Uno no decide visitar el campo de concentración de Auschwitz, ni su ampliación en el de Birkenau para pasar un rato agradable, ni para "hacer turismo de entretenimiento". Uno visita el memorial al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau para tomar conciencia. Para darse cuenta de hasta que punto podemos llegar los seres humanos si perdemos los valores fundamentales que nos hacen precisamente eso, seres humanos.
Llegar a Auschwitz.
Lo normal es que si vas a visitar Auschwitz, te estés alojando en Cracovia si es así, te recomiendo que leas este post sobre esta preciosa ciudad.
El campo de concentración de Auschwitz-Birkenau está a 70 kilómetros de Auschwitz aproximadamente y el trayecto dura entre una hora y una hora y media. Si dispones de coche propio, puedes ir por tu cuenta, si no, lo más económico es contratar la visita con una agencia que te recoge en el hotel y te organiza el grupo para la visita con un guía que hable tu idioma, todo incluido, el precio oscila entre los 45€ y los 65 € puedes consultar aquí.
También puedes ir en autobús, el billete cuesta 14 zloty que son unos tres euros por trayecto, los autobuses salen de la estación de autobuses Krakow MDA y también de la estación de tren Glowny.
Otra opción a tener en cuenta es Bla Bla Car que funciona bastante bien en Polonia, o Uber donde puedes encontrar un chófer por 100 €, si sois tres, es muy cómodo y el coste queda en 33€ por persona.
Entrar en Auschwitz
Hay una primera cosa que debes saber, visitar Auschwitz es gratuito si lo haces por tu cuenta, sin guías. Es necesario reservar plaza porque los aforos son limitados.
Si lo que quieres es una visita guiada en la que el guía te va explicando cada lugar que vas viendo, entonces sí tiene un coste que depende de si lo haces en grupo o de forma individual.
Si has decidido contratar la visita con todo incluido, no tienes que darle vueltas a esto, si has decidido ir por tu cuenta, tienes que decidir que prefieres. En función de si contratas una audioguía, o si decides unirte a un grupo, los costes varían, puedes consultar la lista de precios oficial en la página del museo.
La visita a Auschwitz y Birkenau
Como te decía, visitar Auschwitz no es un plato de gusto, no lo haces para pasar un buen rato, sino que lo haces para tomar conciencia. Nosotros íbamos con guía en castellano que nos iba contando los detalles del campo. "A Auschwitz se enviaron 1.300.000 personas", reza el primer cartel que veo, sigo leyendo, "1.100.000 judíos, 140.000 polacos no judíos, 23.ooo gitanos, 15.000 prisioneros soviéticos y 25.000 prisioneros de otras etnias", vamos, que estos no dejaban títere con cabeza.
La visita se desarrolla en un ambiente de respeto profundo, la gente suele ir en silencio, no me extraña, a mí tampoco me salía precisamente estar de cháchara mientras hacíamos la visita, algunos incluso se emocionaban en ciertos momentos y yo no podía evitar mirarles de soslayo.
Decidimos hacer nuestro viaje a Polonia en diciembre. En estas fechas, en Polonia hace frío, estuvimos todos los días entre tres y seis grados bajo cero. Visitar el campo con estas temperaturas que no son ni por asomo las más bajas en esta zona, te sirve para conocer de primera mano el frío que pasaban los prisioneros en el campo, que era de una de las causas de muerte más habitual entre los prisioneros, junto con el hambre y la falta de higiene.
El campo Auschwitz I
Cuando entras al campo, lo haces por la puerta principal cuyo mensaje en el dintel es de una ironía desmoralizante "Arbeit Macht Frei", que significa "El trabajo libera" también se la ha entendido como "El trabajo os hará libres".
Estás entrando al campo de Auschwitz propiamente dicho, este primer campo no era especialmente grande y fue construido con barracones que previamente habían sido del ejército polaco, su objetivo inicialmente no era el exterminio, sino la explotación de los prisioneros como esclavos y fuerza de trabajo. Sus primeros presos provenían de la ciudad de Tárnow que es una ciudad de origen medieval al este de Cracovia, cuya visita, por cierto, es más que recomendable.
El campo está rodeado por un doble vallado de alambre de espino que da miedo y una profunda pena sólo de verlo. Los barracones están alineados y perfectamente colocados, en lo que pudiera parecer un pueblecito con todas las casas iguales. Es muy difícil hacerse a la idea de lo que allí realmente sucedió, hasta que empiezas a ver en el interior de los barracones los restos del genocidio. Fue en uno de estos barrancones donde el tristemente famoso doctor Josef Mengele hacía experimentos con seres humanos, mujeres y gemelos, en el bloque 10.
El bloque 11 era el más temido porque eran los calabozos del campo. Aquí se aplicaban los castigos disciplinarios. Aquí vas a ver unas celdas de un metro por un metro en el que llegaban a meter cuatro y cinco prisioneros. Como la celda era muy pequeña, sólo podían estar de pie y casi no podían moverse. Los respiraderos de estas celdas eran realmente pequeños y esto era lo peor ya que casi no podían respirar, muchos morían por este motivo.
