Director: Michael Curtiz
Un año después de "Dodge City", Michael Curtiz se trasladaba a Virginia City para hacer la película del mismo nombre, jojo. No tienen mucho que ver entre sí salvo que repiten Curtiz, Errol Flynn y otros miembros del reparto de "Dodge City". El resultado, sin ser tan contundente como el del film ya dos veces nombrado, sigue siendo de notable calidad, aunque haya un par de cosas que a mí me parecen importantes (para mí, sobre todo) mencionar.
En los últimos meses de la Guerra Civil Estadounidense, los Confederados intentan recurrir a todas las opciones posibles para mantenerse en pie, aunque la realidad es más una triste agonía. Sin embargo, lo intentan: en Virginia City hay mucho oro y los dueños son sureños que apoyan la causa confederada, por lo que Randolp Scott se encargará de trasladar el oro a quienes lo necesitan en el campo de batalla; para mala suerte suya, Errol Flynn, un espía de la Unión, buscará impedir tal propósito con tal de que la guerra no se prolongue más.
Al igual que en "Dodge City", esta película cuenta con una excelente dirección de Michael Curtiz, quien demuestra gran habilidad narrativa y gran uso de la cámara, lo que a la postre, sumado a la calidad de las interpretaciones, la banda sonora y el montaje, nos dejan escenas realmente sensacionales, como por ejemplo el reencuentro entre Errol Flynn y Randolph Scott a través de una sorprendida mirada a través del espejo de un bar o el duelo algo menos amistoso que toma lugar no mucho después, momentos de asfixiante tensión, claro que sí. Pero lo que más me gustó de "Virginia City" es su magnífico guión, rebosante de grandes decisiones narrativas y figuras retóricas que enriquecen el relato considerablemente, pues no piensen que estamos únicamente ante una historia de sureños versus norteños.
Partiendo por lo más "simple", la inclusión del triángulo Flynn-Scott-Miriam Hopkins (elemento que no destaca por su originalidad, pues claramente los triángulos eran algo común en estos filmes), o mejor dicho la dirección que se le otorga, aporta no sólo a la precisa organización narratológica del relato, sino que también a su dimensión humana y moral (no necesariamente "el dilema moral" que usualmente saco a colación en los westerns comentados que ameritan el término), sin que el mismo triángulo suponga una manipulación de cualquier tipo. De hecho, la mujer a la que da vida Hopkins hasta podría ser un objeto simbólico más que un comodín argumental, encarnando la unión de dos enemigos que no se miran como sureños/norteños sino como hombres, personas, enfrentadas pero en el fondo ni tan diferentes. Sí, el triángulo no es únicamente un motivo romántico...
Otro elemento destacable me parece que es la dinámica interpersonal que surge entre los personajes de Scott y Fynn, cómo decirlo, dos caras de la misma moneda: dos hombres en sendas misiones que cumplir, dos hombres dispuestos a cumplir con su palabra (vaya rara avis, sobre todo en estos días...) así tengan que morir, dos hombres con propósitos que en cierta forma trascienden el telón de fondo que provee la guerra. Lo más fascinante de esta dinámica son los progresivos cambios de poder, partiendo con un Scott claramente superior (Flynn era su prisionero), siguiendo una igualdad de condiciones que filtra el terreno de combate dejando solo la valía personal como armas, y continuando con un Scott reducido a fugitivo/delincuente perseguido por el hombre de ley que es Flynn. Pero de nuevo, ¿acaso ello importa? Supongo que el guión lo que pretende mostrarnos es la verdadera cara de determinados sujetos, independiente de su situación, aunque estas lecturas resultan precipitadas y probablemente erróneas. No obstante, sin importar qué tanto cambien los niveles de poder entre Scott y Flynn, llama la atención que dicha dinámica se quede en un motivo más bien argumental que sustancial, pues como decimos, el verdadero valor no se encuentra necesariamente en las placas o logros que se ostenten, sino en las acciones no mediadas por consideraciones sociopolíticas. En fin, que sigo improvisando...
Lo que no me ha gustado son dos cosas: la primera es la moralina barata que surge al final de la película, cuando ya todo está resuelto y lo único que queda es la conclusión que nos despache a casa. El enunciado al que se recurre es bonito, conciliador y todo, pero no me van a meter por la garganta el orgullo estadounidense ni nada por el estilo, y tampoco me van a arruinar una historia excelentemente narrada y expresada a través de la imagen y la interpretación de sus actores con la imposición de la bandera flameante. Que alguien haya querido darles connotaciones patrioteras era de esperar, supongo, por suerte la misma aparece sólo al final y no contamina el grueso (realmente importante) del relato...
La segunda es algo que estoy seguro que me tildará de "exagerado", pero que me es imposible ignorar: la explotación de los caballos. He visto bastantes westerns de un tiempo a esta parte, y en ninguna película me había molestado tanto el uso de caballos, pues se notaba que su inclusión en las escenas de acción estaba relativamente preparada y asegurada, incluso con algunas caídas notoriamente coreografiadas (aunque a veces algunas más o menos feas se vieran), pero lo de tirar a un caballo por una empinada colina o duna o lo que sea me parece deleznable. No es que el caballo de la escena se partiera en dos ni nada, de hecho en apariencia resulta ileso, pero realmente me horrorizó ver como caía de esa forma, y seguramente a ustedes también les parecerá horrendo (en "Dodge City" también hay una caída en la que un caballo se da directamente de cara contra el piso: parece que a Curtiz le importaba una mierda la seguridad de los animales). También hay un humano que cae, pero verán que la suya está más preparada. Será, qué se puede hacer con un maníaco vegetariano como yo...
Por último, quiero referirme un poco al dilema moral que ya no puedo quitarme de encima. "Virginia City" no me parece una película que se construya sobre el dilema moral, pues (antes de seguir, una aclaración: dilema moral es más que la aparición de temas sobre ética y eso; es más bien el enfoque que se implanta y el que ahora debería poder indicar más o menos bien) si bien se enmarca en un conflicto puramente estadounidense, no supone realmente un agudo diálogo con la propia historia ni una deconstrucción socio-cultural o socio-política de la época (del presente a través del pasado, del pasado a través del presente) como lo hiciera, por ejemplo, la estupenda "Stagecoach", ni tampoco un relato con tintes fundacionales; por lo demás, ya se dijo que el relato trasciende figuras míticas como el justiciero o el cowboy o el forajido o qué sé yo, pues la cosa es algo más de hombres que de íconos. Igual no es que tener o no dilema moral ofrezca una diferencia palpable de calidad, así que tampoco me tomen en cuenta (si es que estuvieron remotamente cerca de hacerlo).
Oh, también aparece Humphrey Bogart haciendo de malo, así que tienen otro motivo para no perderse esta película. Hasta mañana.