Viento en popa a toda vela

Por Lamadretigre

S.O.S.

Necesito un favor. Urgente. Detengan el verano.

No estoy preparada. Repito. No estoy preparada.

Desactivar verano. Insisto. Verano off. Ya.

Ocho días quedan. Ocho. Ocho míseros días hasta que nos embarquemos en nuestro gran éxodo familiar en busca del sol. No son suficientes. Ni de lejos. Lo tenía muy claro: Este verano iba a ser perfecto. Este iba a ser mi verano. Clarísimo lo tenía. Hasta ayer.

Háganse ustedes una idea. Siete veranos llevo embarazada o con una lactante colgando del bikini. Siete. Se dice pronto. Por eso este verano, mi verano, iba a ser diferente. Este verano, no estoy embarazada. Y aunque todavía lactante, La Cuarta es ya una personita que duerme como los ángeles y me iba a permitir pasearme por los garitos nocturnos sin bombo ni bebé colgante. Luciendo un palmito de quitar el hipo y un fondo de armario que ni Gossip Girl. O casi.

Pero no. Ayer ya empecé el día con un rifirrafe de lo más desagradable con la báscula. No va y me dice la muy descarada que adolezco de cuatro kilos de sobrepeso. No uno. Ni dos. Ni tres. Cuatro. Y con las chichas todavía bailantes de tanto embarazo no está una como para lucir kilos de más en pieles que no sujetan. Desastre. Total.

Lo que es peor, estoy virgen de sol. Ni un solo rayo de ese sol alemán que no es ni chicha ni limoná he tomado todavía. Pueden ustedes imaginarse el tono de piel que gasto: entre blanco y morado tirando un poco a verde. Ideal para empezar las vacaciones tarde cuando todo hijo de vecino español lleva tres meses de piscina a sus espaldas. Vamos a tener que repartir gafas antirrefractantes entre los vecinos antes de hacer nuestra entrada en la piscina.

Para más inri debí quedarme calva sin saberlo en primavera y parece que mi población capilar ha tenido a bien reproducirse justo ahora. De manera que enmarcando mi cara de pan luzco una suerte de diadema de pelos de longitudes que oscilan entre uno y dos centímetros que siempre, siempre, están de punta. Ni imaginarme quiero la pinta que voy a tener el día que me aproxime al litoral y se hagan caracolillos. Lo peor es que esto mismito le pasó a mi amiga la de Madrid hace unos meses. Lo que me pude reír de ella y su flequillo improvisado. Ha sido un castigo divino. Se lo digo yo.

Para colmo de males no sé en qué momento preciso capté onda de que se llevan las rayas marineras. Se ve que se me grabó a fuego en el subconsciente y puedo constatar y constato que sólo tengo ropa de rayas. Azules y blancas. Tengo camisetas de rayas, tops de rayas, chaquetas de rayas, pantalones de rayas,  calcetines de rayas y un vestido de rayas. Hasta bolso marinero tengo. Por si no lo sabían Tommy Hilfiger ha sacado unas chanclas de rayas. También las tengo. Y No les cuento de qué color es el único bikini que me cabe porque no me van a creer.

¿Cuánto calculan ustedes que tardará la high society marbellí en hacerme un unfollow 1.0. por abuso de estilismos naúticos? Cero coma.

Y en las fiestas de blanco ¿Qué me pongo?

Nada. Este verano sólo sirvo para izar amarras.


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