Para montarlo, primero separé e identifiqué el lugar donde iba cada hueso. Fui montándolo por trozos, sosteniéndolos en una posición que me pareciese bien sobre cajas, palitos y plastilina y después dando la cola de carpintero a capas de modo que no tuviera que dañar ningún hueso para colocar alambres y que si en un futuro se quisiese desmontar el esqueleto, ponerlo a remojo fuese suficiente.
Con la debida autorización, retiramos plumas de otro ejemplar que estaba congelado en el Centro de Recuperación de Fauna de la Alfranca. Las plumas estaban hechas un zarrio (palabra aragonesa que significa trasto o cacharro). Pacientemente y con agua muy caliente, casi hirviendo fueron tomando forma y quedaron de tal modo que al ser devueltas las que sobraron al centro de recuperación quedaron sorprendidos del cambio.
Una vez vista la obra terminada decidí montar también un pardillo (Acanthis cannabina) del mismo modo para que se pudieran comparar ambas aves.
...Allí quedó Tiberio, suspendido en un planeo continuo que un día congeló el veneno, agazapado en un trozo de carne que alguien colocó con quien sabe que motivos...