VISITAMOS DIEGOS, en El Barraco, Ávila. Carne y más carne.

Por Hugodire @EseHugoGomez
A pesar de que hablamos de los placeres de la carne que nos ofrece nuestro querido Madrid, a veces nos aventuramos a explorar otros destinos, espoleados por amigos o la fama de algunos restaurantes. En el caso de Diegos, se juntaron estos dos factores, así que nos decidimos a coger el coche y con el reclamo de probar una súper hamburguesa, nos encaminamos hacia este pueblecito de Ávila, que se encuentra a apenas hora y media de la capital. De reciente apertura, cuenta con casi un año, este restaurante, situado en El Barraco, se especializa en carnes a la brasa y alguna que otra sorpresa gourmet.
Al llegar, nuestro anfitrión y creador de este local nos estaba esperando con una sonrisa en la cara, muy simpático y amable nos acomodó en una mesa y nos preparó para lo que iba a venir: un menú pare degustar sus especialidades. No sabíamos si íbamos a poder aguantar hasta la llegada de nuestra hamburguesa.
El restaurante está decorado como el asador que es, muy sobrio y tranquilo. Cuando nosotros fuimos no había mucha gente, así que no podemos opinar si se monta mucho jolgorio o no, pero nos pareció un sitio agradable, aún cuando se llenase.
Al poco de sentarnos, llegó la primera degustación: un plato virutas de foie micuit sobre unas tostadas de pan negro. Sencillamente espectacular, muy suave y una gran elección para hacer hambre ante lo que se nos venía encima.

Micuit con tostadas de pan negro.


Lamentablemente, lo que vino a continuación hizo que no pudiéramos ni sacar fotos; se trataba de un buen plato de lomo ibérico de bellota, que se deshacía en la boca. Todo un lujo, acompañado de unas tostaditas con tomate.
Además, lo completamos con unos canónigos con foie a la plancha y queso. Una locura, también compartida con los demás miembros de la mesa.
Y continuamos para bingo. Ahora es el turno de la carne a la brasa. Con un solomillo troceado para y la carne de un chuletón, ambas para compartir. La del solomillo se trata de auténtica carne de Ávila, hecha a la parrilla de carbón y con un punto exquisito, toda una delicia, que duró, como podéis imaginar, un suspiro en la mesa.

Solomillo de carne de Ávila.


Llegados a este punto y con el comentario generalizado de la calidad de las carnes y el buen hacer del cocinero, llega el turno de nuestra protagonista. Una hamburguesa gigante, que no tuvimos más remedio que compartir, con todo el dolor de nuestro corazón.
He de decir que, a pesar de estar acostumbrados a comer diferentes hamburguesas gigantes (como ya demostramos en este post), al llegar a la mesa nos sorprendió no sólo el tamaño, sino la calidad y el grosor de la carne que, como no podía ser de otra forma, estaba aliñada por el propio cocinero, lo que le da más puntos de originalidad y calidad.

Pero vayamos por partes. Ya a primera vista, llama la atención el pan, hecho en una pastelería bajo demanda del restaurante, con un toque dulce, ya que recuerda a la confitería de las medias noches o el brioche, consistente, pero un buen complemento a la carne, la cual, además de ser enorme, tenía un sabor especial, conseguido por la mezcla de ingredientes añadidos y por el punto conseguido en la parrilla de carbón, muy jugosa y con un buen punto, difícil de dar, ya que su grosor lo hace harto complicado.
Junto con la carne y el pan, el resto de ingredientes ayudan a proporcionar consistencia a un plato ya de por sí fuerte. No podía faltar el queso bien fundido, la lechuga y el tomate, sino que, además, iba acompañada de jamón ibérico y pepinillos. Toda una bomba digestiva.

Pero, como siempre, vamos a sacar punta al plato, ya que esta magnífica súper hamburguesa no va acompañada de patatas fritas, un defecto que queda en segundo o tercer plano, ya que, después de todo el recorrido sentados a la mesa, habrían sobrado, pero que sí que se echarían en falta si únicamente pidiésemos este plato.
Y como ya estamos con un menú completo, os hablamos de los dos postres que tuvimos la oportunidad de degustar. Primero un flan casero, muy denso, ya que llevaba una variedad de añadidos, como el queso Philadelphia, que hace el flan tenga una consistencia poco habitual.

Flan casero con barquillos de chocolate, kiwi y manzana.


Y además, ya con gula más que otra cosa, se nos presentó un volcán de chocolate caliente exquisito, quizás un poco pequeño en relación al resto de platos que probamos, pero que cumplió su función de endulzar un poco la velada carnívora que tuvimos.

Volcán de chocolate caliente acompañado de barquillos de chocolate, kiwi y manzana


En conclusión, Diegos destaca por una gran variedad de exquisitas carnes bien cocinadas en su parrilla y que ofrece una de las mejores hamburguesas gigantes que hemos probado. Un sitio muy recomendable, a pesar de la distancia, al que volveremos, sin duda. En cuestión de relación calidad/precio es bastante asequible, siendo la media del precio 30 euros, por los cuales tendrás buenos y consistentes platos.
Precio de la cuenta reseñada: 35 €
Web: no disponible por el momento.