‘Vidas que cambiaron de golpe’: el libro que narra 50 historias de personas cuyas realidades fueron profundamente transformadas tras el 11 de septiembre de 1973
31/08/2023 – 06:00
«Es medio siglo. Es medio siglo en la busqueda.
No pierdo la esperanza.
En estos tiempos en que todo es desechable, la memoria es nuestro soporte moral. «Patricia Recabarren Gonzalez
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“Las 50 historias que se narran en este libro son únicas y especiales. Hablan de resistencia, resiliencia, de amor, de construcción de una sociedad distinta. Así también del horror y de la tortura más sofisticada que fue aplicada por la dictadura; que es la desaparición forzada”.
Así explica uno de sus autores la publicación Vidas que cambiaron de golpe, iniciativa que comenzó a finales de marzo de este año y cuyo libro será lanzado este jueves 31 de agosto.
El texto aborda historias cruzadas por el único criterio de que los entrevistados tuvieran, al menos, 14 años para el golpe de Estado de 1973. Así, en el libro participaron funcionarios del gobierno de Allende, parlamentarios de la época, personas que trabajaron en la Vicaría de la Solidaridad, militantes del MIR, PC, PS, MAPU y la IC, así como independientes y personas que sin ser militantes, sufrieron en carne propia las acciones del régimen de Augusto Pinochet.
El relato ubica a los protagonistas en tres tiempos cruciales para los autores: la Unidad Popular, el 11 de septiembre de 1973 y la posterior dictadura militar.
El texto aborda historias cruzadas por el único criterio de que los entrevistados tuvieran, al menos, 14 años para el golpe de Estado de 1973. Así, en el libro participaron funcionarios del gobierno de Allende, parlamentarios de la época, personas que trabajaron en la Vicaría de la Solidaridad, militantes del MIR, PC, PS, MAPU y la IC, así como independientes y personas que sin ser militantes, sufrieron en carne propia las acciones del régimen de Augusto Pinochet.
Interferencia conversó con Alexis Polo González, periodista, investigador y editor del libro para conocer más detalles de la publicación.
– ¿Cómo y cuándo surgió el proyecto y cuál fue la motivación detrás de esta iniciativa?
– El proyecto comenzó a finales de marzo de este año. Si bien la idea fue particular, rápidamente se transformó en un proyecto colectivo. La motivación principal que nos llevó a realizar este libro se debe a que veíamos con preocupación, cómo a 50 años del golpe de Estado, se multiplicaban las voces que reivindicaban la dictadura más brutal por la que ha pasado nuestro pueblo y negaban las graves violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante 17 años.
Así también, creíamos que era importante rescatar la vida y el proyecto político de quienes entrevistamos, puesto que sus vidas no empezaron el 11 de septiembre de 1973. Ellas y ellos creían en una sociedad más justa, tenían ideales y lucharon para concretar sus anhelos y eso muchas veces se ha invisibilizado.
– ¿En qué consiste en concreto la idea que se lleva a cabo en Vidas que cambiaron de golpe?
– Para hacer el rescate de las vidas de nuestros entrevistados, nos parecía importante contar quiénes eran, dónde crecieron, si militaban o no militaban, si tenían responsabilidades políticas o no. Es por ello que los ubicamos en tres tiempos cruciales para Vidas que cambiaron de golpe; la Unidad Popular, el 11 de septiembre de 1973 y la posterior dictadura militar.
“Las historias que más llamaron la atención fueron las de Patricia Recabarren González,* quien tiene a cuatro familiares detenidos desaparecidos. De Roberto Celedón,*** quien trabajó en la Vicaría de la Solidaridad y fue torturado por la dictadura. A pesar de eso, en su relato, Celedón entregó profundas reflexiones sobre la fe, lo profesional, lo político y lo personal. Y la de Leila Nash, quien en septiembre de este año cumplirá 50 años buscando a su hermano, Michel Nash, cabo del Ejército. Sus padres ya fallecieron y es la única integrante del núcleo familiar que sigue con vida”, dice el editor del libro.**
El objetivo concreto era visibilizar sus luchas y sueños y cómo todo lo creían fue arrebatado de golpe. Pero más allá del hecho dramático que significó el golpe de Estado y la posterior dictadura militar, para nosotros era importante mostrar que hubo personas que lucharon, que resistieron y que siguen resistiendo y luchando a 50 años del 11 de septiembre de 1973. Que siguen buscando a sus familiares, que siguen buscando verdad y justicia.
