Este mes de julio, el pueblo de Vilassar de Dalt -situado en la costa central catalana, en la comarca del Maresme- se encuentra en plena celebración medieval. ¿El motivo? La apertura al público de su castillo tras treinta años de negociación con sus actuales propietarios. Para conmemorar este hecho, la población ha organizado un festival medieval, de nombre Vilazari 978, que cuenta con una serie de actos destinados al público familiar: mercado artesanal de inspiración medieval, talleres infantiles, conferencias, cena medieval, música tradicional o visitas a la antigua Vilassar medieval. Pero el más importante es la visita guiada al castillo, que consistirá en un recorrido por el patio exterior rodeando todo el perímetro, pasando por el puente del foso, el patio de entrada, la capilla, el porche principal y el patio interior de la torre.
El castillo de Vilassar de Dalt es uno de los elementos patrimoniales e históricos más importantes de la villa. Aunque debemos situar su origen entre los siglos XI y XII, las diferentes reformas a lo largo de los siglos han dado como resultado un bello edificio gótico. El castillo fue declarado monumento histórico artístico en 1931 y se considera un bien culturalde interés nacional en la categoría de monumento histórico.
Como Vilassar de Dalt se encuentra a tan sólo 10 minutos de donde vivo, esta mañana nos hemos acercado a dar una vuelta por el mercado medieval. Se respiraba un gran ambiente festivo y familiar. Nada más llegar, empezaba una recreación de lucha de caballeros ambientada en la Edad Media, a cargo del grupo de recreación Drakonia. Entre aplausos y vítores, nos han enseñado la lucha cuerpo a cuerpo con espadas y la defensa con escudos. Una divertida actuación que nos ha hecho disfrutar a todos. En la plaza del teatro se encontraba la zona de cetrería: la exhibición de aves, halcones y demostraciones de vuelo; la zona de tiro con arco, en la que podías participar; y la zona en que se asaban unos cerdos enteros para la cena medieval de esta noche. Una cena que incluye ensalada, verdura a la brasa, cerdo asado y vino, adaptación de una receta basada en las investigaciones del historiador Josep Puig.
El mercado artesanal era de inspiración medieval -tal y como se hace en todos los mercados medievales españoles; al menos en todos los que yo he asistido-. Una buena selección de artesanía, alimentación y restauración llenaba una pequeña calle del centro, ambientada con guirnaldas, escudos y banderas. Al final, no nos hemos podido ir sin comprar algunos productos de fabricación artesanal: un risoto con setas, fuet, longaniza y pastel de manzana. ¡Ya estoy deseando probarlos!