Viernes intenso

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
Después de haber pasado una noche malísima con el dolor cervical, por la mañana he decidido acercarme al ambulatorio para que me atendieran de urgencia, más que nada porque mi doctora no tenía cita ya hasta media tarde del martes y no me veía pasando el fin de semana nada más que con la manta eléctrica. 
Me ha costado decidirme, porque ir a mi ambulatorio, y más sin cita, es toda una aventura. Esta vez han sido aún más desagradables que de costumbre: la doctora que estaba de guardia decía que las urgencias ambulatorias no existen (primera noticia) y que como yo no tenía cita, tenía que esperar. Vamos, que no quería atenderme, ella sabrá por qué razones. Después de más de una hora en la sala de espera,  ella negándose a que yo pasara mientras las propias señoras a las que les iba tocando me querían ceder el turno, mi hijo estaba que se subía por las paredes. No sé cómo la tía podía seguir pasando consulta como si nada porque su llanto se debía escuchar hasta en admisión.
Finalmente debió sentir un mínimo de compasión, qué se yo, me dejó pasar. Me dice: ¿le pasa algo al niño o es siempre así?. He tenido que respirar muy hondo para no responderla lo que estaba pensando (y ¿tu eres así de gilipollas todos los días o sólo hoy?) y conformarme con un: "le pasa que llevamos aquí más de una hora esperando". Menos mal que a eso no me ha respondido porque la hubiéramos tenido buena.
En fin, que tras tanta espera y tanto llanto, ya casi no tenía ganas ni de que me viera... lo único que quería eran las recetas y punto. Nolotil, Myolastan, manta eléctrica y no hacer esfuerzos. 
Ya que estaba en el ambulatorio y se había hecho tan tarde que por fin había logrado coincidir con el horario de la ventanilla para cambios en la tarjeta sanitaria (que esta aventura es digna de otra entrada), he aprovechado para cambiar al niño de pediatra y pasarle al turno de mañana. ¡Ah!, y para cambiarle de sexo, porque cuando nos enviaron la tarjeta ponía que era niña. Me pregunta la de la ventanilla que si tenía a mano el libro de familia... ¿esto es una cámara oculta?. Lo de mi ambulatorio es increíble. No, el libro de familia no, pero el niño tiene colita, si quiere se la enseño. Esta mujer era maja, hasta nos hemos reído un rato. Eso sí, darme cita para su nueva pediatra, eso no, porque eso requería ir a oooooootra ventanilla. Y considerando que ya era más de las 13.00h, lo he dejado para mejor ocasión.
Salí de mi casa a las 11.00h y estaba de vuelta a las 13.20h. Esto es lo que yo llamo echar la mañana
Hoy empezaban de nuevo las clases en Baby Deli pero no hemos podido ir. De hecho, ni siquiera me ha dado tiempo a avisar de que no íbamos. ¡Qué rabia me ha dado!.
A parte del dolor de cuello, que ahí sigue, no sé cómo estoy del coco. Va a ratos. Tengo momentos en que estoy bien, momentos en que estoy muy preocupada, momentos en que estoy cabreada conmigo misma, momentos en que me siento culpable e incluso momentos en los que me siento enfadada con el niño. Los peores momentos son los de delirio paranoide, porque ahí ya no sé si confundo lo preocupante con lo anecdótico, no distingo entre lo que puede ser su personalidad y lo que no lo es... y esa espiral es difícil frenarla.
Además, me doy cuenta de que ando un poco como estas señoras con las que coincides un día en el pan y te cuentan todas sus penas y achaques. Esta tarde he ido a la esteticiene (después de estar sin ir desde el verano no estaba dispuesta yo a cancelar la cita) y cuando me ha preguntado qué tal me ha faltado el canto de un duro para llorar. Y, asi, sin más introducción, le he contado mi vida en los últimos meses. Ni qué decir tiene que me ha aliviado la conversación, me ha venido estupendamente. A veces sólo necesitamos eso, que nos dejen hablar.
La tarde no ha sido mala. El niño se ha levantado muy contento de la siesta y él mismo ha iniciado el juego de esconderse y asomarse, con muchas risas. Luego ha estado jugando al pilla-pilla con su padre, también a iniciativa propia y al cucu-tras con unos cojines. Sigo sin entender cómo es posible que no atienda a su nombre y en cambio comprenda perfectamente cuando dices ¿dónde estás, dónde te has metido? o ¡qué te cojo, que te cojo!. Pero, por extraño que sea, el rato de juego me ha venido bien, porque me ha centrado en los términos que andan bien e incluso más que bien, que falta me hacía.
Se supone que el fin de semana debería ser tranquilo porque como no repose el cuello esto no va a mejorar. Pero tengo pendiente comprarle unos zapatos y el frigorífico vacío. Además de la videocámara, que no quiero que pase de este fin de semana (por cierto, admito sugerencias sobre cámaras de vídeo... sólo busco buena calidad de imagen y nuestro presupuesto estaría en torno a los 250 euros).
Gracias de corazón por todos los ánimos, me he sentido muy bien. He respondido todos los correos que tenía en la bandeja de entrada pero creo que sin querer he borrado uno y no soy capaz de encontrarlo. Si hay alguien a quien no haya contestado, por favor, que me lo envíe de nuevo.
Buena noche de viernes, mañana nos vemos.