Las bodegas se encuentran en Burgos, en un edificio impresionante diseñado por Normann Foster. El arquitecto estudió durante dos años las necesidades de una bodega y diseñó un edificio con forma de flor de tres pétalos integrado en una loma. Tanto su forma como el hecho de estar semienterrado hacen que sea una construcción realmente práctica, muy relacionada con el proceso y con las necesidades de la bodega, los espacios fluyen de unos a otros siguiendo el recorrido de la elaboración del vino. En cada uno de los pétalos se desarrolla una de las fases de la producción y todos se comunican a través del corazón de la flor.
Todos los detalles están pensados y llevados a cabo con una gran simplicidad y buen gusto, dando protagonismo al producto, la sala donde se encuentran las barricas o en la que descansan las botellas son realmente espectaculares y monumentales, en ellas destaca una luz rosa que marca el nivel de la tierra.
Después del recorrido hicimos una cata, reconocemos que teníamos mucho miedo a este momento, no se puede decir que nos apasione el vino y nunca habíamos hecho una, por lo que el aquello podía ser tremendo. No fue tan mal, la guía nos explicó a todos, porque no eramos los únicos que no teníamos ni idea, menos mal, como se hacía y nos hizo comprender las diferencias entre los distintos vinos.
Comimos y bebimos, unos más que otros, lo que provocó momentos muy divertidos que se prolongaron durante el viaje de vuelta.Tenemos que agradecer este día a Victor, de la agencia de comunicación Serena, a las Bodegas Portia, a Maria, de JuJu Hat por la organización y a Wilson, el chofer, por aguantar nuestro viaje de vuelta.