Pasear hoy en día por la vieja ciudad imperial, visitar no tan solo sus clásicos museos sino también otros que apuestan firmemente por opciones artísticas más rompedoras; observar como su abundante arquitectura barroca se entrelaza con la contemporánea y disfrutar del despertar de sus calles, sobre todo cuando cae la noche, nos hace pensar que Viena se ha reinventado.
En su pequeña plaza, generalmente abarrotada de turistas, si podemos visitar un pequeñito centro comercial decorado con el mismo estilo: el Hundertwasser Village.
Karlskirche: la iglesia dedicada a San Carlos Borromeo.
La belleza del clasicismo barroco de Karlskirche es un contrapunto perfecto al arte del Landstrasse.
Sin embargo, nada más traspasar su umbral, nos asombrarán los bellos frescos pintados en los 1.256 m2 de su cúpula, por Johann MichaelRottmayr. No te extrañe observar como una inmensa torre metálica, de 32,5 metros de altura, se instala en su interior. Toma su ascensor y elévate hasta su cúpula para poder observar con minuciosidad, al alcance de la palma de tu mano, cualquier tipo de detalle de sus frescos que vienen a representar escenas de la vida de San Carlos Borromeo. Te puedo decir que es ¡impresionante!.
Por hoy dejamos esta bella ciudad, aún cuando nos queden muchos más capítulos para realizar más paradas, para describirla, para descubrirla y para seguir apasionándonos con ella; eso sí, no sin antes desearos, como siempre, ¡Salud, ciudadanos viajeros!.