Vaya por delante que me desagrada profundamente la edición de vídeo; no es como la edición de fotografía -que no toco ni con un palo porque tenemos profundas discrepancias el resto del universo y yo sobre cómo está bien una fotografía- pero, si puedo evitarlo, no me meto con ello.
Aún así, hay veces en las cuales las circunstancias mandan... o ante un proyecto ves suficiente recorrido, interés y consecuencias colaterales para que sea interesante y, además, lo estás viendo antes de hacerlo y tienes dispuestos a trabajar un equipo del cual te fías con los ojos cerrados. Eso es lo que ha ocurrido en este mes anterior con un vídeo que debía ser una típica fusilada de youtube y se ha transformado en un proyecto con dos guitarristas en directo, una directora de música, una ilustradora, un colaborador para efectos sonoros, una colaboradora para voces en off, dos fotógrafos / camarógrafos, cuarenta alumnos cantando y vuestro seguro servidor peleándose con los micrófonos y las mesas de sonido.
El resultado ha sido... muy satisfactorio. Los alumnos han quedado contentos, los padres también y hemos metido una dosis de autoestima a alumnos en un estado bastante lamentable que se merecían. Fantástico. Ojalá siempre pudieramos decir estas cosas.
Pero a nivel técnico he encontrado un problema que he considerado curioso y merecedor de ser explicado. Dado que no me gusta complicarme la vida con la imagen, hago la edición con Openshot, que trabaja con el mismo método que Audacity, no me satura la -limitada- máquina de la que dispongo y tiene efectos y potencia más que de sobras para lo que suelo hacer.
¿Y cuál era el problema? La ruta de los proyectos.
Acostumbrado a Audacity, donde el proyecto se puede mover en un USB de un lado a otro, cometí el error de creer que funcionaba igual y que sólo debía preocuparme de ir grabando de forma frecuente el proyecto en cuanto las pistas llegaran a un cierto grado de complejidad para no perder modificaciones y ajustes. Mi sorpresa fue que al intentar trabajarlo en el instituto una vez con otro usuario TODOS los ficheros adjuntos, que estaban localizados en una carpeta en el mismo usb, fueron marcados como perdidos. El susto fue mayúsculo, como podéis imaginar.
Cuando volví a ponerlo en mi usuario y funcionó perfectamente, me olí la tostada. Hice varias pruebas y, sin ver el código, puedo confirmar que no es un error sinó una característica de funcionamiento que muestra que el programa ha sido concebido para trabajar una única persona y no gestionar proyectos compartidos -a menos que el material compartido esté en una unidad de red-.
En esencia: Cuando se añaden ficheros a un proyecto de Openshot, la ruta de acceso a esos ficheros es ABSOLUTA DESDE LA RAIZ, lo cual implica que el nombre de usuario aparece en cualquier caso, incluso en un USB; por lo cual no se puede trabajar el mismo proyecto desde usuarios diversos. Reitero que NO ES UN ERROR sinó una característica... que ojalá sea cambiada en versiones posteriores porque ya tienen bastante mala fama los editores de vídeo de código abierto para añadirle un problema a la hora de crear proyectos de trabajo colectivo.
Os dejo por hoy. Hasta otro día.