Vietnam: Días 20 y 21 – Halong Bay. La bahía del dragón descendente

Por Elcalderodenimue @CalderodeNimue

Que sí.

Que la Bahía de Ha-Long está masificada y se ha convertido en uno de los mayores reclamos turísticos de Vietnam, y que hay un entramado mafioso en cuanto a lo que a excursiones se refiere, que echa un poco para atrás. Pero que yo no me iba de Vietnam sin verla.

Después de leer experiencias traumáticas de otras viajeras como las del blog Viajando por Ahí o las de Trajinando por el Mundo la verdad es que íbamos con un poco de miedo con este tema.

Es por eso que cuando reservamos nuestra habitación en Hanoi en el hotel Madame Moon GuestHouse 2 ($9,5/por persona y noche) y nos escribieron ofreciéndonos contratar el tour por la bahía con ellos, decidimos hacerlo, después de mirar en Tripadvisor y Booking las reseñas y ver que eran buenas.

Hotel Madame Moon Guesthouse 2

No fue un tour barato ($120/persona), pero en realidad lo disfrutamos mucho, aunque realmente algunas cosas podrían haber sido mejores, pero la verdad es que una vez terminado el tour la sensación era buena, y los pagaría de nuevo con gusto. Las comidas eran variadas (arroz, verduras, pescado, marisco, sopas) y de buena calidad, y el camarote muy bonito y limpio. Lo mejor de la habitación: la enorme ventana que había en la ducha. Menudo gustazo estar duchándote mientras te deslizas lentamente por entre los islotes de la bahía. Eso sí, si te cruzas con otro barco, echa la cortina o…¡sonríe y saluda!😀

Camarote del barco

Lo único que no nos gustó, es lo que tienen de malo todos los tours organizados: el vamos, vamos, vamos y una cosa detrás de otra sin casi dejarte tiempo para disfrutarla, pero en realidad, con la cantidad de cosas que hicimos en el poco tiempo que estuvimos, entendemos que un poco tenía que ser así.

La Bahía de Halong

La bahía de Halong son más de 2000 islotes de roca kárstica, esparcidos a lo largo de 120 kilómetros de costa que crean una atmósfera y un paisaje de inigualable belleza.

Fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1994 y una una de las siete maravillas naturales del mundo desde 2011.

Su nombre, “la bahía del dragón descendiente“, procede de una leyenda local, según la cual, una familia de dragones descendió del cielo para ayudar a los Vietnamitas en su lucha contra los invasores chinos. Estos dragones escupían joyas y jade que se convirtieron en las islas e islotes de la bahía, formando una barrera protectora contra el ejercito invasor.

La bahía de Halong se encuentra a unos 300km al sureste de Hanoi y aunque en principio pudiera parecer una distancia para plantearse una excursión de un día,  no es muy recomendable, pues el tráfico os puede hacer tardar más de 4 horas en llegar hasta el puerto (más otras tantas de vuelta). Como el resto del Golfo de Tokín, es una zona poco profunda, con gran cantidad de islas, siendo una de las más grandes la isla de Cat Ba.

Puerto de Halong City

Crucero de 2 días (1 noche) por Halong Bay

Los tours por la bahía de Halong se organizán por categorías, igual que los hoteles. Así, podréis escoger entre Standard, Superior o Deluxe.

El standard es la opción más cutre y si tu presupuesto es limitado, es la mejor opción, aunque suele significar barcos viejos, atestados de gente, o sin aire acondicionado y quizá no sea lo más recomendable si te puedes permitir los 30 o 40 dólares de diferencia que hay con el superior. Esta es la opción que escogimos nosotros, y la que en realidad escoge casi todo el mundo.

La opción deluxe muchas veces significa simplemente que te ponen unas flores en la cama de la habitación, y quizá por eso has pagado $100 más.

