El cine del director Pierre-Yves Vandeweerd (1969, Bélgica) se ha calificado como poético. El uso de la voz y las imágenes rodadas a lo largo de varios años implica un trabajo de investigación profundo en torno a temas relacionados con la memoria, que está siempre presente. En Les tourments (2014) planteaba un viaje a través de tormentas, que representan la conexión con un pasado que recuerda a los que dejaron sus vidas en diversas regiones del mundo. Allí ya se refería al genocidio de los yazidíes que llevó a cabo en 2014 el Estado Islámico en la región de Sinjar, al norte de Iraq, en el que murieron más de 5.000 personas y obligó a desplazarse a unos 400.000 yazidíes hacia Turquía y Armenia. El primer juicio penal del mundo contra este genocidio declaró culpable a Taha al J. a finales del año pasado (Amnistía Internacional, 1/12/2021). Nuevamente, en Les éternels (2017) el director belga se acercaba a los yazidíes en la frontera de Nagorno-Karabah, un enclave armenio en Azerbaiyán, donde conviven los supervivientes con los fantasmas del pasado. El título de su última película, Inner lines (Pierre-Yves Vandeweerd, 2022) utiliza un término militar que se traduce como "líneas interiores", referido a las diversas rutas posibles de logística y evasión, que conecta con la huida de los yazidíes durante el genocidio de 2014. Pero se trata de una aproximación más amplia, que habla de la persecución constante de un pueblo, desde el genocidio armenio llevado a cabo por el Imperio Otomano en 1915 y 1916 y continuado en 1922 que acabó con la tercera parte de los armenios que vivían en el territorio de Turquía.
El director construye, a través de las imágenes rodadas en 16 mm. que reducen la extensión de la pantalla, una memoria de la persecución, que comienza con flashes de rostros humanos y que continúa con paisajes desérticos que muestran el abandono. Las referencias a lugares armenios que sufrieron el genocidio en 2014 dan paso a los testimonios de supervivientes que ahora habitan en la frontera del Alto Karabaj, voces en off que describen la masacre: "Ví cómo cortaban la cabeza a mi hermano, a mi tío y su hijo. Todas las mujeres fueron separadas para ser vendidas", dice una mujer que fue testigo de estos horrores. Son descripciones desgarradoras en las que se evita mostrar los rostros. Las rutas de huida de los yazidíes son lugares desérticos en los que se descubren cementerios que retratan la muerte. Una anciana centenaria habla sobre la exterminación de los armenios en la región de Merzifon, donde convivían griegos y armenios, a principios del siglo XX. Pero más recientemente, en 2020, Azerbaiyán inició la operación "Puño de hierro" con el apoyo de Turquía, que pretendía recuperar el control del Alto Karabaj y Armenia, que se había declarado independiente en 1994. Este conflicto duró 44 días y provocó la muerte de unos 5.000 soldados y civiles armenios y unos 11.000 fueron heridos, acabando con un convenio auspiciado por Rusia que obliga a Armenia a entregar el territorio a Azerbaiyán. Es por tanto, un ciclo interminable, una huída constante de un pueblo siempre en conflicto. Los testimonios ahora son de jóvenes soldados armenios y, de nuevo, la muerte está presente. Las voces susurran los nombres de los soldados fallecidos, los hijos de madres que habían vivido otros genocidios, y ahora los paisajes muestran cementerios. Pierre-Yves Vandeweerd ofrece una crónica de la persecución constante, de la vida en tiempos de una guerra que sustituye a otra, utilizando su característico lenguaje poético, pero siendo más explícito en la narrativa, y logra una película notable en su forma y en su fondo.
Sin irnos demasiado lejos, el documental Foragers (Jumana Manna, 2022) se refiere a otro conflicto habitualmente presente en el cine, pero desde una perspectiva diferente. La confrontación entre palestinos e israelíes también se establece en cuestiones tan sorprendentes como la alimentación. Za'atar es una hierba culinaria parecida al tomillo muy utilizada por los árabes para elaborar el pan árabe, junto a otras plantas silvestres como el akkoub, que también se conoce como gundelia. En las regiones de Galilea, Tiberíades y Jerusalén, la tradición palestina de lo recolectores de estas plantas choca sin embargo con la prohibición de la Autoridad de Parques y Jardines de Israel, lo que expone a los palestinos a multas y hasta prisión en el caso de ser descubiertos arrancando estas hierbas. La artista palestina Jumana Manna (Estados Unidos, 1987), que se crió en Jerusalén, aborda este conflicto en un documental que mezcla escenas ficcionadas con material de archivo, siguiendo la exploración sobre cómo se articula el poder que ha llevado a cabo a través de la escultura, la escritura o el cine, en películas como A magical substance flows into me ( 2015) o Wild relatives (2017). Por supuesto, lo que subyace en este conflicto que confronta a las leyes israelíes con la tradición palestina es, nuevamente, el control sobre la tierra y la resistencia de un pueblo sometido.