– ¿Cómo se dio el proceso de buscar las historias que se cuentan en el libro? ¿Tenían algunos criterios particulares o se fue dando caso a caso?
– El único criterio que teníamos para realizar este proyecto era que nuestros entrevistados tuvieran, al menos, 14 años para el golpe de Estado de 1973.
En este libro participaron funcionarios del gobierno de Allende, parlamentarios de la época, personas que trabajaron en la Vicaría de la Solidaridad, militantes del MIR, PC, PS, MAPU y la IC. Independientes y personas que sin ser militantes, sufrieron en carne propia el horror de la dictadura.
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– Como autores, y entendiendo que todas las historias pueden ser relevantes por su propio mérito, ¿cuáles fueron las que más les llamaron la atención y por qué?
Las 50 historias que se narran en este libro son únicas y especiales. Hablan de resistencia, resiliencia, de amor, de construcción de una sociedad distinta. Así también del horror y de la tortura más sofisticada que fue aplicada por la dictadura; que es la desaparición forzada.
Desde mi punto de vista, las historias que más me llamaron la atención fueron las de Patricia Recabarren González, quien tiene a cuatro familiares detenidos desaparecidos. De Roberto Celedón, quien trabajó en la Vicaría de la Solidaridad y fue torturado por la dictadura.
A pesar de eso, en su relato, Celedón entregó profundas reflexiones sobre la fe, lo profesional, lo político y lo personal. El legalista recorrió una historia única que se construye sobre experiencias colectivas capaces de remecer la historia de un país. Y la de Leila Nash, quien en septiembre de este año cumplirá 50 años buscando a su hermano, Michel Nash, cabo del Ejército. Sus padres ya fallecieron y es la única integrante del núcleo familiar que sigue con vida.
– ¿La idea fue siempre que apareciera una publicación impresa o en un primer momento se pensó sólo en digital? ¿La cuenta de Instagram seguirá subiendo relatos con las fotografías de los protagonistas?
– Cuando nos reunimos a finales de marzo en un café en el centro de Santiago, ya sabíamos que queríamos imprimir un libro y que serían 50 relatos. En esa primera reunión, nos dimos cuenta que con cuatro personas no seríamos capaces de lograrlo en tan poco tiempo, así que invitamos a dos personas cercanas y en el camino a una tercera persona. Si hubiese faltado una persona de las siete que trabajamos este libro, no hubiéramos logrado nuestro objetivo.
La cuenta de Instagram se realizó para dar a conocer el proyecto, ya que este fue un trabajo totalmente autogestionado y necesitábamos reunir fondos para la impresión del libro. Ya hemos subido las 50 fotografías de nuestras y nuestros entrevistados. Sin embargo, seguiremos utilizando la plataforma para dar a conocer futuros lanzamientos.
– ¿Quiénes componen el equipo del proyecto y cuál fue su función dentro de él?
El proyecto está compuesto por siete personas: cuatro periodistas y tres fotógrafos.
Alexis Polo González; periodista. Entrevistador, investigador y editor del libro.
Francisco Paredes Sierra; fotógrafo.
Ignacio Kokaly Balladare; periodista. Entrevistador e investigador.
Isidora Varela Loreto; periodista. Entrevistadora e investigadora.
Benjamín Jesús Martínez; periodista. Entrevistador e investigador.
Macarena Fuentes Aceiton; fotógrafo.
Mario Hans Salinas; fotógrafo y diseñador del libro.
*Patricia Recabarren Gonzalez.
Hija de Ana Gonzalez de Recabarren y Manuel Recabarren.
5 miembros de su familia fueron detenidos y desaparecidos en Abril de 1976.
Manuel, su padre, Luis y Emilio, sus hermanos, junto a Nalvia, su cuñada y el bebé de 3 meses del cual estaba embarazada.
El Puntito, su sobrino, con 2 años, fue dejado a una cuadra de su casa, luego de haber secueatrado a sus padres.
Su madre, Ana Gonzalez de Recabarren, puso un candado en la puerta el día en que desaparecieron su amado Manuel, sus hijos, su nuera y el nieto que iba en su vientre, con la esperanza de poder abrirlo el día en que volvieran a cruzar por esa puerta.
