Viriato, el pastor que hizo frente a Roma

Por Manu Perez @revistadehisto

Tras la victoria de Publio Cornelio Escipión el Africano sobre las tropas del general cartaginés Aníbal Barca en Zama Regia en 202 a.C. Cartago se encuentra derrotada. Desarmada, sin flota y limitada a su propio territorio, la potencia del Mediterráneo está ahora supeditada a la voluntad de Roma.

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Con el fin de la Segunda Guerra Púnica y los cartagineses eliminados de la escena, ha llegado el momento de centrarse en la expansión para la República Romana. Y el objetivo es Hispania. Roma, vencedora de los púnicos, con sus generales victoriosos y sus temibles legiones, pensó que sería poco menos que un paseo.

No contaban con los pueblos de Iberia.

Roma en Hispania

218 a.C. es el año en que Roma llega a Hispania por vez primera, con el desembarco de Cneo Cornelio Escipión Calvo en la colonia griega de Ampurias, aunque con una finalidad puramente estratégica: cortar las líneas de abastecimiento cartaginesas que sostenían a Aníbal mientras hacía de las suyas por la península itálica (el hermano de Cneo, Publio Cornelio Escipión el Viejo, padre de el Africano, hacía lo propio en la también colonia griega de Massalia, la actual Marsella).

Sus tropas invernarían el año siguiente en el asentamiento íbero de Tarakon, que acabaría convirtiéndose en la ciudad romana de Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, o Tarraco a secas (actual Tarragona).

Pero también habían comenzado ya la invasión, fundando en 206 a.C. la primera ciudad romana fuera de territorio italiano: Itálica (actual Santiponce, en Sevilla). Ciudad que, por cierto, años después daría a la Roma imperial su primer emperador no itálico, Trajano.

Viriato, el pastor que hizo frente a Roma. Anfiteatro de Itálica

La política de Roma en Hispania sería la de explotar los recursos económicos de los nuevos territorios en beneficio de la República. Ya comenté cuando hablaba de la crisis del siglo III que Roma básicamente sólo producía una cosa, legionarios, y que sostenía toda su economía mediante la explotación de los territorios conquistados.

E Hispania fue donde toda esa maquinaria se puso en marcha de verdad. Aceite de oliva, cereales, vino, caballos, manufacturas y esclavos sin olvidar, por supuesto, los yacimientos minerales, cuyas minas explotaron durante siglos a través de las societas publicanorum, concesiones de obras públicas para la explotación minera: plata en Carthago Nova, Mazarrón o la Bética, mercurio en Almadén, cobre y oro en Asturias…

Hispania es profusa en metales de plomo, hierro, cobre, plata y oro, la Citerior posee lapis specularis, la Bética cinabrio.

Historia (Libro III-30), Plinio el Viejo

Las minas las explotaron durante siete siglos, hasta la llegada de los visigodos. Pero realmente en un principio no supieron calcular bien hasta dónde podían apretar sin que los pueblos nativos de Iberia se lanzasen a la rebelión contra la rapacidad romana. Y erraron el cálculo.

Celtas, íberos y celtíberos

A día de hoy “sólo” un 58% de los lectores de este blog son españoles. Algo de lo que me congratulo, ya que creo que si no fuera capaz de llegar más que a mis compatriotas, teniendo en cuenta que comparto idioma con 416 millones de personas, es que algo estaba haciendo rematadamente mal. Así que, como supongo que algunos no lo conocerán, me detendré a resumir muy por encima el panorama que encontraron los romanos cuando llegaron a Iberia.

En dos palabras: había aquí un lío de pueblos de dos pares de narices. Quiero decir que Iberia era una mezcla más o menos heterogénea de pueblos y culturas que se habían interrelacionado en mayor o menor medida, resultado de los distintos grados de mestizaje (tanto genético como cultural) entre los pobladores originales (íberos) y distintas oleadas de inmigrantes sucedidas durante la edad del bronce o incluso a comienzos de la edad del hierro: celtas, ligures e ilirios, principalmente.

