Visitamos la Casa de los Títeres, Paredes de Nava

Publicado el 05 junio 2024 por Monpalentina @FFroi


Luis Calderón, alcalde de Paredes de Nava, pensó que este podía ser un buen lugar para instalar allí la Casa de los Títeres, después de su encuentro con Miguel Ordóñez, quien no tenía ni idea de dónde estaba Paredes de Nava. Calderón quiso rescatar el oficio de titiritero para su pueblo, actuó con prontitud y puso a disposición del maestro titiritero un amplio espacio en los bajos que en otros tiempos fueron utilizados por las antiguas escuelas. Miguel cedió el contenido y el ayuntamiento puso el local, que mientras viva el argentino no pasará su obra al ayuntamiento de Paredes de Nava.

Recuerda Miguel que el encuentro con Luis Calderón tuvo lugar en Triollo, pueblo que se encuentra en la Ruta de los Pantanos, en la Montaña Palentina, al que Ordóñez acudió con su compañía "Cristoforo Colombo".

"Alguien te ofrece algo sin pedirlo porque lo ve factible para su pueblo, Luis Calderón tiene una inclinación hacia las artes, en mi caso y en el de Rosana Largo, se merece un reconocimiento".


Conocer el mundo de Miguel Ordóñez en su escenario, es darte cuenta de que estás frente a un titiritero que ama su profesión y trasmite su arte.

"Cuando era pequeño pasó un titiritero por mi pueblo, y me gustó tanto que me dije: a partir de ahora me hago titiritero, porque me entró el amor por las pequeñas esculturas que se mueven".

A partir de entonces actuar con los títeres y hacer máscaras fue su mayor pasión. Tras realizar sus estudios básicos, entró en la Universidad, donde acabó como profesor en la Escuela de Bellas Artes, rama teatro.


Esta fue la vida de Miguel en su Argentina natal hasta los 25 años, a partir de esa edad no fue un camino de rosas para un hombre como él, porque en su país, en 1973, se respiraban aires militares y el ambiente era muy tenso por el terrorismo de izquierdas y el poderío de la derecha, que provocó un golpe de estado del ejército, un ambiente similar al de la época anterior a la guerra civil española. Llegó la época dura para Argentina y el gobierno militar cerró la Escuela de Bellas Artes "porque los militares no querían saber nada de los artistas". Recuerda que encarcelaron y mataron a muchos, cifra en 30.000 los desaparecidos, entre ellos varios escritores, periodistas y pintores.

"La dictadura no quería artistas en su país porque son críticos y no querían ningún tipo de crítica. De Argentina se fue todo el mundo pensante, decidí que el mundo era mucho más grande, y con 25 años me fui a Rumanía".


Ante tanto peligro Miguel Ordóñez abandona su trabajo y oficio, al tiempo que le conceden una beca en Rumanía y se va a este país acompañado de otros titiriteros en el transatlántico italiano "Cristoforo Colombo". Su estancia en Rumanía le permitió recorrer todos los países del Telón de Acero. Tras su periplo rumano recaló en Madrid porque no podía volver a Argentina. Era el año 1977, España se abría al mundo y se produjo una apertura a todas las artes, vuelve el teatro a la calle, y en Madrid al Parque del Retiro. Miguel se establece en España y forma empresa, la Compañía Cristofer Columbus y reivindica su oficio. La Compañía llegó a tener 12 empleados y viajó por toda España como intercambio de culturas. Miguel el alma mater de su Compañía y comenta que viajaba al estilo de "La Tarumba" de García Lorca, aunque matiza su humilde comparación de su Compañía con la de García Lorca, que durante la guerra civil española entretenía a los combatientes del bando republicano en las trincheras, bajo la supervisión de Alberti, Neruda y Lorca, teatro portátil que desaparece en la época franquista.


Hoy he conocido a Miguel Ordóñez, un hombre cuyo oficio es popular y transmite mucho a los niños y a sus padres.

"Nosotros, los titiriteros, no somos artistas, sino artesanos, un oficio con mucha creatividad y la transmisión del boca a boca"

Explica Miguel, estudioso de la historia del títere, que vuelve a la intelectualidad y los intelectuales escriben para el titiritero, un arte olvidado, anterior al teatro que ubica después de la época romana. Surge el teatro en latín (mester de clerecía), y sale de la iglesia (mester de juglaría) para ir a las tabernas, plazas y se expresa en lenguas romances. El rey Alfonso X, en el año 1200, divide a los titiriteros en juglares, histriones, titiriteros y bufones.

Veo en los estantes de la Casa de los Títeres libros relacionados con los títeres como "Anuario de Títeres, "El títere y las otras artes", "Medio siglo de profesión de titiritero", "Teatro de muñecos en Hispanoamérica", "El pensamiento del títere, "Títeres", "Documental de Títeres", "Títeres trashumantes". Hay dos libros que llaman mi atención: "La Pícara Justina" y "El Quijote", su fuente de inspiración. Para Miguel "La Pícara Justina" "es el ilustre olvidado del teatro, es la única obra juglaresca". Es Miguel un creador, constructor y restaurador de sombreros, carracas y máscaras además de personajes de las Peñas de Paredes de Nava, ha restaurado los gigantes y cabezudos y cambiado el vestuario del ayuntamiento que se saca en los desfiles de las fiestas. Todo se hace en este taller.


Con Miguel Ordóñez trabaja una actriz que en las intervenciones conjuntas hace las voces femeninas, Irene Antolín, de la Compañía de Teatro Aldagón. Irene y Miguel hacen muñecos y vestidos. Irene será la sucesora cuando Miguel lo deje.

"Irene es muy buena en el teatro y en la creación de personajes de títeres. Es la única forma de que no se pierda el viejo oficio de titiritero, comediante, juglar en dos fases: Construcción de muñecas y puesta en escena de las obras. El oficio de titiritero está en vías de extinción".


Se nota el mutuo aprecio de estos dos titiriteros, Irene Antolín manifiesta que "Miguel es un gran maestro del que se aprende mucho, he aprendido a su lado muchas cosas que no sabía". Admira de Miguel su inteligencia y capacidad de creación, llevan más de cuatro años juntos. Miguel está encantado con Irene por su gran ayuda, tanto en los espectáculos como en el taller. Funcionan como la Casa de los Títeres, dan cursos y charlas a colegios de la localidad, de la capital, de la provincia y de la región, aunque alguno viene de fuera, a Agrupaciones de Amas de Casa y a jubilados que recuerdan su pasado.


La sala para presenciar una actuación de los titiriteros tiene cabida para 70 personas, que si se añaden más sillas puede llegar a 100, un espacio atractivo para todos los públicos que sin duda se aficionarán a la magia de los títeres, movidos por el maestro que muestra su veteranía y oficio, y transmite su sabiduría y dominio de las figuras, algo indispensable para enseñar este arte después de muchos ensayos.


Buenas relaciones mantiene Miguel con el mundo del títere, en especial con Titirimundi, es amigo de los organizadores y ha acudido muchas veces a Segovia a actuar y disfrutar de su apasionante mundo. El argentino lleva ocho años en Paredes de Nava, aquí se siente realizado, más aún cuando sabe que su oficio no se va a perder y continuará en esta bella localidad de Tierra de Campos. Miguel no considera este encuentro conmigo y con José Antonio Marcos como una entrevista, sino como una charla con amigos, un verdadero placer conversar con Miguel y descubrir el mundo del títere de la mano de un maestro que dirige la Asociación Cultural La Casa de los Títeres.

Imágenes: José Antonio Marcos

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