Vila do Conde tiene mucho que ver. Desde luego, es la única población, ciudad o villa común, o aldea, que tiene una picota con un brazo armado de espada, figuración de una justicia que no precisa que le venden los ojos porque no los tiene. Es sólo un brazo, unido a un asta vertical, el fiel fijo de la balanza ausente. El viajero se interroga sobre el sueño de aquel brazo y sobre lo que corta la espada. La justicia será, pero enigmática.
La iglesia parroquial tiene un portal manuelino atribuido a João do Castelo. La torre de campanas, es del siglo XVII. Sobre el cuerpo de la iglesia, tanto le esconde y la apaga como la sublima y valoriza; es, al mismo tiempo, es excesiva y complementaria. El viajero, si tuviera opinión en estas cosas y fuerza en los brazos, la alfarería a pulso y la dejaría a un lado como el campanile de Giotto con relación a la iglesia de Santa María dei Fiore, en Florencia. Es una idea que el viajero deja para la posteridad, si hay algún día dinero de sobra para gastarlo en estas perfecciones.
Edición en Castellano editada por Santillana S.A.
Traducción de Basilio Losada