Viernes, 16 de Febrero de 1940

Por Sila
NORUEGA: El buque de suministros alemán Altmark navega por la costa sudoccidental noruega. Desde hace unos días, se encuentra en aguas jurisdiccionales noruegas, y ha sido revisado por las autoridades de este país neutral, las cuales han dictaminado que el Altmark no lleva ninguna carga militar y le han permitido seguir su camino, eso sí, escoltado por dos destructores de la Real Marina Noruega. Pero dentro de las bodegas del Altmark sí que hay una carga que si bien no es estrictamente militar, sí que está directamente relacionada con la guerra: 299 marineros británicos, hechos presos durante la correría del Graf Spee del año pasado. Lo que ni alemanes ni noruegos saben es que la Royal Navy ha detectado al buque germano, y se dirige rápidamente hacia allí. El propio Primer Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, ha dado orden de liberar a los presos británicos incluso enfrentándose, si fuera necesario, con los noruegos. El destructor HMS Cossack, comandado por el capitán Philip Vian, alcanza durante la mañana al Altmark. Comienza una de las operaciones de rescate más famosas de la guerra.

El Altmark trata de huir en cuanto detecta al destructor británico, y pone rumbo al fiordo de Jossingfjord, pero el HMS Cossack, mucho más rápido, lo intercepta en el fiordo antes de que puedan desembarcar. A las 22:00, los hombres del capitán Vian asaltan el Altmark, y en los combates entre ambas tripulaciones mueren cuatro marineros alemanes y son heridos otros cinco; los ingleses solo tienen un herido. Cuando los marineros ingleses llegan a las bodegas donde sus compatriotas están presos, uno de ellos pregunta “¿Hay algún inglés aquí?”, a lo que los prisioneros gritaron a viva voz “¡Por fin, la marina está aquí!”. Los 299 prisioneros son liberados y transportados al Cossack. Por su parte, la tripulación del Altmark que ha sobrevivido es liberada y devuelta a su barco. Todo esto mientras los buques noruegos observan, impasibles, como se desarrolla toda la operación. Ya en la madrugada del 16 al 17, el Cossack abandona el fiordo de Jossingfjord y pone rumbo a Inglaterra. En medio de la inactividad de la Falsa Guerra, la liberación de los prisioneros del Altmark es todo un golpe propagandístico para la Royal Navy, pero también tendrá enormes consecuencias diplomáticas en el futuro…
FINLANDIA: Prosigue el repliegue de los finlandeses a la Línea Intermedia, al norte del Istmo, que se inició ayer y se está completando en un tiempo récord, pese a las inclemencias del tiempo (-20ºC) y a las avanzadas rusas que no cesan de entablar combate con los fineses en retirada. Mientras, los rusos, mucha más lentos, ocupan lenta pero sistemáticamente el terreno abandonado por sus enemigos. En el aire, la Fuerza Aérea Roja, ya dueña casi indiscutible del cielo finlandés, apoya el avance de sus camaradas de tierra lanzando a casi 500 aviones a lo largo de la jornada en misiones contra las líneas de suministro finesas y de ametrallamiento de sus tropas en movimiento. Ocho aviones rusos son derribados por la artillería antiaérea finlandesa. En el plano diplomático, Finlandia recibe hoy un jarro de agua fría. El gobierno sueco recibe hoy de sus vecinos finlandeses una petición formal de ayuda, advirtiéndole de que Finlandia no podrá resistir sola mucho más. Los suecos rechazan intervenir y más aún, rechazan el paso de tropas extranjeras de apoyo a Finlandia por su territorio. La solidaridad escandinava empieza a agotarse tras las victorias soviéticas de los últimos días. En Nueva York, el Comité de Ayuda para Finlandia de Herbert Hoover envía otros 100.000 dólares ayuda a los fineses.
MAR DEL NORTE: Más buques neutrales hundidos por los U-Boote, el día después de que se inicie la guerra submarina total. El U-14 comandado por Herbert Wohlfarth, consigue un triplete: hunde los buques suecos Liana (1.646 tn.) y Osmed (1.526 tn.) y el danés Rhone (1.064 tn.), lo que constituye un magnífico resultado para un solo submarino. Como curiosidad, el U-14 será uno de los poquísimos U-Boat que operará desde el inicio de la guerra y sobrevivirá hasta prácticamente el final sin ser hundido por los aliados (el U-14 fue volado por su propia tripulación el 2 de Mayo de 1945, una semana antes del fin de la guerra). El buen fario debió de acompañar a su capitán, Herbert Wohlfarth (en la foto de la derecha), quien aunque abandonó el U-14 en Junio de 1940 para asumir el mando de otro sumergible, consiguió sobrevivir a la guerra y morir en su casa en 1982 a los 67 años. Dada la alta tasa de mortalidad de los marineros de los U-Boat, la supervivencia de Wohlfarth y de su antiguo sumergible no es algo baladí.