(Fuente:Enciclopedia de las religiones-Gonzalo Fernández de León) BC.
Jesucristo, el divino Maestro de la religión cristiana, el Mesías tan anunciado en todos los tiempos por los profetas del Antiguo Testamento, el Redentor del género humano e Hijo de Dios que con él y el Espíritu Santo forma la Trinidad, fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, previo anuncio del arcángel Gabriel en el seno de María, virgen de Nazareth ,descendiente de David, y esposa del carpintero José.
Hasta la edad de treinta años, Jesús compartió con José su humilde oficio de carpintero; pero a partir de entonces, eligió doce discípulos y con ellos dio comienzo a sus predicaciones a través de Judea, anunciándose como hijo de Dios y realizando numerosos milagros, tales como devolver la salud a los enfermos, la vista a los ciegos, el oído a los sordos y la vida a los muertos, y también multiplicar peces y panes y convertir el agua en vino.
La llanura de la Galilea cubierta de hierba transmitió al mundo pagano a través de los viñedos, olivos y sicómoros de las vertientes montañosas de Judea la proclama del Maestro estableciendo la unidad del género humano, y la declaración de guerra a la injusticia, a la hipocresía, al orgullo, a las riquezas y a los placeres, con estas palabras de paz:
-Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.
-Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra.
-Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados.
-Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque serán hartos.
-Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán la misericordia.
-Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Uno de sus discípulos, Judas, lo entrega por treinta dineros a sus enemigos, quienes lo llevan ante Poncio Pilato que lo condena a ser vilmente azotado, y después, a morir clavado en una pesada cruz que él mismo llevó sobre sus débiles hombros hasta la cima del Monte Calvario, donde se consumó el gran drama de la cristiandad mientras los labios del moribundo musitaban palabras de perdón para sus jueces y verdugos.
La muerte del Hijo de Dios es seguida de grandes prodigios, y sus discípulos reciben el Espíritu Santo con los dones sobrenaturales necesarios para hacer que los pueblos renuncien a la idolatría, persuadiéndoles para que abracen la doctrina del Maestro.
Entonces comienza el Evangelio a propagarse por el mundo, y a pesar de los esfuerzos de la Sinagoga y de Roma por contrarrestarlo, el número de creyentes aumentó de manera prodigiosa a medida que la sangre de los mártires iba regando la nueva simiente, que llegó a ser tan abundante aquella , y tan fecunda ésta, que un gobernador romano de Judea escribió a Trajano comunicándole que no bastaban los verdugos para castigar a los reos, lo que dio lugar a que el emperador decretara la suspensión de las persecuciones, que fueron las últimas registradas en la historia de la opulenta y esplendorosa Roma.
Pero todo se ha ido diluyendo con el paso de los siglos; Roma aún continúa con sus bacanales, ahora organizadas por el inefable Silvio Iº, y el Vaticano que distribuye sus 0.439 Kms.2 dentro de la "ciudad eterna" a poco de andar por la Via della Concilliazione , casi se ha convertido en un parque temático, donde la fe trata de mantenerse a flote navegando en un mundo donde la hipocresía, la falacia, y el engaño, son moneda corriente.
(Fuente:Enciclopedia de las religiones-Gonzalo Fernández de León) BC.
(Fuente:Enciclopedia de las religiones-Gonzalo Fernández de León) BC.