Vino tinto, té verde, ajos y seta shiitake: los “alimentos-medicina” que previenen ciertas enfermedades
Por Manuela
El vino tinto, las setas shiitake, el
té verde o los ajos tienen propiedades beneficiosas para la salud a través de
sustancias presentes en su composición. El estudio del potencial de estos
alimentos en la prevención de enfermedades ha sido objeto de una sesión que ha
tenido lugar hoy viernes en el marco del 20º Congreso Internacional de
Nutrición de la International Union of Nutritional Sciences (IUNS) que se está
celebrando en Granada (España).
“Existen numerosas sustancias
fitoquímicas en los alimentos que tienen un impacto en nuestra salud y cada una
de ellas tiene un efecto distinto. Intentamos aclarar cómo estos compuestos
funcionales de los alimentos son capaces de prevenir enfermedades y, en algunos
casos, incluso curarlas”, ha explicado el
profesor Hitomi Kumagai, del Departamento de Química de la Universidad Nihon,
en Japón, que ha participado en la mesa.
El profesor Kumagai ha presentado los
resultados de un estudio en ratones con un compuesto organosulfurado de las
setas shiitake, la lentionina, que es la responsable de su sabor y, según este
trabajo, tiene propiedades antiagregantes y previene el daño hepático. “Por
tanto, tiene el potencial de prevenir la formación de trombos y la prevención
del cáncer de hígado”, ha explicado el profesor.
El mecanismo de acción de la
lentionina es diferente al observado en los compuestos azufrados del ajo,
objeto de otro estudio de la misma Universidad Nihon, de Japón. Según este
trabajo, los distintos compuestos azufrados del ajo pueden actuar en la
prevención de enfermedades relacionadas con el estilo de vida como la obesidad,
la formación de trombos, así como en la leucemia.
En cuanto a los polifenoles del vino
tinto, frecuentemente nombrado por sus propiedades cardioprotectoras y
antioxidantes, un estudio española presentado en el congreso por Cristina
Andrés La Cueva, de la Universidad de Barcelona, ha buscado biomarcadores que
indiquen cuantitativamente en sangre si el consumo de polifenoles está teniendo
algún efecto en el organismo.
Etiquetado
de alimentos
El impacto del etiquetado nutricional
de los alimentos en la prevención de enfermedades ha sido otro de los temas
abordados en el 20 Congreso Internacional de Nutrición. Desde Octubre de 2011
la Unión Europea obliga a incluir la información nutricional en el etiquetado
de todos los productos alimentarios. Los fabricantes tienen que especificar el
valor energético del producto y la cantidad de seis nutrientes (grasas, grasa
saturada, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal) por cada 100 mg o ml
del producto, ¿pero qué impacto tiene esta información en el consumidor?
¿Sirven para promover una alimentación más saludable?
El estudio con financiación de la
Unión Europea FLABEL (Food Labelling to Advance Better Education for Life, www.flabel.org) investigó
durante tres años y medio la influencia de estas etiquetas en los consumidores.
“Los resultados demostraron que el tiempo medio que un consumidor dedica a
mirar este etiquetado es demasiado corto como para procesar la información”, explica la doctora Laura Fernández Celemín,
del Consejo Europeo de Información Alimentaria (EUFIC), en Bruselas. “La
alternativa para aumentar este interés es situar información de los nutrientes
y las calorías en la parte delantera del producto de forma regular y
sistemática –en el 85% de los casos están en la parte trasera-. Asimismo, complementar
está información con símbolos que indiquen distintas propiedades saludables
puede aumentar la atención y, con ello, el consumo, especialmente en clientes
que van con prisa a hacer la compra”, ha añadido.
De hecho, actualmente EUFIC tiene en
marcha el proyecto CLYMBOL (Role of health-related claims and symbols in
consumer behavior, www.clymbol.eu ) para
evaluar el impacto de los reclamos y símbolos de salud sobre la compra del
producto.
En cuanto al mejor formato para que la
información nutricional logre su objetivo de llegar al consumidor, el estudio
FLABEL concluyó que no había diferencias entre los distintos formatos en
criterios de utilidad, exhaustividad, simplicidad o facilidad de comprensión.
Los distintos modelos etiquetado incluyen bien información de la energía y los
nutrientes en gramos/calorías, o bien las cantidades diarias recomendadas (GDA,
en sus siglas en inglés) o un código semafórico o de símbolos asociados a
propiedades saludables.
Dos revisiones de la literatura
realizadas por EUFIC para ver si el etiquetado nutricional por sí mismo puede
promover una alimentación más saludable, concluyeron que aunque los
consumidores son capaces de entender y diferenciar los productos más
saludables no están motivados para
buscar en las etiquetas la mejor opción cuando van a la compra. El precio del
producto, sabor, envasado e incluso el hambre que tiene el consumidor en el
momento de la compra tienen más impacto en la decisión final de compra.
La doctora Laura Fernández Celemín reconoce
que aunque “el etiquetado nutricional tiene limitación y no es la solución
mágica que puede solucionar la obesidad, debe integrarse con otras políticas educativas
para concienciar a los consumidores de la importancia de utilizar la
información contenida en las etiquetas”.