Como dice el maestro Lars Von Trier: “El cine debe ser como una piedra en el zapato”. Siempre lo he sentido así. Dentro de sus films, “Dancer in the Dark” (2000) es una de las películas que más fuerte me ha golpeado, la piedra en el zapato que más dolor y molestia me ha causado. De esta misma manera y con esta misma intensidad, también ha sido una de las historias que más he disfrutado.
He dudado mucho en catalogar como “banda sonora” a la música de este film, simplemente porque trasciende todas las fronteras de lo que podríamos llamar banda sonora. He decidido que no es una banda sonora. Cada composición antes de ser música, es ARTE en su estado más puro; poesía sonora. Y como en toda obra de arte con estas semejantes características de profundidad, su esencia se vuelve prácticamente indescriptible. Lo más que podemos hacer, es aproximarnos a ciertos aspectos técnicos y con mucho esfuerzo intentar describir -muy pobremente- algunos sentimientos que nos ha despertado la escucha de cada obra.
La genial cantante y compositora islandesa Björk, además de interpretar el personaje principal en el film, compuso toda la música que escuchamos entre sus escenas. Todas estas obras integran un disco llamado “Selmasongs”
Desde el primer track hasta el último nos encontramos con una variedad sonora y un nivel de orquestación increíble. El primero, “Overture” que da comienzo al film – una introducción genial como muchas en los films de Von Trier (Anticristo, Melancolía, Nymphomaniac)- presenta una melodía que Björk retomará con variaciones en otras obras como “This is not the last song” y en el tema final que acompaña a los créditos “New World”. Mediante este recurso se logra la unificación de todo el material musical.
01. Overture (Instrumental)
02. Cvalda (Björk y Catherine Deneuve)
03. I’ve Seen It All (Björk y Thom Yorke)
04. Scatterheart (Björk)
05. In The Musicals (Björk)
06. 107 Steps (Björk y Siobhan Fallon)
07. New World (Björk)
Obras como “107 steps”, “In the Musicals”, “I’ve Seen It All” y “Cvalda” se van construyendo y se fusionan con los sonidos de las escenas. Los ruidos de las máquinas de una fábrica, los de las rejas de una cárcel, los de un tren, todos estos sonidos que escuchamos en cada escena son utilizados como recurso para construir la música. Programaciones, loops, máquinas de ritmo, sonidos ambientes, instrumentos convencionales, no convencionales, y por supuesto, la increíble voz de Björk hacen a estas obras extraordinarias.
De un feliz y vivo baile de “tap” con “Cvalda” (estilo de baile estadounidense en el que se realiza un zapateado sonoro) a un nudo en la garganta con “This is not the last song” (uno de los temas finales que está fuera del disco “Selmasongs”). Rabia, felicidad, dolor, agonía, odio. Obra increíble, intachable, inolvidable. Nada más.
2014-10-31 Gaston Pereyra