conversaciones de tres de la mañana
sorteando alambradas de lluvia
de pasos travestidos de casualidad
rondando lentos tu portal
la escuela, el mercado y la fábrica
hombres con dedos manchados de derrota
madres acusadas de soledad
el tedio de la merienda de las 6
el hombre del saco del futuro
y las películas de Vietnam
con una música tan cojonuda
que no éramos capaces de creer
eran libros prestados
con emoción de contrabando
el sueño húmedo de carcajada
musas etéreas de humo ilegal
susurrando primerizos versos
era todo un atlas infinito de calles
dispuestas a abrazar nuestra insolencia
abuelos que todavía conservaban
el recuerdo empañando sus ojos
telarañas del miedo de cuarenta años
y las películas de Vietnam
el olor a Napalm por la mañana
señores muy serios prometiendo
cosas que parecían importantes
girar el pomo de una puerta
tras la cual no volverías a ser el mismo
comprobar que la muerte es tan puta
que acepta a cualquier cliente
la piel ajena prohibiéndose cada vez menos
la propia diferencia aceptándose de a poco
y las películas de Vietnam
con las que aprendimos que los malos
no siempre son quienes nos cuentan
y que no siempre ganan
por mucho que nos lo parezca