Estoy casi seguro que hace 12 años, eran poquísimos, e incluso me arriesgaría a decir casi ninguno, los viticultores o enólogos que elaboraban albariños pensando en largas guardas, vinos que se bebiesen con el tiempo. Creo que no lo pensaban si quiera, porque esta uva casi siempre se utilizó para hacer vinos cosecheros, que duraban lo que duraba el año o la sed de los aldeanos.También pienso que quienes elaboraron y embotellaron este vino (Bodegas La Val, en la zona de O Rosal en aquellas épocas), quizás tampoco pensaban en que ese licor aguantaría estoico el paso de los años. O quizás sabían que podría aguantar el paso del tiempo, pero seguramente pensaron que caería en alguna garganta apurada dentro de su primer año de vida, porque como decía arriba, el albariño de antes se bebía rápido, sin tanta espera. Hasta el de ahora sigue elaborándose con ese concepto en la mayoría de los casos. O eso me parece a mí.Esta uva es dueña de una acidez, estructura y graduación alcohólica -entre otras grandísimas cualidades, claro- que le permiten resistir al tiempo como pocas… Sin tanta intervención en la bodega y sin tanta barrica, ni cosas extrañas. El solo poder de la fruta le da larga vida a esta joya gallega que cada vez encandila con más fuerza el mundo del vino.Yendo al “olvidado” que nos convoca… este ORBALLO de la cosecha 2002, llegó a manos de mi suegro sabe dios de dónde y cómo. Pero el asunto es que tal como llegó fue a parar a la cava subterránea de su casa de la aldea (no con la intención de añejarlo, sino que ese era el lugar donde guardarlos sin que molesten en otro lado), a la que va de tanto en tanto y a la que baja mucho menos frecuentemente aún. Allí durmió esta botella casi 12 años, a oscuras, en silencio y en condiciones de temperatura ideales, hasta que a quien escribe estas líneas se le ocurrió hurgar entre botellas llenas de polvo y dar con ella. Reconozco que la quité de su lugar con mucho cuidado, con temor de lesionar lo que llevase dentro… Mis expectativas de encontrar algo bueno en su interior no eran muy elevadas (por sus años, porque había sido concebido para beber joven y sobre todo por mi poca fe)… Sin embargo, con el vino, todo puede pasar…Esperamos unas semanas hasta que decidimos descorcharla sin mucha esperanza. Aunque teníamos la misma ansiedad de los niños cuando están desenvolviendo un regalo. El corcho, arriba estaba un algo desgranado, pero salió íntegro y estaba en perfectas condiciones… Buen augurio, dije… y si nos sorprende? Servimos una copa… buen color…. Dejamos respirar bastante…Y vaya si nos sorprendió!
Color dorado (no muy profundo), brillante, limpio. Vivo, impoluto. Largas piernas ilustraban la copa…
Nariz intensa. Fresca y limpia. Notas a frutas tropicales maduras (plátanos, piña, maracuyá), bollería, lácteos. Sobre el fondo se percibía una nota clara que me recordaba a un Riesling (tipo petróleo, neumático).En boca estaba lo mejor. Franco, suave, equilibrado, fresco… Una textura increíblemente cremosa acariciaba el paladar. Final complejo y largo. Exquisito.Luego comencé la tarea de averiguar cosas de este vino… La verdad es que encontré muy poco. La bodega que lo elabora (La Val) solo menciona el vino bajo el título de “Otras Marcas” que comercializa. Los llamé y les conté la historia. Pude saber que se trataba de un 100% albariño de diversas fincas y que su elaboración no tuvo, ni tiene (porque lo siguen comercializando) nada de especial. Maceración, fermentación y maduración corta en acero inoxidable. Ya ven...tal como yo pensaba, un albariño como cualquiera de las otras millones de botellas que se elaboran cada año en Rías Baixas. También me comentaron que no hace mucho tiempo atrás destaparon algunas botellas del ´97 y estaban exquisitas... Cuando le conté esta historia aun amigo, muy cercano al mundo del vino me dijo “Es que ya no se hacen albariños como los de antes”Muchas gracias por leernos,Salutes, Rumbovino.