“Viene una chica” es la película que Chema Sarmiento presentó en Seminci, ante una sala repleta de gente y con la mediática presencia de Vicente del Bosque entre los invitados en la premiere, también se contaba con los actores y el director de la cinta, este último agradeció la ayuda que ha tenido y la presencia del público.
Una historia de amor, o de amores y desamores, protagonizada por Borja Gonzalez Carpintero como Tino, un adolescente con síndrome de Down y que vive su primer romance, un paso más en su recorrido hacia la vida adulta y ese aprendizaje que es el saber que no todo lo que queremos termina sucediendo.
Quizá el espectador se acerque a esta cinta pensando que encontrará una especie de falso documental, un alegato por estos jóvenes o cualquiera de esas ideas predefinidas que solemos tener (y tan fallidas suelen ser), pero lo que se encontrará es algo totalmente distinto, y es un sencillo cuento de un chico que se enamora. Nada más y nada menos. No se pretende dar una reflexión más allá, o tener una lectura social, lo que se hace es solamente narrar algo que pasa y no usarlo de excusa.
Las interpretaciones son mejores y peores, algunas te pueden gustar más o menos pero todas logran conmoverte, lo que es un logro si tenemos en cuenta que prácticamente nadie en este trabajo es actor profesional, por eso mismo el director dejaba mucho de cada uno en su interpretación como nos dijo en la entrevista que publicaremos en breve. Destaca la escena en que, tras un ensayo teatral, Tino y sus compañeros (todos son Down) dan una respuesta al hecho de que todos moriremos, y que no desvelaremos más ya que lo mejor es verlo y sentirlo.
No es una gran producción, no tiene actores de renombre que la hagan destacar en la cartelera y tampoco cuenta con un enorme equipo de publicidad para promocionarla, y quizá por todo eso merezca tanto la pena sentarnos en la butaca y dejarnos ir por los casi 90 minutos que dura. Disfrutar de una historia muy real, de algo que nos ha pasado a todos y recordar con añoranza esos años en que éramos adolescentes, y que ya nunca volverán.