Pero a Ana, a Patricia, a Puntito, a su familia, no les dieron esa posibilidad, se las quitaron.
«Es medio siglo. Es medio siglo en la busqueda.
No pierdo la esperanza.
En estos tiempos en que todo es desechable, la memoria es nuestro soporte moral. «
“VIDAS QUE CAMBIARON DE GOLPE,11 DE SEPTIEMBRE DE 1973
fcabieses- 19 sept 2023
Autora: MARIA EMILIA TIJOUX
Socióloga, profesora de la Escuela de Sociología de la Universidad de Chile. Directoria de la Revista Actuel Marx Intervenciones.
Sencillas y emocionantes historias se entrecruzan en este libro de Ceibo Ediciones para conmemorar los 50 años del Golpe de Estado en Chile. Se trata de 50 entrevistas realizadas por los periodistas Alexis Polo González, Francisco Paredes Sierra, Ignacio Kokaly Balladare, Isidora Valero Loreto, Benjamín Jesús Martínez, Macarena Fuentes Aceitón y Mario Hans Salinas
Hay mucho que decir sobre este libro. Lo primero es que es un hermoso objeto-libro debido a su gráfica, a la letra elegida -que trae a la máquina de escribir hasta nuestro escritorio-, o al olor a tinta que emana al ojearlo. Pero, además, cada relato llega acompañado de fotografías que le dan rostro a historias que estuvieron tan ocultas como lo estuvieron sus autores. A la inversa de tiempos en que una foto complicaba tanto a la existencia, hoy no hay nada que ocultar. Por eso la escritura tiene ese rostro que nos mira de frente -tal cual es hoy-, para invitarnos a dialogar.
Pienso que hay acá un equipo cómplice que trabajó con cuidado para llevarlo a cabo. Se advierte el trabajo de archivos, la preocupación por la búsqueda y el respeto por entregar la palabra.
Tengo ahora los ojos puestos frente a 50 relatos que tienen, cada uno, características muy particulares. Habría que intentar ir más allá para realizar la historia de cada uno y cada una que se repartiera por escuelas, organizaciones, instituciones, amigos y amigas. Porque la lectura nos conduce hacia la riqueza de lo vivido que acá se atrapa en algunas páginas.
No cabe duda de que cada relato es único, pero se amarra con los demás desde el tiempo que permanece en el recuerdo para quedarse. Allí-aquí. Detenido. En un 11 de septiembre de 1973. Algunos y algunas eran jóvenes ya entrando en adultez. Otros/as eran adolescentes y algunos eran aun niños.
Ese martes 11 se vivía desde el cada uno y cada una. Había que ir al colegio, al trabajo, a la universidad, a labores preparadas, a las organizaciones. Pero repentinamente se interrumpieron las rutinas y jamás se volvió hasta ellas como si nada hubiese ocurrido.
Quienes hoy nos convocan para abrirnos la puerta vivían su propia vida en Villa Lenin, en Villa Francia, en Ñuñoa, Conchalí, Arica, Franklin, San Joaquín, San Miguel, La Granja, Iquique, Patronato, Chorrillos, Colla, Barrio Brasil, Recoleta, Cañete, Lota, Población Dávila, La Chimba, Valparaíso, Barrancas, San Felipe, Talca, entre otros lugares que no he conseguido recoger aún y me disculpo por ello. Cada una de esas vidas tenía un ritmo propio. Probablemente casi ninguno se conocía entre sí. Pero había un hilo que los ataba, más allá de esa cotidianidad que acá se relata en la emoción del recuerdo infantil o la experiencia juvenil que corta el tiempo al detenerse en el padre, la madre, la abuela, el hermano, los vecinos.
El hilo que los rodeaba para hacerlos uno, provenía de un momento excepcional y de una historia política que luego terminaría midiéndose en lo que absurdamente se dice que son “mil días”. Ese hilo unía estas existencias y luego ingresaría en esa heterogeneidad para unir desde las distintas experiencias, lo que se suponía estaba separado. El hilo se había tejido en torno a un proyecto que auguraba justicia y dignidad.
