Oviedo viene a paliar el desaguisado y barbecho organístico (entre todos mataron y él solo se murió), quedándose en una simple agonía porque cada verano recupera parte de este legado, estando presente algún concierto como el último al que asistimos, con un nuevo lleno "pagando" incluso la misa previa en La Corte, la antigua iglesia del monasterio de San Vicente, el mismo del Padre Feijóo que preside la plaza, y cuyo claustro acoge hoy el Museo Arqueológico, sede de la mayoría de conciertos veraniegos, una iglesia restaurada en el XVIII que tiene el mejor órgano ovetense y una de nuestras joyas (junto al de Puerto de Vega), instrumento barroco (1705) “mudo” desde 1950, restaurado por Grenzing en 1988 cuando quedaba dinero para casi todo, y que si pudiese hablar daría para muchas y variopintas historias de muerte y resurrección musical con Moisés casi patrono por "salvado" de las aguas en 2003.
Variados compositores para un concierto de autores variados comenzando por la Sonata quarta: La Castella de Pandolfi Mealli, una "sonate à violino solo, per chiesa e camera" de tres movimientos donde aparecen los contrastes antes mencionados, en versión para órgano y dos flautas en subidas y bajadas dialogadas con solos intermedios de la tecla desde registros similares capaces de confundir a oídos inexpertos, para seguir con nuestro Correa de Arauxo y su Tiento de dos tiples de séptimo tono básicamente flautas, arreglo para órgano y flautín antes de la incorporación de la segunda flauta contralto al final de esta obra con tintes virtuosos rica en disonancias, como la mayoría de formas elegidas, .
Crecida la flautista y profesora española en Londres nos dejó un impecable Ricercare de Virgiliano (de Il Dolcimelo), obra solística pleno de recursos al servicio de la partitura, haciendo cantar sola una flauta no ya española sino internacional, trinos imposibles, fraseos vocales y poderío instrumental, virtuosismo en estado puro en todo el amplio registro de la flauta contralto.
Igualmente buena mecánica y combinaciones con la flauta baja en la cláusula Doulce memoire de Sandrin que glosase nuestro Diego Ortíz, respetuosas dinámicas del órgano con la piccolo femenina en una hermosísima reinvención remanso de paz que aumentaría en intensidad con la incorporación del bajón nuevamente en difícil afinación que no enturbió la interpretación del trío.
Los danzantes pájaros del dúo de flautas con órgano de la Ciaccona de Merula, perteneciente a las "Canzoni" publicadas en Venecia en 1637, redondearon una completa velada de formas instrumentales para lucimiento de todos, entendimiento de soplo humano felizmente casado con el mecánico, todo un amplio despliegue de recursos musicales que hicieron cantar a los tres vientos, ya que es denigrante el público mal educado al que no le importa siquiera estar en un templo religioso, algo que debe cantarse a los cuatro vientos pese al dicho de "espectáculo gratis, cueste lo que cueste".