En un lugar idílico, donde las violetas florecen fuera de estación y el aire está impregnado de sal, una mujer desconsolada descubre un diario íntimo que vincula misteriosamente el pasado con el presente...A los veinte años, Emily Wilson estaba en la cima del mundo. Su novela se había tornado un best seller, tenía un marido guapo y exitoso, y en sus manos un billete de ida a la felicidad. Una década más tarde, su suerte ha sufrido un cambio radical. Y cuando su tía abuela la invita a pasar el mes de marzo en una isla en la que veraneaba de pequeña, Emily acepta. Allí, mientras está buscando un tema para su próximo libro, descubre un diario íntimo fechado en 1943 cuyo contenido resulta estar sorprendentemente relacionado con su propia vida.
Emily siempre sintió una profunda conexión con la isla de Bainbridge, donde pasó los veranos de su infancia en el caserón de su tía abuela. Y la responsable era Bee, una mujer dinámica, independiente y con sus secretos. De modo que cuando Emily vive el momento más doloroso de su vida y necesitada de inspiración para volver a encauzar su casi inexistente faceta de escritora, regresa junto a Bee, tras diez años de separación. Nada más llegar, su tía abuela la instala en la habitación rosa, que siempre estuvo cerrada con llave en el pasado. En un cajón, Emily encuentra un cuaderno escrito por una misteriosa mujer llamada Esther. De inmediato, se sumerge en una historia que transcurre en 1943. Pero cuando empieza a preguntar a Bee, a sus vecinos y amigos, nadie quiere hablar de los sucesos ocurridos décadas atrás. Emily presiente que la historia de Esther está relacionada de alguna manera con su familia e inicia una brusquedad para entender el pasado, sin saber que podría remover sentimientos que todos necesitan olvidar.
Sin embargo la historia de Esther y Elliott me tenía totalmente pillada, casi llegaba a esperar los tramos relacionados con esa segunda trama con impaciencia. Poco a poco la autora misteriosa deja caer información que Emily va hilvanando hasta atar los cabos, hasta tal punto que sentirá que en sus manos está que la historia no se repita y entenderá las relaciones algunas veces ambiguas con algunos miembros familia.
Junto a Emily se mueven personajes que giran en torno a ese pasado, como la amiga de Bee, Evelyn, o el vecino Henry. Personas mayores que han vivido y sufrido, que son una lección de amor y amistad para Emily. Y la historia de Esther y Elliott es la prueba de que los actos impulsivos pueden trastocar los sentimientos más profundos. Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde...
Una cosa más, no la catalogaría como RA contemporánea, sino más bien como sentimental.
Violetas de marzo es una novela entretenida, algo desigual en su desarrollo, pero aporta horas de lectura amena.