Vijecnica. La biblioteca de Sarajevo

Por Lparmino @lparmino

La Biblioteca de Sarajevo, 2012
Fotografía: Luis Pérez Armiño

Fue Gervasio Sánchez quien inmortalizó el esqueleto de la antigua biblioteca de Sarajevo. Antigua porque, a día de hoy, todavía no está meridianamente claro cuál va a ser el destino de la mole reconstruida con paso lento gracias a las ayudas internacionales. Y efectivamente, la instantánea de Gervasio Sánchez se ha convertido en símbolo de la ciudad asediada de Sarajevo, en la imagen del horror y de la capacidad destructiva e irreflexiva del hombre. El mismo relataba el momento exacto de la captura, una mañana “el último domingo de junio” de 1993, cuando iba a cumplirse el primer aniversario de la barbarie cometida con el antiguo centro cultural. Sin embargo, el fotógrafo también se pregunta hasta qué punto la imagen, convertido en icono de la modernidad cruel y fatídica, ha trascendido su original significado y se ha convertido en mera imagen ilusoria, estética y técnicamente correcta, pero ajena a su sentido primigenio. Así, se preguntaba si la gente conocedora de las artes visuales sería capaz de comprender todo lo que sucedió en la capital bosnia a principios de los años noventa del siglo XX. 

Reconstrucción de la Biblioteca de Sarajevo
Fotografía: Donnyhoca - Fuente

Entre las ruinas de la biblioteca, Gervasio Sánchez retrató con su cámara a un niño bosnio que hizo de los restos su peculiar territorio. Y Alfonso Armada decidió otorgar a ese crío el pomposo título de “guardián de las cenizas” (El País, 29 de diciembre de 1992).La lógica de los hechos es terriblemente sencilla. A finales de agosto de 1992 la artillería serbia que asedia Sarajevo consigue alcanzar el edificio que alberga la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia y Herzegovina. Ramón Lobo daba voz a Nermin Ibrulj en un reportaje publicado por El País el 20 de octubre de 2007. La noche del 25 de agosto de 1992 cayó la primera bomba de fósforo en la biblioteca. Ni siquiera tras usar los noventa extintores del sistema antiincendios consiguieron apagar el fuego. Las llamas consumieron aproximadamente dos millones de libros, documentos, periódicos, etc., algunos de ellos de un valor incalculable. Los trabajadores de la biblioteca habían previsto la posibilidad de un ataque serbio contra el edificio y habían resguardado algunos de los ejemplares más valiosos de las bombas. Cuando las llamas se hicieron con el edificio, sin agua y sin luz, bomberos, trabajadores y vecinos se afanaron, con peligro de sus vidas, en rescatar cuantos libros fuese posible. En la actualidad, el recuento sostiene que se salvaron en torno a medio millón de libros.

Interior de la biblioteca, 1996
Fotografía: Hjvannes - Fuente

El bombardeo de la biblioteca de Sarajevo mereció una fuerte condena desde los más diversos círculos culturales de todo el mundo. Se acusó a los serbo – bosnios de practicar el memoricidio, término acuñado para hacer referencia a la estrategia que busca eliminar cualquier rastro o vestigio de un pasado cultural e histórico de un pueblo. La biblioteca de Sarajevo, conocida en la ciudad como Vijecnica en referencia a su uso original como ayuntamiento de la ciudad, representaba el multiculturalismo que ha caracterizado la historia de la ciudad. Construido a finales del siglo XIX por las autoridades austriacas en estilo de reminiscencias árabes y orientales, buscando la inspiración en la Alhambra granadina, suscitó el rechazo de los habitantes de la ciudad. Consideraban una muestra de ignorancia de los nuevos gobernantes austriacos que les consideraban árabes por el mero hecho de profesar la fe islámica.Desde el final del asedio, el 6 de abril 1996, la ayuda internacional se ha concretado en gran parte en la recuperación de la antigua biblioteca de Sarajevo (el Gobierno español, a través del entonces Ministerio de Cultura, donó un millón de euros para recuperar su fachada) en medio de la polémica. Las autoridades municipales pretenden recuperar el uso administrativo del edificio mientras que las élites intelectuales bosnias defienden el uso cultural y el mantenimiento de la sede bibliotecaria. Ramón Lobo, al que hacíamos referencia, daba luz a la lógica aritmética de la alcaldesa de Sarajevo entre 2005 y 2009, Semiha Borovac, en el reparto del espacio del edificio: un tercio para el despacho de la alcaldía; otro para la biblioteca; y el último, para espacios comunes.

Biblioteca, antiguo ayuntamiento de Sarajevo
Fotografía: Luis Pérez Armiño

Sarajevo es una ciudad de libros y bibliotecas. Su historia se escribe en páginas y páginas que atesoran todos los alfabetos y todas las culturas. Y esa fue, precisamente, la culpa que debía pagar. Clara Usón señalaba (El País, 4 de abril de 2012) al poeta Nikola Koljevic, vicepresidente de la República Sprska durante la guerra. El dio la orden de bombardeo de la biblioteca para “rectificar la historia”. Sarajevo, obligada a malvivir, a arrastrarse, también fue condenada a perder su memoria. Luis Pérez Armiño