Esto es lo que incluía nuestro crucero por la bahía de Halong:

  • Transporte ida y vuelta al aeropuerto desde el hotel en coche
  • Transporte ida y vuelta al puerto de Halong Bay en microbus
  • crucero por la bahía de Halong
  • 1 noche en un camarote doble con baño privado en el barco
  • todas las comidas (NO las bebidas)
  • Actividades:
    • visita a la cueva Hang Sung Sot
    • kayaking en la bahía de Halong
    • taller de cocina Vietnamita
    • taller de taichi por la mañana
    • paseo en barca de bambú en la bahía Bai Tu Long
    • visita al pueblo de pescadores Vung Vieng
    • visita a una granja de perlas

De verdad que, como viajeros independientes que somos, investigamos cómo hacerlo para visitar la bahía por nuestra cuenta, pero sopesando la diferencia del gasto multiplicado por el enorme empleo de energía y tiempo que hacía falta para organizarse, decidimos que lo mejor era contratar un tour. Sobre todo porque sólo teníamos esos dos días, y si algo salía mal yendo por nuestra cuenta, no teníamos margen para rectificar.

Sí en vuestro caso vais relajados de tiempo, se pueden contratar los tours públicos en el mismo puerto de Halong City.

Otra cosa a tener en cuenta, como ya hemos comentado, es con quién contratáis el tour, y si tenéis posibilidad, contrastar precios y opciones. En nuestro barco conocimos una familia de españoles que habían pagado cada uno $175 por el mismo tour que nosotros estábamos haciendo por $120. Y probablemente si hubiésemos indagado un poco, habríamos encontrado gente que había pagado $100.

A nosotros 2 días en la bahía nos supieron a poco, pero a la vez a mucho. Con esto quiero decir, que si vais cortos de tiempo, como era nuestro caso, dos días merecen la pena y da tiempo a disfrutar y ver un montón de maravillas únicas, pero que si disponéis de un día más, no dudéis en pasarlo aquí en Halong, de manera que os dé tiempo a alcanzar la isla de Cat Ba y la parte más tranquila y menos turística de la bahía.

Estas son las actividades de las que disfrutamos durante aquellos dos días:

Navegar por la bahía de Halong

Para mi, simplemente eso, era ya suficiente.

Sentir el viento salado en la cara mientras me embobaba con el scrolling de los islotes kársticos en el momento en que nuestro barco partía hacia el interior de la bahía, fue suficiente para sumergirme en un halo de ensueño que se apoderó de mi profundamente. Sentí como mi cuerpo se abandonaba dulcemente a la suave navegación del barco-junco y a la grandiosidad del paisaje que nos rodeaba.

Había visto fotos y vídeos de este lugar, pero no hay imagen que pueda compararse a lo que realmente se siente navegando por la bahía de Halong. 

Por eso cuando pienso en todas esas entradas en blogs de viajes que recomiendan no visitar la bahía de Halong, porque está masificada y se está convirtiendo en un circo para turistas, pienso que es una afirmación muy arriesgada. Pienso que realmente es posible abstraerse de todo, y entrar en comunión con la calma y la belleza del lugar.

Visita a la cueva Hang Sung Sot (“Surprise Cave”)

La cueva Hang Sung Sot, o cueva de la sorpresa, es la cueva más grande y una de las más bonitas de las que se encuentran en el interior de los islotes kársticos de la bahía de Halong.

El nombre lo recibió de los exploradores franceses que la descubrieron, quienes la bautizaron “grotte des surprises”, la cueva de las sorpresas. Nuestra guía tuvo mucha gracia pues mientras nos explicaba la cueva, hizo referencia a una formación que se asemeja a un falo, bromeando con que por eso se llamaba la Cueva de “La Sorpresa”. 

Pero la cueva, evidentemente, no recibe su nombre por esta peculiar formación, sino por cómo está estructurada, y como se va revelando con cada paso, cada vez más majestuosa, al visitante.

Tras subir los 50 peldaños de piedra que separan el embarcadero de la entrada de la cueva, se accede a la primera oquedad. Sorprende ver que el techo muestra tanto estalactitas en algunas zonas como ondulaciones en otras. Estas ondulaciones fueron generadas por el agua del mar y las corrientes de aire.

Al seguir avanzando se llega a la segunda caverna, que es cuando empiezan las formaciones peculiares y que es algo más grande que la primera.