Viriato, el pastor que hizo frente a Roma. Infantes íbero y celtíbero

Así que en el siglo III a.C., aunque hay algunos pueblos reconocibles como celtas o íberos, en buena parte de la península encontramos una serie de pueblos que los romanos llamaron genéricamente celtíberos, pero bastante distintos entre sí resultado, como ya he mencionado más arriba, de los distintos grados de mestizaje y de la idiosincrasia cultural de cada región. Así encontramos en Iberia lusitanos, turdetanos, vascones, astures, ilergetes, edetanos, cántabros…

Baste añadir que se organizaban en pueblos y ciudades independientes (las de cierta entidad, amuralladas) aunque con un activo comercio e intercambio cultural entre ellas. Las ciudades estaban gobernadas por una cúpula aristrocrática en cuya cima se encontraba el régulo, y la participación popular se producía mediante una asamblea y un consejo de ancianos.

Viriato, el pastor que hizo frente a Roma. Poblado íbero

En fin, lo he resumido tanto que si algún purista viniera con intenciones aviesas, no tendría yo escapatoria. Pero se me entiende. Los de aquí ya saben como va la cosa (si son anteriores a la LOGSE) y los de allí se pueden hacer una idea general con este resumen y podrán seguir el hilo de la historia.

En los Montes Herminios

El territorio que ocupaban los lusitanos, entre las cuencas del Duero y el Guadalquivir, formó más tarde la provincia romana de Lusitania. Allí es donde nació Viriato, seguramente en torno a 180 a.C. La tradición dice que en los Montes Herminios, que es como los romanos llamaron a la Sierra de la Estrella, la sierra más occidental del Sistema Central, en actual territorio portugués. Eso dice la tradición, porque lo que se sabe a ciencia cierta sobre su fecha y lugar de nacimiento es… nada.

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Las guerras celtíberas

Aunque después, cuando fuera conquistada por completo, Hispania quedaría dividida en más provincias, originalmente Roma la dividió en dos: Hispania Ulterior, con capital en Corduba (Córdoba) e Hispania Citerior, con capital en Tarraco.

Si bien sobre el papel estas provincias dividían Iberia en dos mitades, ocupando una la mitad norte y la otra la parte sur, la realidad en el siglo II a.C. distaba mucho de esto. Sobre el terreno, Roma sólo dominaba una franja en la costa mediterránea, mientras que el resto del territorio seguía controlado por los pueblos autóctonos.

Viriato, el pastor que hizo frente a Roma

El gobierno romano, situado en la capital de la provincia, recaía sobre un pretor, un propretor, un cónsul o un procónsul, dependiendo de la importancia que adquiriera el territorio en cada momento y de su belicosidad. En 151 a.C., una época marcada por las guerras celtíberas por la conquista de Hispania, el puesto de pretor de la Hispania Ulterior recayó sobre Servio Sulpicio Galba.

El pretor Galba

Roma no estaba preparada para este tipo de guerra. Sus legiones estaban entrenadas para enfrentarse a ejércitos organizados, y eran temibles en esa situación, pero se volvían completamente ineficaces cuando se trataba de enfrentarse a incursiones de furtivos y salteadores. Los celtíberos inventaron la guerra de guerrillas, e hicieron mucho (¡mucho!) daño a las tropas de Galba.

Así que el pretor comenzó una política de castigo como no se había visto en sus antecesores. En la primavera de 150 a.C., rompiendo un tratado con los lusitanos, se internó en Lusitania y asoló el país. Los lusitanos enviaron entonces embajada ante el pretor.

Galba recibió a los embajadores lusitanos con amabilidad, y les ofreció terminar con las hostilidades. Según el pretor, había sido la pobreza del país lo que había provocado la rebelión contra Roma y, para terminar con las hostilidades, ofreció tierras fértiles para que todo el que quisiera cultivarlas en paz con Roma pudiera hacerlo.

Treinta mil lusitanos acudieron al ofrecimiento del pretor Galba, ofreciendo paz y solicitando el cumplimiento de la promesa. Galba los reunió y sólo les pidió una cosa: en prenda de paz, entregarían sus armas. Los lusitanos accedieron.

Ordenó el pretor entonces a sus tropas que los rodearan y los pasaran a cuchillo. Nueve mil hombres desarmados fueron cobardemente asesinados. Otros veinte mil fueron apresados y vendidos como esclavos. Muy pocos consiguieron escapar.

