Violación ("A case of Rape"), Chester Himes

Publicado el 06 septiembre 2017 por Juancarlos53
"Cuatro negros americanos estaban en una habitación en compañía de una mujer blanca que había muerto por el efecto combinado de una dosis demasiado fuerte de afrodisíaco y de contactos sexuales repetidos. En la mente de la mayoría de las personas de ese mundo civilizado, los cuatro negros eran culpables y esto desde que Cam, el segundo hijo de Noé, había sido desterrado."  (Chester Himes, "Violación", pág. 21)
Chester Himes es fundamentalmente conocido por su serie Harlem protagonizada por los detectives Digger Grave Jones y Coffin Ed Johnson. De esta serie,formada por diez títulos, he leído y reseñado en este blog dos de ellos, "Un ciego con una pistola" (1969) y "Todos muertos" (1960). Las historias que se relatan en estas novelas suceden, naturalmente, en Nueva York
"Violación", la novela que he leído con sumo gusto, no forma parte de esta serie. En primer lugar la anécdota sucede en París en 1956, el año que Himes decidió definitivamente establecerse en la capital francesa. Es una novela corta (apenas si alcanza las 80 páginas) que apareció en 1980. Estamos ante una obra claramente sorprendente construida como si de un puzzle se tratara y estructurada en quince breves capítulos con títulos propios del análisis jurídico ("Hipótesis", "El sumario", "El alegato", "El veredicto", "La defensa", "La sentencia", etc.) y del mundo periodístico  como los encabezados con el nombre de los principales intervinientes en  el procedimiento judicial que se nos relata ("Cesar Gee", "Sheldon Edward Russell", "Theodore Elkins", "Scott Hamilton", "La señora Hamilton", etc.). 
Es una narración que aunque de modo diferente a las de la serie Harlem no abandona el tema característico de Himes que no es otro que la denuncia de la segregación racial que en USA persiste a pesar de que el cuerpo legislativo del país establezca la igualdad de derechos entre todos sus nacionales. Lo que, en mi opinión, sí hace que "Violación" destaque por encima de otros relatos de Himes es la maestría con la que argumenta y contraargumenta sobre la persistencia de esta infamia y cómo la sociedad americana, tanto negros como blancos la tienen interiorizada y asumida como algo contra lo que de nada vale pelearse. Lo terrible, y aquí es donde la novela de Himes alcanza todo su valor y fuerza es que la hipocresía social es tal que resulta imposible encontrar pruebas o argumentos que den la vuelta a los valores asumidos por todos: hombres y mujeres, ya sean blancos o negros.
Como en toda su Obra, también en este relato hay mucho autobiografismo. Reposa fundamentalmente en el personaje de "Roger Garrison, escritor negro americano que residía en París desde el final de la guerra con su mujer, una blanca, y sus hijos emprendió una investigación personal sobre la vida de los cuatro acusados" (pág. 23). Todo coincide con la realidad: Chester Himes en 1950, siguiendo el ejemplo de otros escritores americanos, como Ernest Hemingway, comienza a pasar largas temporadas en Francia, en donde se había convertido en un escritor popular. Allí, en ese año, conoció a Lesley Packard, una irlandesa británica con la que contraerá matrimonio. A partir de 1956, cansado del racismo de su país, se instaló permanentemente en París, en donde coincidió con otros escritores afroamericanos como Richard Wright y James Baldwin.
Verdaderamente el asunto que se toca en el relato, la acusación de violación sin pruebas contundentes por el mero hecho de ser una blanca la fallecida y negros los que tuvieron contacto con ella la noche anterior, es algo muy injusto. Sin embargo es una acusación imposible de levantar por basarse en la creencia por todos admitida de que una mujer blanca que se acerca a un negro sólo puede hacerlo por vicio dado que el imaginario blanco no encuentra qué otra cosa pueda hacer una mujer blanca con uno o  varios negros. La fallecida "Nunca pensó verdaderamente en la diferencia de razas, en el hecho de que ella era blanca y él era negro. Nunca se le ocurrió tampoco pensar que también ella era una víctima de la supremacía blanca, de un a modo de racismo invertido que perpetúa la dominación del macho" (pág. 61).
Tampoco en el colectivo de los negros afroamericanos hay unanimidad respecto a la injusticia sufrida por su raza desde hacía siglos. Por ello en "Violación" Chester Himes denuncia el 'tiotomismo', doctrina que impulsa a los que menos tienen a aceptar con entusiasmo esas reglas que los mantienen en la parte baja de la pirámide social. En el caso de los negros practica el 'tiotomismo' ese negro bueno que acepta la subordinación a los blancos a cambio de lástima o el que se hace el tonto para parecer simpático. En el relato el personaje de Sheldon Edward Russell es el representante perfecto de esta doctrina con la peculiaridad -y esto es, quizás, lo más grave- de que él no busca obtener prebendas con su práctica

"De alguna manera, Shelly Russell era una especie de Tío Tom aficionado.
Hay Tíos Tom profesionales que sacan gran provecho de su tiotomismo.
Hay Tíos Tom de nacimiento que no conocen otra manera de vivir con los blancos que practicando el tiotomismo.
También hay negros que, aunque se horroricen de ello, se han convertido en Tíos Tom para ganarse la vida.
Shelly Russell no pertenecía a ninguna de estas categorías. Shelly practicaba el tiotomismo sin estar obligado a ello, con la única finalidad de ser querido y apreciado por los blancos inteligentes y cultos, a ser posible pertenecientes a la gran burguesía
" (pág. 37)
La cuestión que se dirime en esta novela escapa del ámbito propiamente judicial entrando de lleno en el de índole política pues en el fondo, como el periodista investigador piensa, el racismo también existe a nivel internacional -no se debe olvidar que la acción sucede en París (Francia), no en USA- aunque esta consideración sea difícil de mantener y defender públicamente
"Roger Garrison tampoco había encontrado nada para sostener su hipótesis, según la cual toda condena a un negro por violación de una blanca era fruto de un proceso político basado en el racismo internacional y destinado a mantener la raza negra bajo yugo" (pág. 49)

