Revista Cine

Visionado: "Las brujas de Zugarramurdi", de Álex de la Iglesia: "Frenético aquelarre coral"

Publicado el 10 octubre 2013 por Cinetario @Cinetario

Nota: * * *

Bienaventurados aquellos que vean por primera vez las películas de Álex de la Iglesia. Eso fue lo primero que pensamos al salir de la sala tras disfrutar del frenético aquelarre coral que han fabricado las manos gamberras del cineasta bilbaíno. Porque solo aquellos que se estrenan en contemplar su cine pueden sentir esa descarga de adrenalina tan especial que, no es que nosotros ya no percibamos, sino que simplemente nos empeñamos en compararla una y otra vez con sus dos décadas de humor bestia, ilimitado y tremendamente original, aunque con flagrantes excepciones.Las brujas de Zugarramurdi lleva el sello inconfundible de De la Iglesia grabado fuerte y visible. Es una película rabiosamente entretenida que supone la inmersión profunda en todas las rarezas que han caracterizado al cine de su realizador. Todas explotando en su hábil manejo de la acción, la fantasía y el humor, con personajes reducidos al friquismo y a la mutilación cachonda, que parecen resucitados de Acción Mutante, y con una primera escena en el la Puerta del Sol de Madrid con la que es imposible no acordarse de las huidas por Preciados y Callao que marcaron la proyección legendaria que hoy tiene El día de la bestiaUn robo, un taxista, un padre y su hijo, un joven flipado y un secuestrado, que dan con sus huesos en el mítico pueblo de Zugarramurdi, conforman la base inicial de un guion al que regresa el magnífico Jorge Guerricaecheverría, algo que se nota sobre todo en el primer bloque de la película, con unos diálogos realmente hilarantes entre el cuarteto masculino, capitaneado por un tándem ganador: el solvente Hugo Silva y un fabuloso Mario Casas (encantados con su fabulosa vis cómica). Se trata seguramente del mejor bloque argumental de una historia que después, curiosamente, se desinfla al comenzar la parte más violenta y de acción. Y no porque haya violencia y acción, sino porque sufre de algunos altibajos y repeticiones innecesarias, ya que se alimenta de un meollo argumental no muy difícil de entender.El placer de reencontrarse con Carmen Maura, María Barranco, Terele Pávez, entre un montón de chispeantes secundarios (simpático pero irrelevante cameo de Santiago Segura y Carlos Areces), se superpone quizás a esa sensación de pérdida de pulso cuando estalla el gran aquelarre. Resulta gratificante que el punto álgido del relato se inicie explosivo y desquiciante, con esos ingredientes de humor gore tan del gusto del cineasta bilbaíno. Pero entre escenas atropelladas, algo deshilachadas y donde los personajes también parecen mezclarse unos con otros sin personalidad, al final nos resulta mucho más desternillante la parte realista de la película que las temibles consecuencias de los rezos a la madre de todas las brujas. Pero si algo tenemos claro es que Álex de la Iglesia no ha perdido su capacidad para entretener al gran público, ya incluso desde unos créditos iniciales con sorpresa de tinte político. Trozos menguantes aparte, Las brujas de Zugarramurdi es lo suficientemente buena, como lo fue La chispa de la vida, para olvidarnos de la fallida (y se nos queda corto el adjetivo) Balada triste de trompetaNo podemos, por más que queramos, volver a sentir ese zumbido de estar viendo algo grande, como con las películas mencionadas al principio, o las inigualables Perdita Durango y La comunidad, pero es culpa nuestra. Ese sentimiento no nos impide saber que este cineasta será siempre de los mejores de su generación, y contará siempre con nuestro trasero en la butaca.


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