Entre los pocos que pudieron huir y salvarse había un joven pastor, de nombre Viriato.(leer entrada relacionada)

Terror romanorum

Galba sería después juzgado en Roma por ello y, aunque fue absuelto debido a sus influencias, los lusitanos vendidos fueron liberados. Pero la semilla del odio contra Roma ya estaba sembrada en Lusitania.

Los pocos hombres que consiguieron huir de la matanza de Servio Galba se unieron a otras partidas lusitanas. Poco (o nada) se sabe de su actividad esos primeros años, aunque es de suponer que anduvieron dando golpes de mano y pequeñas emboscadas a los romanos.

Lo que sí se sabe es que tres años después, en 147 a.C., formaban ya un fuerte contingente de hombres comandados por Viriato. Formando ya un grupo fuerte, y seguramente animados por las pequeñas victorias obtenidas en los golpes de mano, decidieron hacer una incursión en la Turdetania.

La batalla de Tríbola

Turdetania, que ocupaba buena parte de la actual Andalucía y el Algarve portugués, se encontraba bajo el área de influencia romana. Y allí se encontró Viriato con las tropas del pretor Cayo Vetilio, que había sucedido a Galba al frente del gobierno de la Hispania Ulterior.

Cuatro mil legionarios, mucho más experimentados en la batalla, con caballería. Casi una legión. A cambio, los hombres de Viriato, mucho menos numerosos, conocían el terreno (estaban en la serranía de Ronda) y ya tenían cierta experiencia en tácticas de guerrilla. Además, el antiguo pastor se había convertido en un brillante estratega…

Viriato, el pastor que hizo frente a Roma. Monumento a Viriato en Zamora

Viriato dispuso a sus tropas en orden de combate, pero con indicaciones para huir y dispersarse tan pronto como montara la caballería. Volverían a reunirse en las inmediaciones de Tríbola. Los hombres de Vetilio, viendo que los rebeldes huían, comenzaron la persecución de la caballería lusitana dirigida por Viriato, que duró un día entero.

La persecución acabó en el desfiladero del río Barbesuda (actual Guadiaro) donde las fuerzas de Viriato, emboscadas, arrasan con las tropas romanas acabando con la vida de la casi totalidad de los cuatro mil legionarios y del pretor Vetilio. El nombre de Viriato comienza a oírse en Roma.

Las victorias de Viriato

No sería la última vez que Roma le presentara batalla, y en todas las ocasiones Viriato hizo gala de su superioridad táctica y su gran astucia para infligir a los latinos dolorosas derrotas. En Carpetania sobre el pretor Cayo Plautio, sucesor de Cayo Vetilio, y de nuevo en Segóbriga, ciudad celtíbera aliada de Roma.

Allí vuelve a utilizar la misma táctica que tan buen resultado le dio en Tríbola. Lo cuenta Sexto Julio Frontino en su Stratagemata:

Viriato disponiendo sus tropas en emboscada, envió a unos pocos a robar el ganado a los segobrigenses; como saliesen éstos en gran número para castigarlos, echaron a correr aquéllos, simulando que huían,…

El resultado fue el mismo que anteriormente, y los segobrigenses probaron la misma medicina que los hombres de Vetilio.

Y aún siguieron las victorias: en Tucci, en Viseo, en Ourique (donde capturó los estandartes romanos)… Tantas y tan sonadas fueron que otros pueblos celtíberos, arévacos, tittos y bellos, acabaron por alzarse junto a él dando comienzo a la tercera guerra celtíbera, incluso en la Hispania Citerior.

Viriato le estaba causando un auténtico quebradero de cabeza a Roma.

…y también alguna derrota

En 145 a.C. parece que la situación va a cambiar. La Tercera Guerra Púnica acaba de terminar y Roma tiene más tropas disponibles, que por supuesto destina a Hispania. Además el pretor Plautio es desterrado por su inoperancia y sus continuas derrotas, y se designa como cónsul único de Hispania a Quinto Flavio Máximo Emiliano.

Emiliano tenía una amplia experiencia militar, obtenida en las guerras macedónicas y, más tarde, como pretor en Sicilia. Esto y las tropas de refresco llegadas a Hispania obligaron a replegarse a los lusitanos, que prácticamente se habían hecho ya con el control de toda la Hispania Ulterior y el sur de la Citerior.

