En general soy una persona muy hogareña. Para mí es un placer encerrarme en casa con mis libros y mi ordenador. Podría pasar el día perfectamente sin hablar con nadie, sola con mis cosas. Por todo eso, la cuarentena no se me ha hecho tan dura como para aquellos que quedan varias veces a la semana con los amigos y les gusta estar al aire libre y charlar con gente. Aun así, admito que he echado de menos ir a comer a algún restaurante con mi madre de vez en cuando, tomar un helado y charlar por las calles con L, quedar con A y Y para hablar de cosas aleatorias o ir de ruta de librerías con G.
En su lugar, me refugié en los libros, como estoy segura de que hicisteis muchos de vosotros. Salté de un cuarto piso para huir de la policía que me persiguió hasta que me escabullí en una manifestación de estudiantes, los cuales me traicionaron y tuve que esquivar subiendo a un avión destartalado que me llevó a una obra de teatro en la intenté hacerme la heroína, cosa que me llevó de cabeza a la cárcel. Por suerte fui rescatada por unos monos voladores. Y eso fue Sopa de elegidos.
Enhebré hilo y aguja para confeccionar vestidos de princesa que me quedaban de lujo y con los que fui a grandes galas llenas de color y música, tras las cuales regresaba a palacio para buscar una pretendienta adecuada, tarea de la que huía pensando en los maravillosos vestidos que podría llevar en el próximo pase de modelos al que acudiría. Iba a hacerme monje, cuando el rey me robó la ropa (que al parecer era de una tela muy elástica) y me animó a ser quién era. Eso fue El príncipe y la modista.
Regresé a mi pueblo de la América profunda natal, para enfrentarme a mi infancia, que tenía grabada en la piel, a mi madre, a la que le faltaba un tornillo, a mi hermanastra drogata de doce años, a la que le faltaba la caja de herramientas entera y al fantasma de mi hermana muerta. Todo mientras me cepillaba a medio pueblo, fingía ser policía e investigaba dos cadáveres desdentados de niñas. Eso fue Heridas abiertas.
Me peleé con mi hermano araña por robarme la novia y ambos huimos por medio mundo huyendo de una bandada de pájaros asesinos mientras lidiaba con el odio de varios dioses que querían ver muerto a mi padre muerto y hacía espiritismo para irme a las montañas de Yupi. Eso fue Los hijos de Anansi
Crucé el Nilo en barco en compañía de media docena de psicópatas que se lanzaban palabras envenenadas, dagas con los ojos y alguna que otra bala de verdad. Pese a que el culpable anunció su crimen delante de todos, eso no evitó la tragedia, aunque mis pesquisas me llevaron a descubrir lo que se hace por amor. Y eso fue Muerte en el Nilo.
Finalmente, decidí entrenar mi escritura y me carteé con todos mis amigos, sufrí por un amor no correspondido, me casé y tuve una hija con alguien que realmente no me amaba, y eso me obligó a ir y venir de Nueva York para encontrar el apoyo de mi mejor amigo, quién también se casó dos veces y tuvo un par de hijos, antes de darse cuenta de a quién quería de verdad. Eso fue Dónde termina el arco iris.
Esos fueron todos los lugares que visité y todas la cosas que hice durante la cuarentena. ¿Y vosotros? ¿Qué libros leísteis? ¿En qué aventuras participasteis? ¿Los libros os permitieron viajar a muchas partes?