Guillermo Busutil es el director de Mercurio, esa revista que acude puntualmente cada mes a su cita en bibliotecas y librerías y que es asombrosamente gratis, a pesar de la calidad de sus contenidos. Aunque ha adelgazado un poco en los últimos meses (consecuencia inevitable de los recortes que nos acechan por todos los frentes), sigue siendo una alegría leer los reportajes con los que nos obsequia, siempre encargados a la pluma de los mejores colaboradores. Recuerdo con especial intensidad el número dedicado a las geografías imaginarias, que creo que aún conservo, repleto de estimulantes recomendaciones literarias que hacen viajar a territorios sólidamente asentados en la imaginación.
Respecto a Vidas prometidas, el libro de relatos que hemos comentado en las últimas sesiones del club de lectura de la Biblioteca Provincial, su lectura nos ha llevado a un interesantísimo intercambio de puntos de vista, entre los que han caído rendidos por la calidad de los relatos (la mayoría) y los que, aun apreciando la solidez de su escritura, no nos hemos sentido tan entusiasmados, entre los que me incluyo. Antes que nada he de decir que uno de los cuentos me ha parecido sobresaliente, muy por encima de los demás, se trata de La siesta de Odiseo, un relato redondo ya desde su título, una hermosísima rememoración de la infancia y la transmisión del amor por las palabras y su soporte físico, los libros:
"Los libros son los mapas de la vida. Te enseñan a imaginarte y reconocerte en otros, te abrigan del dolor y de la soledad más fría y son lo mejor que te queda después de haber vivido. En ellos he llegado a conocerme y ya es hora de que empieces tú a descubrir las enseñanzas que encierran."
Otros relatos son estimables, están bien escritos, pero carecen de la capacidad de evocación de éste. En algunos es evidente la huella de la profesión periodística de Busutil, pues tratan temas de actualidad (la crisis, la falta de ética en la política o la soledad de nuestros mayores) desde un punto de vista muy descriptivo, sin dejar nada a la imaginación del lector, casi como si de un reportaje se tratara. Gabinete Foreman, por poner un ejemplo de uno de los más debatidos, es un relato en el que son muy evidentes sus intenciones morales y de denuncia, en el que el protagonista, que ha sido ángel y demonio a la vez, se encuentra al final redimido de toda culpa, que pasa a recaer en los que le incitaron a caminar por las sendas tenebrosas de las interioridades de la política, cuyos detalles está conociendo estos días una ciudadanía tan indignada como estupefacta. Cuentos aferrados a preocupaciones contemporáneas y a fantasías literarias; como proclama el título del libro, otras vidas, posibles o imposibles, lejanas o cercanas, que el lector tiene la posibilidad de vivir para enriquecer su cotidianidad. Ojalá podamos encontrarnos pronto con el autor y profundizar en la motivaciones de su actividad literaria.