Viscerales (y 7):

Por Davidgonzalez
TRUEQUE A LA PUERTA DE CASA / INMA LUNA:
Saramago se ha dormido. Podría acariciar los lomos de sus libros si se me dieran bien lo homenajes. No me queda más remedio que seguirme buscando entre los años que tuve cortadas las antenas, los años en los que nada supe de la vida, en los que lo sospechaba todo y no se me movía ni el dedo gordo del pie para salir corriendo. Ahora que no me pidan que sienta lástima de nada, que no me lo pidan porque me están floreciendo tulipanes en las entrañas. ¿Se te hace raro?
LOS DÍAS NORMALES / KARMELO C. IRIBARREN:
Llegan
y se van
sin dejar rastro,
y tú los ves
alejarse sobre los tejados
-y con ellos
los años-,
LA FOTOGRAFÍA / JAVIER DAS:
Nunca sabré que se le pasaba por la cabeza en aquellos momentos. O qué pensó el día que le dijimos que lo que no le dejaba comer era finalmente un cáncer. Sólo hablé de su enfermedad, claramente, con él, una vez. Me llamó mi madre llorando diciendo que mi padre quería hablar conmigo y me dirigí al salón. Me senté a su lado y me cogió la mano. Es la única vez en mi vida que he visto a mi padre realmente asustado, con miedo, llorando. Mira cómo está tu madre, no voy a mejor, cada día estoy peor.
ALTA TENSIÓN / VICENTE MUÑOZ ÁLVAREZ:
Y así comenzó mi derrumbe. Aquella mañana me hicieron todo tipo de chequeos y pruebas, relacionadas con el dedo por un lado (que en aquel momento había pasado ya a ocupar un segundo lugar en el ranking de mis nuevas desgracias) y con la tensión arterial por otro, con diversos médicos y en diferentes salas del ambulatorio: glucosa, electros, radiografías, etc, adivirtiéndome muy severamente de los efectos de mi enfermedad. El asesino silencioso, la llamaban, debido a que el paciente no detecta habitualmente los síntomas.


MADRILIAN / MARTA FERNÁNDEZ LA BOHE:
El atildadito y culoprieto visitante Ballesteros extendió la sonrisa más ancha y larga que supo al sacudir la mano del tito Leo. Esa extremidad gordezuela con diamante incrustado en el meñique que no era cualquier cosa. Estaba seguro de que tras su muerte se volvería incorrupta. Leovigildo era un gran español, un empresario destacado que no deseaba ser hombre de su tiempo, pero que había sido empujado por sus directores de marketing a reconvertirse, a modernizar su imperio.
BARRIZAL / KUTXI ROMERO:

Además, dicha prohibición se debería aderezar con una buena paliza a todo aquel que osara perpetrar cualquier publicación sin estar cualificado para ello. Pin, pan. Con una buena vara de avellano en las costillas. Toma ahí. Por gilipollas. Pero tú qué te has creído, majadero. ¿Acaso existen cirujanos aficionados? Pues no. Y con la literatura debería pasar lo mismo. Que de artistillas está el mundo lleno. Y yo ya estoy hasta la polla de artistillas. Empezando por mí. Me caen gotas de sudor por la barriga. ¿Qué día será hoy?,

LOS BASTARDOS, LA INTERNET y LA PUTA QUE NOS PARIÓ A TODOS / MONTERO GLEZ:

Me la bajé por el morro de la Internet y cuando me puse en el sofalito a verla, creí estar otra vez en una sala de cine, con la peña pasando por delante de la pantalla y con las toses, las risas y los suspiros del patio de butacas. Es lo bueno que tienen las descargas por Internet con su ruido de fondo y esas sombras que pasan fugaces por delante. Pero a lo que vamos, que la última de Tarantino, a mí me ha molado. Se trata de una película europea. La primera peli europea del bastardo americano donde juega a los contrastes bélicos.

EPÍLOGO: CON DOS COJONES / JOSÉ ÁNGEL BARRUECO:

Durante años estuve escribiendo columnas de opinión para un periódico de mi ciudad. Siete días por semana. Sin vacaciones. Sin contrato. Cobrando lo justo. Recibiendo acusaciones en las cartas al director y en los comentarios anónimos de los blogs. Cuento todo esto porque, a veces, son síntomas que estimulan la furia. Y sin furia no siempre hay escritura visceral. Yo corregía los artículo eligiendo una de estas dos maneras, tras dejarlos reposar unas horas (desde por la mañana hasta la sobremesa):

- El método visceral

- El método cerebral