Uno de los recolectores, que se enfrenta a una multa o 30 días en prisión, un anciano que pretende continuar recolectando esta hierba después de ser condenado, se encara con la autoridad: "¿Quién protege a las especies? Esta tierra no es tuya. La planta no te pertenece. Esta ley es una mierda". Jumana Manna, que muestra la vasta extensión de estas flores silvestres a través de imágenes captadas con drones, expresa este sentimiento de resistencia siguiendo a los recolectores palestinos, pero también mostrando que hay razones económicas para ejercer esta prohibición. Aunque los israelíes no utilizan demasiado esta planta, ellos las cultivan en plantaciones privadas para venderlas en regiones árabes, una práctica que está vetada para los palestinos porque no pueden permitirse el coste de los seguros que garantice la rentabilidad de los cultivos. Uno de los colonos israelíes defiende la ley porque las plantas están en peligro de extinción, pero no parece una justificación real. Afirma que, al arrancarlas de raíz, se detiene su proceso de crecimiento. "Pero los recolectores no las arrancan de raíz", le dice Jumana Manna. "El acto de buscar comida puede no ser siempre un acto político o parecer un acto de resistencia, pero en el contexto de Palestina, Israel y cómo entró en vigor la ley, se convierte en otra faceta de la resistencia contra las leyes y la vigilancia racistas", comenta la directora en una entrevista (The Common Table, 19/03/2022). Foragers es por tanto una película corta en extensión, poco más de una hora, que contiene sin embargo una profunda reflexión sobre el poder. BURNING LIGHTS
La persistencia de la memoria está muy presente en el documental español H (Carlos Pardo Ros, 2022), cuyo título se refiere a la única seña de identidad (un llavero con la inicial H) que se encontró en el cuerpo de un hombre muerto por una cornada durante la festividad en honor a San Fermín de Pamplona. La muerte ocurrió durante el encierro del 12 de julio de 1969, y el director utiliza la memoria de la escasa información que se tiene sobre los movimientos del fallecido desde la noche anterior para componer una película experimental en la que trata de reconstruir sus pasos. Cada año visitan las celebraciones de San Fermín un millón de personas, que asisten a la fiesta nocturna y al encierro que comienza a las 7 de la mañana. El documental sigue la trayectoria de un personaje ficticio que representa a esta víctima, a través de unas calles abarrotadas, envueltas en la locura de la fiesta continua, cuya camisa azul contrasta con la habitual vestimenta blanca característica de la festividad de Pamplona, mientras suenan conversaciones telefónicas y mensajes de whatsapp que tratan de establecer una narrativa, no tan solo sobre los movimientos del protagonista, sino sobre la propia esquizofrenia de las celebraciones.
Carlos Pardo Ros ha producido desde su compañía DVEIN Films numerosos proyectos como el destacado cortometraje La sangre es blanca (Óscar Vincentelli, 2020), en el que se exploraba el enfrentamiento del toro y el torero a través de cámaras térmicas, eliminando todos los elementos adicionales. Actualmente se encuentra desarrollando la primera película de ficción que produce, Anoche conquisté Tebas (Gabriel Azorín, 2023), que participó en el Berlinale Talents, y aborda con H su primer largometraje como director. Se trata de una historia personal en la que parece querer exorcizar el fantasma de la memoria a través de una aproximación al ambiente festivo conectando el pasado con el presente. Porque en la representación de las celebraciones nocturnas son palpables también algunas problemáticas actuales, la visibilización de los abusos sexuales a través de pancartas en los balcones, incluso de la propia reflexión de los interlocutores. No hay demasiadas respuestas en este documental sobre el origen de la narración, pero se construye una continua sensación de extrañeza, en la que siempre está presente la figura fantasmagórica de H, que en cierta manera resulta tan caótica como la propia evolución de una noche de fiesta en la que todo comienza como una celebración de la vida y acaba convirtiéndose en una reflexión sobre la muerte.
OPENING SCENES
Un ejercicio similar es el que lleva a cabo el cortometraje Fuego en el mar (Sebastián Zanzottera, 2022), en el que el joven director argentino toma como punto de partida las sorprendentes imágenes de un mar encendido que provocó la ruptura de un gasoducto marino en el Golfo de México, para evocar unas viejas fotografías de su padre, que trabajó como operador en una planta de gas y petróleo que era de propiedad estatal en la Patagonia argentina. Imágenes tomadas en los años ochenta que muestran a su padre junto a otros compañeros de trabajo, y que muestran un sentido de camaradería en una dedicación compleja, que paulatinamente fue siendo sepultada por la crisis surgida a partir del proceso de privatización que inició el Estado argentino en 1992, y que provocó el despido de muchos trabajadores, entre ellos su padre. La temprana muerte de éste, a los 56 años, la achaca el director a los momentos de depresión que siguieron a su despido, a la inestabilidad laboral y los trabajos temporales, a la incapacidad de mantener de forma estable a su familia.