Me conmueve encontrarme con relatos de compañeros y compañeras que conozco, pero de los cuales desconozco lo que han guardado durante tantos años. Sin embargo, la belleza de esta escritura en primera persona que permite ser actor y autor al mismo tiempo es el logro de una obra que consiguió que el Yo fuera central. Sin interpretaciones. Sin intervenciones. Para entregar al lector hoy día este ramillete de recuerdos que nos invitan a reflexionar sobre la historia, la memoria, la política.
Hoy es 11 de septiembre y estamos acá reunidos gracias a un libro que ya por sí mismo ayudó a reunir a estas 50 historias que gracias a este ejercicio de memoria consigue poner a sus protagonistas en el lugar político que tuvieron. Sí, hoy es 11 de septiembre y si miramos el escenario nacional vemos que hay continuidades. Tanto en los dueños del país, como en quienes intentan suavizar los hechos.
No obstante, a cincuenta años del golpe de Estado, y a cincuenta y tres del triunfo electoral de la Unidad Popular, la historia, la memoria y la política vuelven a ser interrogadas por los procesos de revolución social, para empujarnos una vez más a seguir preguntándonos por la lucha de clases y por las distintas problemáticas que ella suscita con un importante trasfondo económico, social, político y cultural. En los años setenta en Chile se vivía un proceso social y político, que distintas fuerzas y analistas discutían si caracterizar como situación revolucionaria o prerrevolucionaria. Esto, que hoy no se recuerda públicamente, o se recuerda poco, es central. Se trata del coeficiente transformador de la política anticapitalista en Chile y en el mundo durante ese periodo, y que se presentaba como la posibilidad real de una transformación radical de la sociedad. Había efectivamente un movimiento de masas que irrumpió en la escena sociopolítica.
Una compañera muy querida que conozco desde aquellos años me recordaba hoy que decíamos a menudo que no se había tenido confianza en nuestro pueblo. Y cuanta razón tiene. Todavía hay un pueblo allá afuera de las catedrales, que lucha, que recuerda, que vibra. Me detengo en ese pueblo consciente, tan claro, que nos entregaba propuestas que nos sorprendían debido a una claridad que emanaba de sus propias luchas y de sus mismos sufrimientos. Pues muchos y muchas no habían estado en escuelas ni en universidades. He leído algunos de estos relatos que me llevan hacia los setenta cuando sentada y en silencio tomaba apuntes de las enseñanzas de trabajadores y pobladores que día a día habían forjado su historia. Pienso en que muchos dejaron este mundo en esos días y posteriormente sin que nadie lo supiera, ni denunciara que los habían asesinado o que habían desaparecido.
No podemos olvidar que la clase obrera y sus organizaciones se habían aliado contra las clases dominantes que estaban (y están) representadas por la oligarquía terrateniente y financiera, cuestionando el modelo de acumulación capitalista, y que ocuparon las fábricas, corrieron los cercos, tomaron las tierras, participaron en los procesos de nacionalización, todo como el resultado de un largo proceso de autoorganización que se plasmó en la creación de comandos comunales, comandos campesinos y cordones industriales que levantaron esa hermosa consigna de “crear poder popular”. Como y cuanto se refleja este proceso liberador en el libro. Al igual que se refleja en los recuerdos la importancia del medio litro de leche y de la alimentación en la escuela de quienes no tenían posibilidad de hacerlo en sus casas.
La clase trabajadora estaba con Salvador Allende. Hasta el final.
Ese martes 11 de septiembre Salvador Allende moría luchando con las armas en la mano y defendiendo hasta el final a la clase trabajadora a la cual le dedicó su último discurso. Y en ese combate donde entregó la vida, seguimos convencidos de que fue allí, en el Palacio de la Moneda, que recibió las balas de una traición que había sido durante largo tiempo programada. Así lo señalan Francisco Marín y Luis Ravanal en dos libros que dan cuenta de investigaciones históricas y forenses.
Pero el puñado de dominantes con Agustín Edwards a la cabeza no lo podía permitir. Los “rotos” jamás podrían tener un lugar en su horizonte donde reinaba el capital y que ese septiembre lo demostraba abiertamente cuando se abría a la barbarie generalizada para detener, secuestrar, perseguir y aniquilar a quienes buscaban cambiar el estado de injusticia por uno de justicia.
