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Vince se ha separado de su esposa. En cambio, todos sus amigos han asistido a esa cena con sus parejas. Es el momento en que Vince recuerda a Joy, una muchacha que conoció cuando era una adolescente y que se convirtió en un amor tan fugaz como imposible. Pero tal vez no tanto, si se piensa que siempre puede haber una segunda oportunidad.
Sobre todo porque Vince & Joy, desde la primera hasta la penúltima página, me ha recordado muchísimo a Siempre el mismo día de David Nichols: un libro que personalmente me encantó a pesar de su final agridulce. A medida que iba avanzando con Vince & Joy mi mente lectora se regocijaba ante la increíble reseña positiva que iba a escribir. Porque, a diferencia del libro de Nicholls, se preveía que la historia de Vince y Joy acabaría de manera menos dramática, y pensaba que a muchas y a muchos os encantaría este aspecto.
Según mi punto de vista, aunque el libro de Jewell nos habla también de esa generación de los 90, un poco perdida, que busca su sitio y la propia madurez, Siempre el mismo día me pareció más completo, más redondo. Igual fue por el hecho de que me identifiqué muchísimo con la protagonista, y la conexión finalmente fue más fuerte. Sin embargo, están muy a la par. Vince & Joy nos habla de una relación (o no relación) de dos personas en el tiempo, y la manera en que el destino se empeña en unirlas o separalas. Es un libro muy romántico, muy íntimo y, en muchos aspectos, precioso. Como os digo, desde la primera hasta la penúltima página, 5 estrellas.
No obstante, sólo le he otorgado tres, y eso es porque valoro ese 99,99% del libro, aunque me quedo con la sensación de que he sido demasiado benévola. Siguiendo con las comparaciones, Siempre el mismo día y Vince & Joy son claros ejemplos de novelas-con-final-triste-pero-bueno y novelas-con-final-supuestamente-positivo-pero-mal-hilado, por no decir inexistente. Porque sí, amigas y amigos, nos hayamos delante de una nueva muestra de “se me han caído los últimos capítulos del libro de camino a la editorial“, o de “quiero escribir una novela tan guay que voy a dejar el final abierto para que, con su imaginación, mis lectores hagan el trabajo que yo tenía que hacer pero no he hecho (o he perdido en el camino a la editorial, claro)“.
En este punto, si sois de los que no os gusta saber nada del final y tenéis previsto leer el libro, deberíais parar de leer. Lo malos es que además os gusten mis críticas sangrientas, por lo que supongo que tendréis el corazón dividido. La elección esta en vuestras manitas lectoras.
Pues bien, como os decía, Vince & Joy termina fatal. No en plan rápido, como esos autores que resumen el final del libro en apenas cinco páginas y te quedas con cara de qué-ha-pasado-aquí. Ni si quiera en plan Charlaine Harris, en el sentido de que, finalmente, la prota se tira a su perro y viven felices para siempre (cuando nadie quería que se quedara con su perro, claro)… Termina de la peor manera posible, a lo Daphne Du Maurrier, cuando tras pasar la página del último capítulo aparecen los agradecimientos y tú te preguntas: ¿será un error de imprenta? Tiene un final de esos que, tras terminar de leer, vas directamente Google para descubrír que “NO! Efectivamente no hay una segunda parte“. Pues de esos.
Evidentemente, como siempre, aparecerán los guays (aunque yo no conozco personalmente a ninguno, igual es una leyenda urbana) que alabarán la originalidad, la madurez y la amplitud de miras de un final abierto. Dirán, o supongo yo que dirán, “me encanta! así me monto yo mi propia historia y mi propio final alternativo“… carne de cañón para la fanfic, supongo. Por esa regla de tres podríamos encontrarnos algo así:
Había una vez una niña muy bonita, una pequeña princesa que tenía un cutis blanco como la nieve, labios y mejillas rojos como la sangre y cabellos negros como el azabache. Su nombre era Blancanieves.A medida que crecía la princesa, su belleza aumentaba día tras día hasta que su madrastra, la reina, se puso muy celosa. Llegó un día en que la malvada madrastra no pudo tolerar más su presencia y ordenó a un cazador que la llevara al bosque y la matara. Como ella era tan joven y bella, el cazador se apiadó de la niña y le aconsejó que buscara un escondite en el bosque.
FIN
De hecho, si nos pusiéramos tiquismiquis, ¿para qué existen los libros, si tenemos nuestra imaginación? Desde luego, saldría más que barato, y más en estos tiempos de crisis.
Bromas aparte, aunque yo sea fan del blanco y en botella, el final de Vince & Joy es de poca vergüenza. Imaginaos que dos personajes se pasan un libro entero dando tumbos de un lado a otro del mundo sin llegar, ya no a conocerse, sino a estar juntos. Imaginad al protagonista delante de la puerta de la chica. Finalmente, sabe que podrán estar juntos, y, cuando pasas la página, aparece:
Agradecimientos. Gracias a mi madre, a mi editor, a mi perro…
Lo peor, ¿verdad? Pues eso es lo que os espera si os decidís a leerlo. Literalmente, un cierre de puerta de las narices de órdago. Eso sí, si hubiera tenido un capítulo más, un epílogo, una segunda parte… hubiera sido un libro maravilloso. Una pena…