Impresionante la limpieza de ejecución en cada obra, la sabia elección de registros, la claridad meridiana con la que pudimos paladear todas y cada una de las voces, notas independientes siempre relacionas, una verdadera liturgia oficiada por el maestro Arid Gast (1962) que pergeñó obras con verdadero primor, orden y concierto similar al de las vidrieras y las piedras góticas de la catedral más bella de España, con perdón para las demás (y lo dice un asturiano).
La Fantasía en do mayor, BWV 570 supuso el momento álgido de la ceremonia, la liturgia de la palabra hecha música, cual golpe de pecho inicial y sobrecogedor ante unos pecados siempre veniales en un Bach que componía "Soli Deo gloria", vanidad y soberbia casi necesariamente reflejadas en la escritura y aún más en una ejecución cual penitencia y absolución por el "pastor Gast".