Visita a urgencias a los 5 meses y medio de mi bebé

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

El otro día os dije por RRSS que el lunes por la tarde nos fuimos raudos y veloces a urgencias con Bichito. El susto que nos llevamos, sobre todo yo que estaba con él en ese momento, me dejó bastante chof.

Os voy a contar qué es lo que sucedió exactamente, cuáles fueron mis impresiones y el resultado de la visita a urgencias.

Allá sobre las 19:30h que Bichito estaba cansadete, decido llevármelo a la cama para darle el pecho y a ver si consigo que se duerma. Cuando no tiene sueño, mama un rato y luego se pone a hacer la croqueta, o a jugar con los cojines que tengo en la barandilla (esos para que no se quede atrapado entre la barandilla y el colchón), o a chuperretearme los brazos. Lo que sea.

Pues el lunes, estábamos ya a oscuras y como vi que no mamaba, yo me cogí el móvil para entretenerme y él uno de los cojines que os he comentado antes.

De repente, estalla en un llanto que jamás había escuchado antes. Un llanto explosivo, mezclado con gritos. Espeluznante, la verdad.

Yo reconozco sus lloros. Los de queja, los de hambre o sueño y los de dolor. Esto iba más allá del dolor, así que lo que fuera, le había hecho mucho, mucho daño.

Encendí la luz a toda prisa y le vi, cerrando y abriendo los ojos con mucha fuerza, llevarse las manos a la cabeza y mirando de un lado para otro, como si no viese. Obviamente, me acojoné viva.

Lo cogí en brazos y me lo llevé al salón. Estuvo llorando así y haciendo cosas raras con los ojos durante 10 minutos y yo notaba que la adrenalina corría por mis venas. Nada le calmaba y parecía no reaccionar a lo que yo le decía.

Entonces llegó maridín y lo cogió. Sus brazos son mágicos, ya os lo he dicho otras veces, y consiguió calmarlo enseguida. Nos quedamos un poco en plan “qué cojones ha pasado aquí?”, y aunque iba a ser yo la que pasearía a la #primogénita, maridín decidió que no, que mejor me quedase yo que contaba con el poder de la teta.

Cogí a Bichito en brazos y él me cogía con mucha fuerza. Estaba tristón y pochete. En cuestión de un par de minutos, se me quedó dormido al hombro, así que aproveche para dejarle en la cuna.

En cuanto lo puse en horizontal, volvió a repetir esos gestos raros con los ojos, y llevándose las manos a la cabeza volvió a estallar en ese llanto horrible. Ahí fue cuando dije “nos vamos a urgencias“.

Llegamos a urgencias sobre las 21h y enseguida pasamos a un box. Yo intentaba explicar lo que había vivido, pero como Bichito ya parecía estar bien, pues no había vuelto a llorar, me sentí un poco como la loca de la pradera. Maridín me decía que claro, que él no lo había visto y que no podía ayudar en la descripción. Que estaba llorando cuando llegó pero que ahora lo veía bien.

Todos lo veíamos bien, una vez llegados a urgencias.

Le midieron las constantes a Bichito, le hicieron una exploración rápida y…

“No le pasa nada, habrá sido un cólico”

Así que tal como llegamos, nos fuimos a casa. El peque tenía sueño y se durmió en el carro. Nosotros acabamos cenando a las 23h y dormí abrazada a Bichito toda la noche.

El martes me desperté con muy mal sabor de boca. Yo sabía que algo le había pasado, porque Bichito no ha sido un bebé de cólicos y si alguna vez ha tenido un pedete o algo, no ha llorado así ni de coña. Yo no dejaba de repetirme que “algo le pasó y tenía que averiguar el qué”.

Así que pedí cita con su pediatra, y allá que nos fuimos. Como es una chica bien maja, no temía porque me hiciese sentir como una primeriza angustiada. Además, prefería que me llamasen loca a quedarme con la duda de qué le había podido pasar a mi bebé.

Le expliqué todo a la pediatra y enseguida me dijo que lo acercase que quería mirarle un ojito.

Efectivamente, tenía el ojo izquierdo más rojo que el derecho. Algo que no se había visto en urgencias porque tenía los ojos hinchados de llorar y era difícil de ver. Pero sí, ahí estaba su ojito rojo y además, coincidía con el que él intentaba tocarse cuando lloraba.

¿Qué debió pasar? Jugando con el cojín de la cama, debió meterse la punta del mismo en el ojo. Estoy más que segura.

Me comentó que si veía que hacía legañas volviese para que le mandase tratamiento, pero que los bebés curan tan rápido que probablemente no le haría falta. Que no veía una ulcera muy evidente, pero algo se había hecho.

Así termina este episodio, esta segunda visita a urgencias, y una vez más, mi instinto de madre ha estado por encima. Bichito, feliz y contento, como si nada.

¿Alguna vez os habéis llevado un susto así? Sabía que ser madre iba a ser una preocupación constante, pero el miedo que sentí el lunes a que algo malo le pasase a Bichito me remueve el estómago.