a menudo en criminales.

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Hay muchos estudios al respecto, no voy a descubrir la rueda, pero si yo fuera un dirigente con poder y protección absolutos, legalizaría las drogas en mi ámbito de jurisdicción. No por pasión por su consumo, todo lo contrario, para neutralizarlas y reducir su daño al que efectivamente se haga a sí mismo el consumidor, como el que se puede hacer con el que se pasa con el alcohol (en España hay muchísimos menos alcohólicos que en los estados escandinavos tan restrictivos al respecto, en Holanda hay mucho menos consumo de cannabis que en España, cada cual que saque sus conclusiones...). Y la haría vender en farmacias, herbolarios o despachos de tabaco según sus características. Algo que vendes en farmacia y que sale de una planta, no tiene que costar más que el paracetamol: narcotráfico a tomar por culo de un plumazo y toda la mierda a su alrededor, por supuesto. Y los polis y guardias a dedicarse a perseguir a los que matan, violan, esclavizan, roban y defraudan. Las cárceles medio vacías en pocos años.

Más: el que compra algo en una farmacia, no es un malote ni un rebelde ni es guay, es un (puto) enfermo ¿qué glamour tendría eso entre los jóvenes y no tan jóvenes? Ninguno, consumo incauto fuera en poco tiempo.

La lejía es legal y barata y todo el mundo sabe que si la tragas te haces mucho daño y puedes morir. Nadie lo hace, ni siquiera para suicidarse. Imaginad que un chico le dice a una chica que quiere impresionar: "Oye, he bebido lejía y me he jodido el esófago, ¿quieres probar una poca, te invito?", la chica le diría con toda probabilidad: "¡pero tú eres gilipollas!". Pues lo mismo con la coca vendida en farmacia a su precio razonable de producción y tras un registro sanitario y nadie iba a comprar algo en el mercado negro 20 veces más caro. El consumidor de cocaína ya no sería un tío con pasta, arriesgado y con un perfume de delincuente, sería sólo, lo que realmente es: un gilipollas que destruye su mente, su bolsillo, su entorno y su vida...

Pero todo esto jamás se solucionará de la manera que digo porque hay demasiada gente y muy poderosa que sigue siéndolo y teniendo mucha pasta gracias a este estado totalmente perverso de cosas. Así que sois libres de conocer las consecuencias de meterse en ese mundo, por ejemplo leyendo este librito que os recomiendo y de elegir otros rumbos para vuestras vidas.

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Después de leerlo me han entrado ganas de conocer al auténtico Perdulari, que sigue vivo a día de hoy y darle un abrazo, porque realmente se rescató a sí mismo y ayudó a mucha gente a salir del infierno.

Sed libres, felices y vivid en paz.

Ganar o perder, sé que nunca me importa,
Lo que embruja es el riesgo
Y no dónde ir
Y subes otro nivel, y no puedes llegar
(Héroes del Silencio)