Murió este domingo uno de los actores más internacionales de Portugal. Lo que eso representa, pocos lo saben. Triunfar en Portugal exclusivamente por el mérito es no ya difícil, sino un imposible. Y si se consigue, el empujón que puedes recibir de tus conterráneos solo será en dirección al abismo y nunca al estrellato.
Virgilio Teixeira nació en Funchal en la isla de Madeira, en 1917 y allí murió. Aún más loable es el hecho de haber podido descansar en su tierra natal. Su carrera comenzó en la época única (s.s.) dorada del cine portugués, participando en un título mítico "O Costa do Castelo", dirigida por Arthur Duarte, formado en la gran escuela que fue la UFA en los años 30, alcanzando un renombre importante y pasando a colocarse entre los habituales del cine de régimen, orientado por el Secretariado da Propaganda Nacional, del fascista, escritor y potenciador del cine, Antonio Ferro. Una de las obsesiones de éste es la producción de títulos grandiosos, a la Alemana. Sin embargo, la precariedad financiera portuguesa, en parte debida al pequeño tamaño de la nación vecina, hace que, sin complejos, mire con esperanza al recién instaurado y necesitado de propaganda, regimen franquista. Franco capta el mensaje, con mucha más visión propagandística y cinéfila que Antonio de Oliveira Salazar, hombre austero de puro mezquino, que está más bien deseoso de acabar con el cine en su país de agricultores, marineros y pastores y de centrarse en las tres efes, Fado, Fátima y Fútbol.Consideraciones políticas aparte, la cooperación entre Portugal y España en términos cinematográficos fue bastante fertil, al estilo de la época, con doble registro en ambos idiomas, obteniendose films como "Camões", participante en el festival de Cannes, "Reina Santa" o "Inés de Castro".Es de este modo que comienza a haber un cierto transvase de actores entre ambos países, aunque en mayor proporción desde Portugal para España, dado la diferente magnitud de ambas industrias, en especial cuando Ferro sale de su cargo y el cine portugués entra en el vacío existencial que aún hoy le consume. Virgilio Teixeira aprovecha la corriente favorable y da el paso al cine español, participando en la película "Cero en Conducta" de Fyodor Otsep y José María Téllez. Estas intervenciones le valieron la devoción de crítica y público, convirtiéndolo por su buen parecido físico en galán insuistituible en muchos de los films que, de uno y otro lado de la raya se producirían en los 40 y 50. Encomiable es su participación en las portuguesas "Cais do Sodré" o su cumbre cinematográfica en lo que a público se refiere, su contraescena con Amália Rodrigues en "Fado, Historia de una cantadeira". En España, fue el galán de "Agustina de Aragón"de Juan de Orduña, de "Lola la piconera" de Luís Lucía, películas de excelente calidad hoy relegadas al olvido artificial por el libre pensamiento obligatorio. En los 50, con la intelectualización del cine, participa en "Cañas y Barro" o "Zalacaín", también de Juan de Orduña (ésta última, incluye aparición de Pío Baroja), para después cuando el dictador quiso crear un Hollywood nacional, participar en megaproducciones como "Alejandro Magno", "Simbad", "El Cid", "La caída del Imperio Romano" o "Doctor Zhivago".O sea que vivió la época grande del cine portugués, el español y el americano, destacando siempre y con solvencia. Cierto es que, en diez años que viví en Portugal, poco o nada supe de él, exceptuando haberlo visto. Me sorprendió verlo en Agustina. E investigué, para sorprenderme de que aún viviese. La sorpresa ahora es otra. Descubridlo... aquí lo teneis tocando la guitarra portuguesa junto a la única Amália. Y después, muriendo junto al cañón, en Agustina de Aragón.