Vindicando a Samsa

Por Humbertodib
-¿Aceptas a Gregorio como tu legítimo esposo?Las palabras del sacerdote se encumbraron desde el altar y luego resonaron en cada rincón de la iglesia, sin embargo el eco se multiplicó con creciente vigor -una, veinte, mil veces- dentro de la cabeza de Laura, y con cada repetición se le clavaba una pregunta diferente: Cómo sería tu vida si hubieras aceptado esa propuesta de trabajo en Toronto. Qué lugar tendría tu verdadera vocación si no hubieses abandonado las clases de violonchelo. Dónde estarías viviendo si te hubieses ido a recorrer el mundo haciendo autoestop. Cuál habría sido tu destino si no hubieras aceptado la invitación de Gregorio aquella noche de soledad. Entonces Laura se sintió un insecto inmundo que se arrastrara por el único caño del sumidero.-No soy una cucaracha- quiso gritar, pero su chillido quedó coartado por un repulsivo CRACHS que sonó debajo de la suela del zapato de la madre del novio, quien -fatigada- llegaba muy tarde a la ceremonia.