Rey de los lusitanos y amigo de Roma

Un par de años después, tras el relevo de gobierno (el gobierno de la provincia se otorgaba por dos años) llega a Hispania Quinto Fabio Máximo Serviliano, que con los nombrecitos que gastaban estos romanos no sé cómo pudieron salirnos dos seguidos tan parecidos

Y Viriato comienza a poner a Serviliano en apuros de nuevo y de forma vergonzosa, porque además no vino sólo. Dos legiones, trescientos jinetes númidas y una decena de elefantes le otorgaron para enfrentarse a los lusitanos, a sumar a las tropas que ya había en Hispania. Aparte de los númidas y los elefantes, contaba con 18.000 unidades de infantería y 1.600 de caballería.

Con semejante contingente de tropas podía haberse enfrentado a las mismísimas hordas de Mordor… pero no a Viriato, que acabó cercándolo en Erisana durante una incursión nocturna y forzándole a firmar un acuerdo de paz.

¿Y por qué una paz? Pues seguramente porque Viriato está ya harto de tanta guerra. Ten en cuenta que esto ocurrió en 140 a.C. y ya habían pasado diez años desde la matanza de Galba. Además, él no era un soldado, ni un general, ni un guerrero. Era un simple pastor que quería vivir su vida como la había vivido hasta la llegada de los romanos, pero que se vio empujado a luchar precisamente por ello. Supongo que ya estaba cansado. Yo lo estaría.

El tratado fue al fin ratificado por el Senado de Roma, otorgando a Viriato la independencia de sus territorios y reconociéndolo como rey (dux) de los lusitanos yamicus populus romani. Amigo de Roma; con un par.

¡Traición!

Pero por lo visto Roma no hacía amigos, o por lo menos no amigos íntimos. Ese mismo año Serviliano fue sucedido por un nuevo cónsul, Quinto Servilio Cepión, que —con el permiso de Roma— reanudó la guerra contra el dux de los lusitanos.

Sin embargo la situación no se mantendría durante mucho más tiempo. El año siguiente, en 139 a.C., Viriato envió a tres de sus hombres, Audax, Ditalco y Minuro, a negociar un tratado de paz con Cepión.

Viriato, el pastor que hizo frente a Roma. La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos, de José de Madrazo (1807)

Y éste, que por lo visto no estaba dispuesto a una larga campaña en territorio hostil que seguramente le dejaría en evidencia, como les había ocurrido a sus predecesores, lo que hizo fue sobornarlos. Les ofreció riquezas, tierras y honores a cambio del asesinato de Viriato.

Roma no paga traidores

Si se lo pensaron mucho o poco no lo sabemos. La cuestión (al menos esto es lo que dice la leyenda) es que al regresar al campamento asesinaron a Viriato, que dormía, clavándole un puñal en el cuello. Nunca me ha cuadrado mucho esta versión, en la que Viriato manda tres emisarios a negociar una paz y se echa a dormir en lugar de esperarlos, pero bueno, cómo fue en realidad nunca lo sabremos.

La cuestión es que, dormido o despierto, Viriato fue asesinado por estos tres ursaonenses (es decir, naturales de Osuna), que acto seguido regresaron al campamento romano a cobrar su recompensa. Lo único que recibieron de Cepión fue la lapidaria frase:

Roma traditoribus non praemiat

O dicho en román paladino, Roma no paga traidores.

El fin de la vieja Iberia

Viriato recibió las exequias que merecía. Sus propios hombres le incineraron, siguiendo las costumbres celtíberas, y sobre sus cenizas se realizaron sacrificios animales y luchas entre guerreros lusitanos. Con todos los honores.

Suele decirse, con bastante razón, que con Viriato murió Iberia y que, tras su muerte, todo fue Hispania.

Epílogo

No pensaba ni nombrarlo, para no quitar protagonismo al héroe de hoy, pero si no lo hiciera este apunte no estaría completo.

Y es que tras la muerte de Viriato aún quedaba un último estertor celtíbero que se daría seis años después, de forma heroica, en Numancia. Aunque esa historia merece su propio apunte.


Si quieres profundizar en el tema: Breve Historia de Hispania: La fascinante historia de Hispania, desde Viriato hasta el esplendor con los emperadores Trajano y Adriano, de Jorge Pisa Sánchez

O esta entrada relacionada.

Autor: Enrique Ros para revistadehistoria.es desde http://www.apuntesdehistoria.tk/

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