Cuando Salimos del bloque 11, enfrente nos encontramos una viga de acero sobre dos columnas de madera, era donde colgaban a los prisioneros condenados a muerte, para que el resto los viera y tomaran ejemplo.
Verás en uno de los bloques cientos de fotos de prisioneros colgadas, con su edad, su fecha de entrada y su fecha de fallecimiento. La mayoría de las mujeres que ví duraban entre tres y cuatro meses, los hombres unos 10 meses.
Vas a ver los restos, lo poco que quedó de todo lo que se quedaron y robaron de los prisioneros, les quitaban sus pertenencias y las almacenaban, las maletas, los zapatos, las gafas, el pelo, verás cientos y cientos de las coletas de las mujeres que asesinaban y que luego vendían, los talits que les quitaban, las cacerolas y todo tipo de enseres, los peines y cepillos, todo por millares, almacenado, tirado.
El Bloque 11. El inicio de la cámara de gas.
Fue en el bloque 11 donde se hacían los experimentos con el gas Zyklon B. No hace falta entrar en explicaciones químicas, básicamente eran latas que contenían unas bolitas absorbentes. En contacto con la humedad del aire, estas bolitas desprendían gas de cianuro y se utilizaban para eliminar plagas de insectos y roedores en viviendas y fábricas. Sin embargo los soldados se dieron cuenta de que podían utilizarlo para eliminar prisioneros.
Encerraban a cuatro o cinco prisioneros en unas celdas y soltaban latas abiertas, necesitaban saber cuántas latas necesitaban por persona para poder matar a todos los prisioneros de la celda así que fueron haciendo pruebas hasta que determinaron el número necesario. Esto suponía que al principio no conseguían provocar la muerte de forma rápida, y los prisioneros agonizaban. Finalmente consiguieron determinar la dosis, 4 gramos por persona.
Solo queda una cámara de gas en pie, puedes entrar aunque por respeto a las miles y miles de vidas que allí se perdieron, no se puede hablar, eso sí, me permitieron hacer una foto. En los muros puedes ver los rastros de los arañazos de las personas cuando sabían que estaban siendo asesinados. En la parte superior puedes ver al agujero por el que tiraban las latas de Zyclon B. No eran duchas ni nada por el estilo como hemos imaginado en muchas ocasiones.
Había unos trabajadores especiales, que eran judíos y se llamaban los sonderkommando, eran los encargados de recoger los cadáveres que quedaban de las cámaras de gas, muchas veces sus propias familias y llevarlos a los hornos crematorios y quemarlos ellos mismos, para luego recoger los restos y las cenizas y deshacerse de ellos. Los trataban mejor y comían mejor, pero sólo vivían 6 meses, a los 6 meses nombraban un nuevo grupo de sondekommando cuya primera tarea era eliminar al grupo anterior.
La ampliación para el exterminio. Birkenau. El campo III
Sin embargo, el campo de Auschwitz I se quedaba pequeño, y comenzaron la ampliación en Auschwitz II en Birkenau a unos 3 km de Auschwitz I, un campo mucho más grande que el anterior. Aquí llegaban directamente las vías del tren hasta el campo y los trenes, cargados de judíos, paraban para que fuesen clasificados, les quitaban todas sus pertenencias y equipajes.
Dividían a los hombres por un lado y a las mujeres y los niños por el otro. Posteriormente el médico, a ojo, decidía si valían para trabajar o si iban directos a las cámaras de gas. Aquí el proceso se había mejorado notablemente y las cámaras de gas estaban diseñadas para este propósito. En lugar de tirar las latas por un agujero en la parte superior, derramaban las piedrecitas con gas Zyclon B por unos canalones de latón con perforaciones, pero nunca hubo duchas.
El campo es enorme y la mayoría de los barracones están destruidos salvo las colunas de ladrillo que hacían las veces de chimenea de la pequeña estufa que ponían.
Solo algunos quedan en pie y cuando entres, ten presente la cientos de personas que en ese mismo lugar murieron de frío, de hambre o asesinadas. Podrás visitar también el barracón de las mujeres que eran las que menos duraban en el campo.
Los sonderkommando, sabedores de que iban a morir tarde o temprano, decidieron rebelarse, consiguieron explosivos que les facilitaron las prisioneras que trabajaban en una fábrica de armas.
Explosionaron uno de los crematorios, y trataron de escapar pero fue un intento fallido, los 250 sonderkommando fueron ejecutados en el acto. Se han dejado en el campo los restos del destrozo y la rebelión tal cual quedaron.
Junto a los restos de la destrucción de la cámara de gas 4 y algún edificio, al final del campo se encuentra el memorial por las víctimas del Holocausto.
Es una visita para reflexionar, tomar conciencia, y saber qué es lo que no debe volver a suceder. Aprendamos de ello.
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