Una idea original. Un buen actor principal. Una campaña de publicidad potente. Y un problema: que algo falla en todo ello. La primera película del director argentino Lucas Figueroa podría haber sido pero no es… Las películas de miedo deberían contener sustos de verdad y no amagos vacíos acompañados de una banda sonora digna de un serial killer.
La historia trata sobre el ganador de un concurso de Fnac, interpretado a la altura por Juan Blanco -a partir de ahora, El friki-. Permanecerá encerrado en el centro comercial de Callao siete días durante los cuales deberá ganar 10000 fans para la nueva red social de Fnac si quiere ganar 15000 euros para poder gastarse en la tienda. Con un primo andaluz muy poco creíble (Miguel Ángel Muñoz) y unos jefes que no le tendrán demasiado aprecio, El friki deberá apañárselas para generar contenidos virales y aumentar las visitas a la web. Con un fantasma lo conseguirá.
Figueroa ha dirigido anteriormente cuatro cortos: Prólogo, Porque hay cosas que nunca se olvidan, Boletos por favor y Con que 24…eh? (ouch!). Con el segundo de ellos, Porque hay cosas que nunca se olvidan, ha obtenido más de 300 premios, incluido el Guinness a Corto más premiado. En el caso de este largometraje, el montaje mezcla demasiados recursos (mucho time lapse y plano secuencia que cansan) aunque las buenas intenciones se perciben. La campaña de Fnac con un product placement descarado funciona, eso sí.
Orientado hacia las adolescentes y con un protagonista, Juan Blanco, que aspira a ser coronado como el próximo ídolo de las quinceañeras fans de Auryn (encargados de parte de la banda sonora, estarán el jueves 28 en la premiere), podrá funcionar con el público que poco exija y sea fácil de asustar. En definitiva, que quiera ser asustado.