Este domingo asistimos a una visita dinamizada al Palacio Real de Madrid también conocido como Palacio de Oriente. Mirarte ya nos dio la posibilidad de acercarnos a este inmenso edificio a través de un divertido juego de pistas, en esta ocasión de la mano de un gentilhombre de cámara recorrimos algunas de sus salas. Nuestro
gentilhombre
provisto de una llave maestra nos fue abriendo históricos rincones de acceso restringido que nos hicieron sentir en todo momento notables visitantes. Sus explicaciones nos sumergieron en el mundo casi irreal de la vida palaciega. Un universo lleno de excentricidades, lujos y raras costumbres que dejaron más de una huella de asombro en las inocentes caras infantiles...
“Bajo la atenta mirada del rey un lacayo era el encargado de probar la comida del monarca para asegurarse de que no hubiera sido envenenada”... tras esta afirmación mi hija volvió hacia mí una cara plagada de incomprensión buscando confirmación a tan inaudita costumbre...
“El paciente rey esperaba en torno a media hora para constatar que el lacayo permanecía indemne tras la ingesta” ... con esto su cara era ya de total incredulidad. Parece ser que entre los innumerables privilegios reales no se hallaba el de disfrutar de una comida caliente.
Los niños pudieron además experimentar algunas de las rutinas diarias de estos históricos monarcas como la de ser vestidos por nobles cortesanos, preparar una mesa de gala para ilustres invitados o participar en un fingido besamanos.
El Palacio dispone también de un valioso patrimonio artístico ante el que los padres nos maravillamos con facilidad pero los niños, inmersos en otras realidades, son ajenos a su importancia. Por ejemplo, un conjunto de instrumentos musicales resguardados en vitrinas no parece muy impresionante para sus infantiles miradas, saber que se trata de auténticos Stradivarius tampoco aporta mucho, pero en esto precisamente reside la magia de Mirarte en hacerles cerrar los ojos para escuchar a estos colosos mientras descubren que existen muy pocos ejemplares en todo el mundo y que las peculiaridades de su sonoridad son aún discutidas existiendo incluso una romántica teoría que afirma que la madera fue recuperada de barcos hundidos.
Captar su atención para contemplar el arte desde una perspectiva más madura o acercarles a mundos tan distantes requiere de una pericia que sin duda Mirarte domina.
Es sorprendente que tras hora y media de visita mi hija aún pusiera cara de fastidio al acabar el recorrido, si por ella hubiera sido habriamos visto las más de 3000 habitaciones que componen el palacio.