Tras la masacre en la escuela Sandy Hook en Newtown, Connecticut, ya han salido varias personalidades a utilizar la tragedia para promover sus agendas, típicos cristianos.
Pero ellos no son los únicos. También han salido los políticos -por n-ésima vez- a culpar los videojuegos, desconociendo la evidencia científica. Aquí está esa evidencia, para que la usen en futuras ocasiones.
En el 2001, se hizo una revisión de la literatura científica disponible sobre el tema [PDF]. ¿Qué encontraron?
En conclusión, la evidencia científica actual no apoya una de las principales preocupaciones de que los videojuegos violentos llevan a la violencia en la vida real. Sin embargo, los estudios bien controlados de adolescentes son insuficientes. Además, esta conclusión podría cambiar a medida que se realicen más investigaciones sobre los juegos más recientes y cada vez más realistas.
Y de hecho, ahí no pararon las investigaciones, sino que siguieron con ellas. En el 2005 se publicó un artículo sobre videojuegos y salud:
En resumen, teniendo en cuenta que el jugar videojuegos es altamente prevalente entre los niños y adolescentes en los países industrializados, hay poca evidencia de que la frecuencia moderada de juego tenga graves efectos agudos adversos del juego moderado. Los efectos adversos, cuando ocurren, tienden a ser relativamente menores y temporales, y se resuelven espontáneamente con la disminución de la frecuencia de juego. Se necesitan más pruebas sobre el juego excesivo y en la definición de lo que constituye un exceso en primer lugar. También debe haber estudios a largo plazo del curso de la adicción a los videojuegos.
En el 2007, se realizó una investigación con el fin de establecer si había vínculos entre los videojuegos y la violencia. El estudio fue llevado a cabo por Lawrence Kutner y Cheryl K. Olson, los co-directores del Centro de Salud Mental y Medios de Comunicación de la Escuela de Medicina de Harvard.
Luego, Kutner y Olson escribieron el libro Grand Theft Childhood: The Surprising Truth About Violent Video Games and What Parents Can Do, que tomó como punto de partida dicha investigación.
El libro llega a conclusiones radicalmente distintas de lo que proponen los defensores de la censura en los videojuegos:
Finalmente, los autores expresan la preocupación de que “centrarse en esos objetivos fáciles pero de menor importancia como los videojuegos violentos hace que los padres, activistas sociales y los responsables de políticas públicas hagan caso omiso de causas más poderosas e importantes de la violencia juvenil que ya han sido bien establecidas, incluyendo una rango de factores económicos, de comportamiento, sociales, biológicos y de salud mental “(página 190).
Y, a pesar de esto, se siguió estudiando el tema. En el 2008, se realizó una investigación que buscaba establecer si había una relación causal entre los videojuegos violentos y la agresividad o no. Esto fue lo que se encontró:
Los resultados indicaron que el carácter agresivo, la violencia familiar y de género masculino eran factores predictivos de la delincuencia violenta, pero la exposición a videojuegos violentos no lo era. Los modelos de ecuaciones estructurales sugirieron que la violencia familiar y la agresión innata como predictores de crímenes violentos encajaban mejor con los datos de lo que lo hacía la exposición a la violencia de los videojuegos. Estos resultados cuestionan la creencia común de que violenta-video-juego exposición provoca actos de violencia.
Así que no – no hay relación, ni causal ni de ninguna otra, entre videojuegos violentos y violencia. No hay evidencia de eso.
Es hora de que los videojuegos dejen de ser chivos expiatorios de políticas no sólo censoras, sino también intrusivas: otro argumento suele ser el de que hay un nivel inaceptable de violencia en los videojuegos y que el estado debería regularlo.
Pues lo siento, pero el estado no debe decirle a nadie qué preferencias tener, ni hasta qué punto es aceptable un gusto y cuándo empieza a ser considerado una aberración; mucho menos, dándole la espalda a los hallazgos científicos.
Fuente: DE AVANZADA