Otra semana más compitiendo, esta vez en Villanueva de Tapia, en la tercera cita del circuito provincial de carreras populares.
Llegamos temprano y ya de camino a recoger el dorsal vimos multitud de caras conocidas, entre otros, a Óscar y Carmona, con quienes quedé para echar un trote a las diez y cuarto en la plaza de España.Tras pasar por el baño y quedarme ya vestido de corto, ya que aunque a la sombra hacía fresco la temperatura ya era muy buena, volví a la plaza con mis compañeros.
Mayte esperaría con Claudia, la mujer de Óscar y nosotros nos fuimos a reconocer el circuito y calentar unos veinte minutos.
Ya sabía, por el reglamento y el archivo de desnivel, que el circuito era el más largo hasta la fecha y con bastantes cuestas, pero me encanta reconocerlo mientras calentamos y más con Carmona.
Entre lo que ves y lo que te cuenta te haces una imagen mental muy buena de lo que encontrarás en carrera y eso es de gran ayuda para plantear la estrategia.
Por cierto, tengo que mandarle un saludo muy grande a su madre, que me ha comentado que es seguidora de las crónicas, que sepa que tiene usted un hijo muy apañado, gran corredor y mejor persona.
Mientras trotábamos, Carmona me contaba que el año pasado había ganado Francisco Urbano, conocido como el Pulguilla Terremoto, en solitario, pero que hoy no estaba inscrito.
Se veía nivel y había en particular un corredor del Gedysa Comarcal que me sonaba y sabía que estaría en la pelea por ir delante.
Completamos el calentamiento y tras la carrera de los niños nos pusimos en línea de salida, no tardando mucho en comenzar la prueba.
Me lancé en la bajada hacia el carril y me coloqué segundo, pero hasta pasado el primer kilómetro no alcancé a Carmona, que ascendía intratable.
Había recorrido el primero kilómetro en 3:20 y aun así me sacaba unos diez metros, pero ya en la subida bajó el ritmo y pude pillarle.
Pensaba que me seguiría pero me animó para continuar y poco a poco fui ganando terreno, mientras oía que animaba a otro corredor, cuyos pasos iba escuchando bien de cerca.
Tras la pendiente del segundo kilómetro tuvimos llaneo y un poco de bajada y parecía que me separaba de mi perseguidor, pero en cuanto llegaba otra cuesta volvía a escuchar los pasos justo detrás.
Decidí aguantar un punto el ritmo porque la carrera era relativamente larga y sabía que el tramo final, con una buena cuesta de ascenso al pueblo sería decisivo, pero por el momento mi perseguidor no se decidía a apretar el ritmo.
El cuarto kilómetro nos dio la bienvenida con otra buena pendiente, en cuya cima nos recibía un repentino viento que por momentos soplaba de cara.
La carrera la abría un jeep que iba marcando el camino a seguir, aunque estaba muy bien señalizada, con balizas, marcas con los hito kilométricos y muchos voluntarios de Protección Civil y por momentos el viento levantaba el polvo a su paso y se me metía en ojos y boca.
El conductor se dio cuenta y empezó a dejar más distancia de por medio y cuando me quise dar cuenta no oía pasos, pero tras animarme un hombre que caminaba por el campo le escuché animar a mi perseguidor, así que apreté un pelín el paso porque notaba que me estaba relajando.
A lo lejos vi a una chica tirando de un carrito que llevaba enganchado en la cintura y me puse de objetivo adelantarla, animándola al alcanzarla.
Llegamos al primer avituallamiento y pedí un botellín abierto, del que me bebí la mitad y me eché la otra mitad por encima antes de depositarlo en la primera de las dos papeleras que habían dejado para que tirásemos el envase.
Empezaba mi parte preferida de la carrera, con unas largas pendientes a favor intercaladas con pequeñas tachuelas por las que me tiraba alargando la zancada y apretaba en las subidas para tratar de no perder el ritmo.
No iba pendiente del GPS, pero en un tramo con pendiente y aire a favor me dio por mirar el reloj y por momentos bajaba de 3:30 el kilómetro.
Pensaba que habría puesto tierra de por medio con el segundo corredor, pero en el siguiente repecho empecé a oír sus pasos cuando estaba a punto de coronar la loma.
Parecía que me tocaría apretar los dientes, pero tenía aún una marcha más y ya estábamos a poco más de tres kilómetros para completar la carrera.
Mientras los chicos de protección civil pedían a unos motoristas de cross que no cruzasen la pista, ya que estábamos en plena carrera recordé que Carmona nos dijo que habría un par de pasos con agua antes de llegar a la subida hacia el pueblo.
Como nos comentó era poca cantidad y de un buen salto se sorteaban sin problema, pero bajé un pelín el ritmo ya que ya se veían el pueblo y la temida cuesta y aunque iba preparado, desde abajo parecía mucho más tendida.
Con los ánimos y vítores del público emprendí el ascenso, mientras una mujer animaba a Pepo, que debía ser mi perseguidor más inmediato, así que saqué lo que quedaba en el tanque para completar la cuesta y me lancé tras el jeep.
Ya había recorrido ese tramo final antes, así que tras coronar la cuesta de Calle Nueva me lancé al esprint hasta cruzar la meta.
49:35, bajando de cincuenta minutos en un recorrido exigente con 294 metros de desnivel positivo.
Pensaba que el siguiente corredor venía pegado, pero al final entró a unos cincuenta segundos aproximadamente, una ventaja que no me esperaba para nada.
Mientras me tomaba un plátano y el recuperador llegaron Carmona y Óscar, ambos haciendo podio en su categoría y nos fuimos a soltar las piernas con una pequeña vuelta por la parte superior del pueblo.
Con la musculatura ya más suave estuvimos charlando, entre nosotros y con el resto de corredores de la plaza del pueblo, mientras nos hidratábamos y recuperábamos.
La entrega de premios no tardó mucho en comenzar y fue muy ágil, en parte porque se dio la posibilidad a los niños que quisieran de recoger su premio para no tener que esperar a que terminase la prueba de los grandes, lo que creo que fue un acierto.
De momento el resultado está siendo mucho mejor de lo que jamás habría podido imaginar, primero en las tres pruebas que se han disputado hasta el momento.