Producido por el colectivo Antes Muerto Cine, el cortometraje de Sebastián Zanzottera utiliza imágenes en 3D para adentrarse en los vericuetos de las plantas petrolíferas marítimas, y explora el sentido de masculinidad que reflejan las fotografías en las que está presente su padre, fotos antiguas con cicatrices del paso del tiempo, que tienen también una cierta presencia fantasmagórica. Esta representación masculina proviene del legado del General Enrique Mosconi, que en su faceta de director del YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) desde 1922, otorgaba a los trabajadores el status de soldados, considerando sus fallecimientos como muertes en combate, y las huelgas como actos de traición a la patria. Es una interesante mirada que surge de un sueño y lentamente va adoptando reflexiones sobre el hombre y su entorno.
FILM MARKET
Sorprendentemente inédito aún en España, el Mercado del Cine de Visions du Réel nos permite recuperar uno de los documentales más interesantes del año pasado. Cine, registro vivo de nuestra memoria (Inés Toharia Terán, 2021), que tuvo un estreno especial en la Gala Unesco durante el Festival de Valladolid (SEMINCI), es un espléndido y exhaustivo recorrido por la recuperación de los archivos cinematográficos, poniendo en primera línea a los conservadores y restauradores más destacados del panorama internacional, y reflexionando sobre esa persistencia de la memoria que supone la conservación de películas, no solo las producidas por grandes estudios, sino sobre todo las grabaciones caseras que muchas veces son un reflejo más persistente de las épocas en las que fueron realizadas. A través de entrevistas con los responsables de numerosas Filmotecas y Cinematecas en todo el mundo, el documental ofrece una retrospectiva de la historia de la conservación fílmica, destacando nombres fundamentales como David Shepherd, Lotte H. Eisner o el recientemente fallecido Jonas Mekas. Sin olvidar que sin la intervención de Henri Langlois, otro de los imprescindibles conservacionistas, que consiguió rescatar de los nazis numerosas películas alemanas, no conoceríamos por ejemplo grandes títulos de culto como Nosferatu (F.W. Murnau, 1922) y Fausto (F.W. Murnau, 1926).
La historia del conservacionismo cinematográfico tiene dos momentos importantes: el nacimiento de las primeras filmotecas en los años 30, que supuso la concienciación de la necesidad de mantener el material fílmico que los grandes estudios simplemente destruían, especialmente grave por la alta inflamabilidad del celuloide. Y en 1990, cuando un grupo de destacados directores encabezados por Martin Scorsese fundaron The Film Foundation, que supuso de nuevo una toma de conciencia de que las películas no solo necesitaban conservarse en los archivos de las filmotecas, sino también debían restaurarse, porque el paso del tiempo en el celuloide degradaba el color. La lista de participantes en el documental es extensa, pero no por ello es una película densa, porque consigue un perfecto equilibrio entre lo informativo y lo anecdótico, contando con nombres conocidos como Vittorio Storaro, Patricio Guzmán, Bill Morrison, Ken Loach, Wim Wenders, Fernando Trueba, Ahmad Kiarostami (hijo del director Abbas Kiarostami) y un largo etcétera de responsables de filmotecas en todo el mundo.
La película esta jalonada por frases de directores de cine, que marcan los diferentes bloques temáticos y plantea reflexiones sobre las diferencias notables entre la conservación que se pueden permitir las filmotecas occidentales, dotadas con todos los medios tecnológicos, y la casi quijotesca labor de los conservacionistas en Asia o Latinoamérica, siempre balanceándose al arbitrio de las ideologías políticas de los diferentes gobiernos (la llegada de Bolsonaro al poder supuso la casi desaparición de la Cinemateca de Brasil), o enfrentándose a los peligros que la humedad y el calor provoca en el celuloide. En España, por ejemplo, hasta 2014 no se inauguró el Centro de Conservación y Restauración de la Filmoteca Española, a pesar de que nuestro país está solo por detrás de Francia y Reino Unido en cuanto a conservación de material cinematográfico en Europa. Pero ni siquiera la digitalización es una solución para este material porque, paradójicamente, cuanto más avanzada es la tecnología, menos duración tiene: "El celuloide se puede conservar 50 años, el VHS hasta 20 años, un disco duro 5 años, una cinta de datos 3 años y un DVD solo dos años". La digitalización supone la necesidad de una migración de datos constante que no es posible en muchos casos.
El director Patricio Guzmán hizo un ejercicio interesante con su película Chile, la memoria obstinada (Patricio Guzmán, 1997), mostrando la reacción de jóvenes chilenos que tenían pocos conocimientos de la revolución y la dictadura cuando se les proyectaba su otro documental La batalla de Chile (Patricio Guzmán, 1975), película prohibida en su país durante muchos años. De esta forma, el realizador muestra la necesidad de preservar el cine para enseñar a las nuevas generaciones las grietas de una historia que muchas veces es reescrita por los vencedores. Es por tanto una necesidad ineludible mantener la persistencia de la memoria.
Wild relatives se puede ver en True Story. Nosferatu se puede ver en Cultpix, Filmin y Movistar+.Fausto se puede ver en Filmin.