Ayer, en una gran metáfora, Artur Mas llegó en un helicóptero alquilado al parlamento con la tarea de recortar los presupuestos sociales. Se afanó a saco y pese a que en la campaña electoral, digan lo que digan algunos, dijo exactamente lo contrario, (más inversiones, lerele) le ha metido un tajo a las cuentas que ha dejado temblando la sanidad pública, la educación pública y otras políticas públicas.
Los violentos siempre son los demás, ya que por definición, que te ajusten el cinturón hasta que la hebilla quede en el culo, es un ejercicio de pacifismo a ultranza. La gente ha de seguir aceptando que la farsa electoral se complete haciendo exactamente lo contrario para lo que te han votado, que con decir que es lo que impone el mercado… que la alternativa es peor… que viene el lobo… que es la economía global que nos viste como putas… que no hay que preocuparse que en lontananza vienen brotes verdes… asunto concluido.
Problema. Al sistema le ha salido una grieta que amenaza con desbordarle. La gente se ha hartado de mascar vidrio, quiere otra cosa y está reaccionando. Y eso, el sistema no lo puede permitir, porque para tener una jubilación de oro, tienes que joderle la vida al personal votando de vez en cuando lo que moody’s manda.
En tanto esto sucede y las portadas de los medios dictan unanimidad, la letra pequeña anuncia que el banquero más inútil y golfo de esta España insufrible, un tal MAFO para los amigos con carné rojillo, anuncia que hay margen para rebajar el sueldo a los funcionarios, señalando una nueva pieza en esta cacería. Esto no es violencia, no vayan a creerse.
Y más allá de nuestras fronteras, un millón de griegos ejercen su derecho a la pataleta exigiendo que se vayan a la mierda todos esos partidos corruptos que son parte del problema y no de la solución. Vaya, que los griegos son también unos violentos.
Y yo creo que los ciudadanos no deberían seguir con miedo a los violentos. Son los violentos, los que todos los días reportan el parte de bajas en la ecuación capitalista al dueño del botín, los que deberían sentir miedo a la ciudadanía.
El #15m ha de seguir siendo una manifestación pacífica para que la cosa cambie. Y para que podamos señalar sin ningún género de dudas, la violencia ejercida por los que mandan infiltrados, recortan presupuestos sociales y se reparten (yo parto y reparto, soy el rey lagarto), algún consejo de administración).