El “enemigo interno” que representaba el peligro de un “cáncer a extirpar” está protagonizado por quienes dan cuenta de sus historias que develan la crueldad. Pero no es una crueldad cualquiera. Es aquella proveniente de un programa que había sido cuidadosamente pensado y ejecutado.
El Golpe que tanto ha golpeado no se podría comprender sin que nos detengamos en el precedente de la Unidad Popular, pues allí está la justificación ideológica que sigue presente en los discursos que hoy mismo escuchamos de parte de la derecha y de sus allegados. Justificar el Golpe implica colocar a la Unidad Popular y al presidente Allende en el lugar “maldito” que refuerza el postulado de la doctrina de seguridad nacional. Luego el exterminio del “enemigo interno” parece algo normal.
Quiero terminar con un diálogo que se da entre la memoria y la historia en las conclusiones del libro “El Centinela mesiánico. A la izquierda de lo posible” de Daniel Bensaid, cuando nos preguntamos sobre qué es lo que debemos rememorar y siguiendo estos relatos que dan cuenta de un antes, un durante y un después del Golpe.
La Memoria: Tú me miras desde arriba, con tus archivos muy bien ordenados y tus títulos de propiedad sobre el pasado. Y estas ahí, sin embargo, titubeante ante tus páginas en blanco y tus pizarras mágicas borradas al momento de ser escritas.
La Historia: Yo tengo mis páginas en blanco. Tú tienes tus hoyos negros. Olvidadiza Penélope, mendiga trepadora de los tiempos.
La Memoria: Pero ahora no hacemos más que una. Tú has querido los diplomas. Elevarte a la dignidad de ciencia. Solamente eres pasado bajo las horquetas de los vencedores.
La Historia: Yo he gastado mis ojos para ver más claro, mientras que tú te abandonas a infértiles lloriqueos y circulares movimientos. Conseguido tu meta. ¡¡¡¡Pero en qué estado!!! Bajo la cartuchera del Orden y del Progreso. Con un pie ya dentro de la corte de las almas muertas.
La Historia: Tú no tienes el monopolio de los oprimidos. También he tocado fondo en las profundidades, reconstituido la voz de los sin voz…
La memoria: Era muy necesario que te democratizaras. Pero todavía confundes la profundidad del sentido y la amplitud de las cifras. La humillación y la esperanza no se estatizan.
La Historia: ¡¡¡Novelista!!!!
La Memoria: ¡Periodista! No paras de oscilar entre teleseries y noticias. Has perdido el sentido del acontecimiento auténtico.
La Historia: Yo verifico mis fuentes. Tengo mis informantes y mis relaciones. Muy bien situadas. ¿Acaso vives del aire de los tiempos tiempo? ¿De quién pretendes ser portavoz? Tus comunidades se disuelven, tus condensadores se deshacen.
La Memoria: Y tus informantes se mediatizan. Te entregas al espectáculo. Tus miradas de piedra están vacías. ¡Monumento!
La Historia: Tus imágenes palidecen y se desvanecen. ¡Anticuaria!
La Memoria: En el fondo, te compadezco. ¡Qué tiempo el tuyo! Tan desesperadamente rectilíneo, vacío y sin fin. Porque digamos lo que digamos, yo sé muy bien que no tienes fin.
La Historia: Mi tiempo ordenado vale más que tu tiempo caótico.
La Memoria: (Suspirando)… Qué ciencia haces tú…
La Historia: (suspirando) Que vida llevas tu….
La Memoria: Tú no tienes presente.
La Historia: Tú no tienes porvenir.
La Memoria: ¿Nosotras dos, puede ser?
La Historia: ¿Nosotras dos? Puede ser, en realidad nunca deberíamos habernos separado.
La Memoria: Tu serias otra historia.
La Historia: Y tú no serias más la Memoria. Juntas no seriamos ni tu ni yo, sino otra cosa.
La Memoria: Nosotras juntas habríamos hecho Política.
La Historia: Y nuestra Política, no sería más Política. Sin embargo, sería una Política del tiempo presente, donde el baile de lo virtual la llevaría (o estaría por encima) de las zancadillas de lo real, del eterno retorno, donde el hacha acerada de la razón mesiánica cruza el martillo del materialismo critico… Y allí esta Walter Benjamín, entregándonos la alerta general en la cadena de los centinelas adormecidos.