Ejemplo de segregación racial en algunos estados americanos durante los años 50 y 60

Los años en que Himes sitúa la historia, 1955 y 1956, fueron años de intensa lucha en USA a favor y en contra de la segregación racial. Desde su exilio parisino, el novelista afroamericano debió de ver los sucesos americanos con tristeza y rabia. Esta narración intenta deconstruir el sistema, de ahí su estructura en forma de piezas sueltas y aparentemente inconexas. La argamasa que hace que cuatro inocentes hombres de color sean condenados por un crimen que no han cometido va más allá de la propia acción criminal -inexistente en el caso de los acusados- para tocar las paredes de la política nacional e internacional de Francia, de la liberal y permisiva Francia, que en esos momentos históricos se enfrentaba con los deseos de independencia de Argelia cuyos naturales no eran exactamente igual que los negros americanos pero en su interior los franceses veían que no se podía mostrar debilidad con aquellos a los que se tiene por inferiores y una cabeza de turco foránea nunca viene mal. Lo mismo cabe decir de los USA que acababa de salir malamente de la guerra de Corea y estaba a punto de enfangarse completamente en la de Vietnam; en ambos escenarios asiáticos la opinión pública tenía asumida la condición inferior de sus habitantes.
"El argumento en virtud del cual los cuatro acusados eran seres inferiores -incluso si, como es probable, se consideraban negros superiores- era irrefutable" (pág. 48) 
Los elementos habituales en Himes: humor, erotismo, cosmopolitismo, el jazz, la corrupción del sistema,  etc. que ya señalé en mi otra reseña sobre este escritor (pinchar aquí para leerla) reaparecen en este breve relato:
  • Humor en la reacción de ese esclavista francés que mató a su mujer cuando el fruto de su vientre resultó ser de color chocolate: "
"Dupré mató a su mujer, lo que las autoridades locales le perdonaron de buena gana teniendo en cuenta las circunstancias, pero se quedó con el niño de recuerdo y le dio su nombre así como una educación católica" (pág. 38) 
  • Erotismo y morbosa salacidad en las relaciones entre mujer blanca y hombre negro:
"Había la Sra. Hancock tomado el afrodisíaco accidentalmente, como había sostenido la defensa, o bien la habían obligado a ello como afirmaba la acusación? Incluso, ¿por qué no podría haberlo tomado voluntariamente? Posiblidad con la que nadie había contado. ¿Lo había tomado para estimular su apetito sexual?" (pág. 50)
  • Cosmopolitismo: Boston, París, Mallorca, Nueva York, Mónaco... Todas estas localidades y muchas otras más enmarcan las diversas acciones que se cuentan en la novela.
  • El jazz. Chester Himes es un gran amante de este tipo de música, aunque en esta novela no le dedica el espacio que le da en otras. Simplemente he detectado una anécdota que tiene que ver con este mundo musical: el nombre del personaje central, Scott Hamilton,  es un tributo al saxofonista estadounidense de jazz de igual nombre, vinculado con la corriente denominada neo-tradicionalismo cuyo principal representante es John Coltrane.
  • La corrupción intrínseca del sistema ocupa en "Violación" un importante papel, si bien no estamos ante las típicas corruptelas de funcionarios policiales y/o judiciales. No, aquí, estamos en otro nivel aún más perverso y más difícil de conjurar: la sociedad blanca no encuentra otra explicación a una relación mujer blanca-hombre negro que la pornográfica, la de la respetable indignación hipócrita de los blancos unida a los enfermizos celos por las continuas orgías sexuales a las que entienden una blanca y un negro se entregan continuamente.  En definitiva, el prejuicio racial corrompe todo el sistema.
"Qué crimen es mayor: la violación o la condena por violación de un inocente, víctima de prejuicio racial." (pág. 75)
Chester Himes tenía razón
La novela que he reseñado tuvo un fuerte impacto desde el momento de su publicación. En una entrevista hecha poco antes de su muerte, acaecida en Moraira (Alicante) en 1984, el escritor decía sobre ella lo siguiente:
“Regrese a París y descubrí que Violación seguía haciendo ruido. Mi nombre se había hecho popular. Parecía que todo París quería ir a mi casa. Me olvidé de mis historias de detectives y de la película que estaba tan ansioso de hacer el año anterior. Sólo pensaba en todas las injusticias que había sufrido en los años anteriores en América. Al fin me sentía reconocido. Sentía que me había vuelto el más popular de los escritores afroamericanos en París, quizá tenía razón”.
Desde el actual hoy, septiembre de 2017, no me cabe más que despejar esa duda que el escritor deslizaba al final de su declaración anterior. Sí, Chester Himes, tenías toda la razón. Tu denuncia de que la raíz de la violencia y del racismo está en uno mismo y en el entorno social que nos rodea, es cierta. Todos los días, desgraciadamente, tenemos ocasión de comprobarlo: disturbios raciales en París y otras capitales europeas, manifestaciones supremacistas en Charlottesville (Virginia) hace nada, altercados y muertes de jóvenes negros a manos de policías -blancos en su mayoría- en Ferguson (Missouri) en 2014 y así un largo e inacabable rosario de hechos que desgraciadamente, repito, me llevan a concluir que tenías razón, y que como dices en tu relato: “Todos somos culpables”.