Supermodelo 2011
Gracias al sorteo que Lady Miss Jo organizó en su blog, pude conseguir una invitación para ir al desfile de Custo Growing que tuvo lugar dentro de la organización de The Brandery.
Llegué a Barcelona un poquito antes de la una, y entré a Zara, a comprar un par de vestidos para Las Chocolatinas, porque al día siguiente íbamos de bodorrio (mañana te lo cuento). Y luego me dirigí a mi punto de encuentro con Lady A.
Comimos en Zona d’Ombra, una enoteca monísima, un lugar con encanto en el Barrio Gótico de Barcelona. El local es de muy reciente apertura -apenas tiene un par de mesecitos- y lo regentan Roc, el cari de Lady A, y su socio. Un sitio, como digo, encantador, en el que degustar vinos, españoles e italianos, acompañados de tablas de quesos o ibéricos, y alguna tapita más. La barra, y un par de mesas bajas en la entrada; unas cuantas mesas altas en el pasillo y, al fondo, una zona que me encantó: un rinconcito algo apartado con butacas, como más íntimo. Y toda la pared, desde la entrada, hasta el fondo del local, de piedra (a ver por qué diantres no hice ni una maldita foto! Tendré que volver, no va a quedar más remedio). Una verdadera delicia de sitio, totalmente recomendable.
Comimos una ensalada caprese, riquísima, por cierto. Que es de esas cosas que le decía a Lady A: un plato sencillo, en apariencia, fácil de preparar; pero, si lo haces en casa, ¡nunca te sabe igual! Acompañamos la ensalada con una cervecita. Esos pequeños placeres. Mientras Lady A atendía a Alex, que estuvo con nosotras, llegaron más clientes, se sentaron en una de las mesas altas, y pude escuchar cómo Roc les hablaba de vinos y pensé “este chico sabe de lo que habla”. Y yo, que no entiendo de vinos, me quedo anonadada y patidifusa cuando oigo a alguien que sabe del tema. Un día de éstos tengo que hacer un curso, una cata o lo que sea. Porque la verdad es que cada vez me gusta más el vino, y tiene que ser muy interesante lo de saber lo que se lleva uno al gaznate, ¿no? Que si afrutados, que si amaderados… esas cosas, you know.
El desfile empezaba a las 15:00 horas, una hora un pelín jodidilla para mi gusto. Pero oye, a caballo regalado… Salimos del Gótico a las 14:55 y nos dirigimos al metro para llegar a la Fira de Barcelona, donde tenía lugar The Brandery y, of course, el desfile. No llegábamos a tiempo ni de coña, como habrás deducido. Pero había que intentarlo. Pues venga a correr (bueno, correr no: caminar súpermuyrápido, ¿vale?), tirando de la sillita de Àlex. Por suerte, el pabellón donde tenía lugar el desfile no estaba en la Conchimbamba (cómo me gusta este palabro, y hacía mucho que no lo usaba. Conchimbamba, conchimbamba, con-chim-baaaam-baaaaa. ¡Ya!). Lo que te decía: el pabellón, relativamente cerca. Llegábamos ya perdiendo un poco de glam, con la frente un poquito perladita de sudor. Es lo que tienen esas horas graciosas del mediodía en verano.
Vale. Llegamos. Enseño la invitación en la entrada y, ¡oh, sorpresa!
- ¿La niña tiene acreditación? -nos preguntan.
- ¿Acreditación la niña? -pokerface de Lady A y la muá- No.
- Pues tienen que pasar a pedir una.
- Ah, ¿y adónde? -preguntamos..
- Al principio del todo, a la izquierda.
Tó-ca-te-las-bo-las. Pues ea, raudas y veloces, salimos del pabellón, y nos dirigimos, avenida de la Reina Maria Cristina (me quiere gobernar) abajo, a la oficina donde daban las acreditaciones. Pregunta. Ponte a la cola. Pide la acreditación… la acreditación, que era un cachopapel mal cortado además (porque la muchacha no tenía tijeras y, del tirón, se rompió mal). Lady A que firma, le dan su copia… y ¡otravé tira p’arriba!
Ahora sí que ya nos dejaron entrar. Claro. Entre pitos y flautas, llegamos que al desfile ¡que quedaban escasos diez minutos! Pero bueno, lo poco que pudimos ver, nos gustó.
Por lo menos a mí me gustó, vaya, que ni le pregunté a Lady A. Soy lo menos. Pero bueno, sabiendo que le gusta Custo, digo yo que la ropa le gustó, ¿no? Lady A, querida, si tienes algo que decir, dilo ahora o calla para siempre jamas forever in the life.
Después del desfile, estuvimos vagando sin rumbo por el pabellón. Estuvimos pululando el stand de Custo. Recogimos un montón de bolsas Custo, para nosotras, para las niñas… Tris, tengo una para ti, nena. Lady A me hizo una foto para dar fe de que estuve allí.
Después de pulular, como os digo, de estar tentada a comprar un botellín de Bacardi Mojito de un stand que había allí la mar de mono… pero… no era plan; de chafardear dentro de una especie de… ¿jaima? en la que una ONG organizaba conciertos acústicos, y poco más, decidimos salir. Además, Àlex estaba cansada, necesitaba dormir, pobre, así que salimos de allí, nos sentamos a la sombra en un banco… y ahí empezó un rato divertido de… análisis -digamos- de las indumentarias de la gente que entraba y salía de The Brandery. Porque había de todo, como en la viña de Dior; tuve la sensación, eso sí, de que había mucha adolescente con ganas de ser descubierta por alguna agencia o diseñador y tal, ¿sabes lo que te quiero decir? También tuvimos el ratito nerd, de bloguear y tuitear estando una al lado de la otra, y esas cosas que pasan. Lo pasamos muy bien allí, sentadas a la sombra, charlando de todo y de nada. Un buen rato sí señor.
Y al cabo de un largo rato, decidimos despedirnos, y separar nuestros caminos. Lady A, hacia su casa; y yo, en el coche de San Fernando hacia la estación de Sants. Plaza España, y calle Tarragona para arriba, tranquilamente, paseando, sin prisa. Y ya volví para casa.
Y ese fue mi viernes. Un día divertido, diferente, para salir de la rutina.
Me queda agradecer a Johanna que me recomendara el desfile de Custo Growing, y haber tenido la suerte de que me tocase una invitación (que nunca me toca nada), a Lady A y a Àlex, por ofrecerse a pasar la tarde con una perturbada como yo; de lo contrario el día hubiese sido mucho más soso; y a Roc, por atendernos en su local -qué chico más majo-.
Como diría Ice Cube, It was a good day.
**Nota: puede que el post haya quedado un pelín delirante. Es lo que tiene escribir con la migrañitis en tó lo alto.