Deshojándote cada palabra que pronuncias de más,
acabando con todo tu podrido repertorio sin más,
esclavo de una doctrina global de pura sumisión,
adaptando premisas de la mayoría sin ton ni son.
Es todavía imposible que un árbol pueda comunicarse,
a no ser que sus hojas griten y pidan recuperarse,
pero no con sólo únicamente abrir los ojos podrás ver,
hace falta la córnea de la empatía para poder crecer.