Los viajes son enriquecedores. Te permiten un poco de tiempo para meditar sobre varias cosas mientras esperas en el gate al avión que te permitirá regresar a tu hogar. De igual manera te permite visitar amistades y familia que posiblemente no frecuentas. En esas reuniones las platicas sobre ideas o negocios no pueden hacerse esperar. El tema dominante es siempre el generar dinero en un muy corto plazo. Nada más contradictorio que eso.
Al decir contradictorio me refiero a la realidad que se contrapone con las historias románticas y fantásticas que emergen de esos viajes y de esas platicas: negocios de la nada que vuelven millonarios a las personas en cuestión de meses ó de la idea millonaria que convirtió a un adolescente hindú de un paupérrimo poblado en un gigante de la tecnología.
Ciertamente esas historias, como el folklor que las envuelve, son muy apetecibles más carecen de cualquier grado de veracidad. En el día de hoy cualquier negocio rentable difícilmente se da de la noche a la mañana, posiblemente el producto que lo sustenta si sea un chispazo de la regadera un sábado por la mañana, pero fuera de eso el negocio que desarrolló a partir de esa idea ó producto seguramente tomo años y años en construirlo y volverlo rentable.
Como en las telenovelas, nos gustan los finales felices y digeribles. Se tiene la percepción de que con un “buen” servicio los clientes vendrán corriendo a obtener lo que sea que se les está ofreciendo.
Ni siquiera en lugares como en Silicon Valley los emprendedores son tan cortoplacista. Por lo general se dejan “frameworks” que contemplan un espacio de maduración entre 5 y 10 años. Nada más relevante que eso ¿No cree?
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