Pero no es hasta que giramos el recodo y llegamos a la tercera caverna cuando se nos cae la mandíbula al suelo y comprendemos finalmente porqué el nombre de la cueva de las sorpresas. Además de la espectacularidad natural, una acertada iluminación nos hará disfrutar de esta maravilla mientras paseamos embobados rumbo al mirador.

Y ese es precisamente otro de los puntos de interés de esta cueva: los miradores.

Si eres de los que vas buscando la localización perfecta para retratar con tu propia cámara esa fotaza que tantas veces has visto en guías de viaje, este es tu lugar. Los miradores de la cueva Sung Sot nos brindan unas vistas inmejorables de la bahía de Halong, sus islotes y los barcos veleros. Todo un espectáculo que merece la pena, a pesar de la marea de turistas y palos selfies que amenazan con estropearte el momento.

Tras el calor y el esfuerzo de subir a la cueva, todos agradecimos el momento chapuzón en la bahía. Además nos pareció que lo hicieron muy bien, pues llevaron el barco bastante lejos del resto de los barcos turísticos y entre unos islotes, aislados de todo el bullicio nos dimos un rico y refrescante baño en la bahía de Halong. En aquel momento no importaba si el agua estaba más limpia o más sucia, la sensación de estar nadando en aquél paraje era lo único que importaba.

Talleres de cocina y Tai Chi

Esta fue quizá la parte más flojilla del tour, aunque también es verdad que en este aspecto llevaba las expectativas un poco más altas.

El taller de Tai Chi… llamarlo taller, es poco menos que ser generosísimos.

Había que estar en la cubierta a las 6 de la mañana, y allí estábamos, mi compañero y yo (y nadie más, ¿estarían todos borrachos?) viendo amanecer cuando llegó el chico de la tripulación que iba a hacer el taller.

El calor era ya intenso, pero yo estaba dispuestísima a darlo todo pues hacía casi un año que había dejado de practicar Tai Chi, y lo echaba realmente de menos.

El muchacho puso su móvil en el suelo del que empezó a sonar música tradicional para la práctica del Tai Chi. Sonrió, y entonces me dí cuenta del papelón que le habían dejado. Supongo que esperando que nadie se levantase a esa hora, o pensando en que un grupo de occidentales no iban a tener ni papa de nada, pusieron al que sabía algún movimiento suelto de la forma de 24 a hacer una especie de calentamiento-estiramiento mezclando algún movimiento que ni él sabía muy bien cómo ejecutar.

No sé si llegó a 20 minutos, pero cuando se fue, me quedé un rato en la cubierta del barco, practicando un poco y tomé la firme decisión de retomar a la vuelta las clases de Tai Chi, cosa que he hecho y de la cual me alegro un montón, porque en realidad me da la vida.

El taller de cocina estuvo bien, la verdad. Aprendimos curiosidades sobre la fabricación del papel de arroz que ya vimos en Camboya y sobre sus distintos usos para elaborar los famosos rollitos vietnamitas.

Nos explicaron cómo humedecerlos con un paño y cómo enrollarlo correctamente. Además nos explicaron cuales eran los ingredientes más comunes utilizados para este tipo de rollito que no va frito.

Fue divertido e interesante, y lo mejor ¡comerte tu rollito vietnamita hecho por ti misma!

Lo peor: que justo estaba atardeciendo, y de repente gritaron a la gente que quisiera ver atardecer que teníamos que saltar a la barcaza de transporte YA para que nos diera tiempo a ver justamente por dónde se estaba poniendo el sol…¡¡allí que fuimos!! Y mi compañero por ejemplo, se quedó sin hacer su rollito.

Ver amanecer y atardecer en la Bahía de Halong

No estaba incluido como actividad en sí misma, pero uno de los guías de la tripulación se ofreció a llevar a los pasajeros que estuvieran interesados al un lugar desde donde pudiéramos ver la puesta del sol, ya que al estar atracados entre varios islotes, estábamos super tranquilos y no veíamos otros barcos ni turistas, pero los propios islotes nos bloqueaban la vista del atardecer.

Unos cuantos entusiastas de los atardeceres nos montamos en la barcaza, aún masticando nuestros rollitos recién preparados, y allí que nos fuimos ráudos y veloces hacia dónde se ponía el sol. Fueron solo unos instantes, pero mereció la pena el espectáculo.

