"Todo esto empezó por el vino", nos cuenta José Crusat cuando empezamos nuestra visita; "mi padre vino a comprar una barrica y tuvo que esperar al vendedor, vio esta casa, habló con el dueño, llegaron a un acuerdo y se la compró. Así empezó todo". Así empezó la historia de lo que ahora es la casa rural Entre Os Ríos, una preciosidad de alojamiento situado entre los brazos de un desdoblamiento del río Pedras en a Pobra do Caramiñal. Una pequeña aldea de antiguos molineros compuesta de varios edificios alrededor de una pequeña plaza, por lo que recibe el nombre de Casa de Aldea, rehabilitada y ampliada con mucho gusto y detalle y que a buen seguro que no defraudará a quienes decidan alojarse en ella.
El padre de José, Francisco Crusat, es quien funda la bodega, aunque ya desde antes de 2002 elaboraba vino; primero para consumo propio, luego para los amigos... En el año 2006 a partir de la unión de las asociaciones de viticultores de Barbanza y de la zona de Iria Flavia se crea la IGP Viños da Terra do Barbanza e Iria con 4 bodegas amparadas: Boal de Arousa en Padrón, Adega do Moucho en la parroquia de Xuño en Porto do Son, Antonio Saborido en Boiro y Adega Entre Os Ríos en Pobra do Caramiñal. Los fundadores de esta IGP establecen unas normas mucho más estrictas que la vecina DO Rías Baixas, como por ejemplo en lo referente a los rendimientos (10000 Kg/Ha), acidez o niveles de sulfuroso permitidos en el vino, en una clara apuesta por la calidad y la personalidad de los vinos por encima de las grandes producciones.
Actualmente Adega Entre os Ríos tiene 1,8 Ha en propiedad y controla y trabaja otra, amén de comprar uva a los mismos viticultores desde hace unos 6 años, lo que representa cerca de otra Ha. Las cepas, fundamentalmente Albariño, aunque con algo de Treixadura, Raposo y algo de castas tintas, tienen edades entre 15 y más de 50 años, y están plantadas en suelos graníticos, de esquisto y algo de tierra de aluvión. Los rendimientos son de unos 7000 Kg/Ha (aún menores que los permitidos por la IGP), en el viñedo se ha abandonado hace años el uso de herbicidas, y se intenta hacer los mínimos tratamientos posibles. Todas las fermentaciones se llevan a cabo en inox con la levadura indígena de los viñedos, y se intenta limitar al mínimo el uso de sulfuroso. La producción total de la bodega es de entre 15.000 y 25.000 botellas anuales.
En la bodega se elaboran actualmente cinco vinos blancos, dos de ellos bajo el control y la supervisión de Francisco (Casal do Monte y Altares de Postmarcos) y en los otros José da rienda suelta a su creatividad (Vulpes Vulpes, KomoKabras, KomoKabras Verde y KomoKabras Amarillo). Además, hay vinificaciones "experimentales" con uvas tintas.
De la mano de José recorrimos las instalaciones de la casa rural, los preciosos viñedos y la bodega, pudiendo catar de los depósitos y las barricas distintas fases evolutivas de lo que van a ser las próximas añadas de sus vinos. Acidez, frescura, personalidad, terruño y calidad a raudales es lo que pudimos encontrar al llevarnos a la nariz y la boca esos vinos en plena elaboración. Mención especial a ese Raposo, que será la próxima añada de Vulpes Vulpes, de acidez cortante y repleto de aromas florales.
Para terminar, pasamos a probar varios de los vinos ya embotellados, sin poder disfrutar de las criaturas de José ya que por su escasa producción, no quedaba ni una botella para descorchar. Bueno, miento, sí quedaba una, pero puedo sufrir horribles torturas si hablo más de ella. Así pues, nos centramos en los dos buques insignia de la bodega.
Casal do Monte 2011 (IGP Vino de la Tierra de Barbanza e Iria, blanco con crianza con lías, 100% Albariño) se elabora con maceración previa a un suave prensado; fermentación con temperatura controlada en depósito de acero y fermentación maloláctica natural; crianza en acero con sus lías sin removido durante 18 a 24 meses, y posterior reposo en botella durante un mínimo de 3 meses antes de su salida al mercado; producción de 4.000-6.000 botellas anuales. Encontramos un vino de color amarillo dorado muy bonito, brillante. Aromas de buena intensidad, con notas amieladas, orejones, jazmín y piel de manzana, hidrocarburos (¿quién había dicho que la Riesling y la Albariño eran primas?) y un cierto deje oxidativo. En boca es un vino graso, con cierto peso, lleno, con acidez fresca y muy largo. Un vino de gran calidad y muy interesante.
Altares de Postmarcos 2012 (IGP Vino de la Tierra de Barbanza e Iria, blanco con crianza con lías, 100% Albariño), es el resultado de una elaboración similar a Casal do Monte, pero durante los cuatro primeros meses se hace un trabajo de removido de lías que luego permanecen en los depósitos hasta el embotellado. Tenemos un vino aún más complejo, de color amarillo oro más marcado, y que despliega intensos aromas de mieles, fruta escarchada, manzana asada, jazmín, flores secas y claras notas ahumadas; en boca es lleno, graso, con volumen, manteniendo una acidez viva y muy largo, tanto que salíamos de la bodega aún con los recuerdos del vino en la boca.
Casal do Monte y Altares de Postmarcos son dos vinos serios, complejos, que no tienen nada que ver con albariños de grandes superficies repletos de frutita fácil y que se diluyen al momento. Son vinos muy gastronómicos y que, sobre todo Altares, se benefician de una buena aireación, por lo que creo que un jarreo previo al servicio les sentaría muy bien.
Gracias José por abrirnos las puertas de la casa familiar, por llevarnos de la mano en un fantástico paseo por el viñedo, donde nace todo, y por la bodega, por las explicaciones llenas de pasión, y por permitirnos probar lo que hacéis. Nos debemos ese bocata de pulpo que tan bien vendéis tú y Mariano.