El amanecer fue un momento mucho más reposado.

Solos, mi compañero y yo, en la cubierta del barco, escuchando el suave ronroneo de las olas y los graznidos de algún pájaro madrugador, y contemplando los barcos atracados entre los islotes dimos la bienvenida al caluroso segundo día que nos esperaba en la bahía de Halong.

Kayaking por la bahía de Halong

El primer día de crucero, tras regresar de la visita a la cueva, nos preparamos rápidamente para ir a practicar kayaking alrededor de la bahía.

Provistos de chalecos salvavidas y con un kayak por pareja, nos dejaron 45 minutos para remar a nuestro antojo por entre los islotes de la bahía. WUA….¡¡qué sensación!! Cuando nos alejamos un poco del bullicio del lugar donde estaba parado el barco, y de repente estábamos solos, remando al rededor de un gigantesco islote kárstico que se alzaba imponente ante nosotros, sin un ruido al rededor, solo el sol, la bahía, los islotes y nosotros.

Todo un momentazo y creo que volvería a repetir el tour entero aunque sólo fuera por aquellos instantes en los que una sensación de libertad nos invadió el cuerpo, después de llevar todo el día de excursión en grupo.

Visita al pueblo flotante de Vung Vieng, paseo en barca de bambú por la bahía de Bai Tu Long y granja de perlas

El último día fue bastante intenso, pues además de hacer todas las actividades programadas para ese día, también había que regresar a Hanoi, que es el problema del tour de sólo dos días, que justo cuando más flipando estás, tienes que darte media vuelta y regresar al caos motorizado de la capital.

Después de desayunar, empezaron las actividades. Navegamos hasta el muelle donde antes se encontraba el pueblo de pescadores de Vung Vieng. Ahora apenas quedan aquí unos pocos pescadores de los cientos que poblaban el área. ¿El motivo? La contaminación. A pesar de que su estilo de vida es austero y viven con lo justo, estos grupo de población que basaban su subsistencia en la explotación de los recursos de la bahía, están en realidad poniendo en peligro el delicado ecosistema del área, y con la reciente mención de maravilla natural, el gobierno de Vietnam está tomando medidas contra este estilo de vida. (Será que los barcos de turistas no contaminan).

El caso es que estas poblaciones flotantes devuelven todos sus desechos, orgánicos o no, al agua de la bahía, causando un importante problema de contaminación. La solución que ha encontrado el gobierno, nos pareció un poco aterradora, pues se ha llevado por la fuerza a un gran porcentaje de aquellas familias de pescadores, acostumbradas a vivir en plena naturaleza y en un paraje que emana paz y tranquilidad, y las ha re-ubicado trabajando en fábricas en Hanoi.

Sólo unas pocas familias siguen viviendo allí, esperando que les llegue el turno, o reconvertidas en trabajadores de programas turísticos como los remeros de barcas de bambú de la bahía de Bai Tu Long.

El viaje en barcaza de bambú continúa hasta llegar a su momento más llamativo, la cueva de Luon, una apertura en la base de un islote que da paso a un tranquilo lago interior dentro de la bahía. La cueva está habitada por murciélagos y por los alrededores a veces pueden verse monos correteando por entre la vegetación de los alrededores.

A partir de este punto, las barcas se daban la vuelta, para regresar al punto de partida, haciendo una última parada en la granja de perlas de la zona, donde se puede aprender sobre todo el proceso de crianza de ostras y extracción de perlas. No es que fuera lo que más me interesara del mundo, pero sí que me pareció curioso y algo más sobre lo que aprender.

Regreso a Hanoi

A partir de este momento, ya poco nos quedaba por hacer.

Volvimos a nuestro barco, almorzamos, hicimos las maletas, y esperamos a que el crucero recorriera perezosamente la distancia que nos separaba del puerto de Halong City, mecidos por el vaivén de las olas.

Cuando llegamos el autobús de regreso a Hanoi nos estaba esperando, y tres horas después casi ya anocheciendo, estábamos de nuevo paseando por las ajetreadas calles de la capital vietnamita, como si Halong hubiese sido sólo un sueño. Pero un sueño hecho realidad.